Katya Gardea Browne presenta exposición en el Museo Experimental El Eco
Con Sweet sugar: un ensayo entre el cuerpo y la arquitectura, da a conocer su trabajo en México
Mi preocupación no es tanto sobre lo urbano y el espacio público, sino con la belleza
Martes 22 de septiembre de 2009, p. 6
Después de pasar temporadas en Estados Unidos y Alemania, Katya Gardea Browne bien pudo haberse convertido en una artista errante latinoamericana en el arte contemporáneo
.
Sin embargo, considera que ubicarse dentro de la escena en México
es parte de su responsabilidad
.
Actualmente presenta la exposición Sweet sugar: un ensayo entre el cuerpo y la arquitectura en el Museo Experimental El Eco (Sullivan 43, colonia San Rafael).
Para Katya Gardea la muestra significa cerrar un ciclo y dar a conocer su trabajo en México después de una estancia en Berlín. La pintora y escultora ya ha montado exposiciones en la Celda Contemporánea de la Universidad del Claustro de Sor Juana (2006) y en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (2003).
El trabajo más reciente de la artista aborda la relación entre el cuerpo y la arquitectura.
Al respecto, se manifiesta particularmente complacida de trabajar en El Eco, espacio museístico concebido por Mathias Goeritz y abierto en 1953, producto de la arquitectura emocional, para ver qué relación puede tener esto con mi obra
.
Para ello montó instalaciones en el patio, en la sala interior y se proyecta el video Berlin water light, realizado durante sus estancias en la capital alemana y en México.
“Hablar de la arquitectura en mi obra –expresa Katya Gardea– es hablar de una proporción de cuerpo físico frente al objeto escultórico.
“Mi preocupación no es tanto sobre lo urbano y el espacio público, sino con la belleza, la forma en que observamos el espacio en que habitamos.
“Quizá reconocer el espacio donde uno se mueve o se puede ver, el espacio en un interior, en un contexto, una observación de formas y objetos, es la misma relación que tuve inicialmente con ver murales en México cuando era muy niña o con ir a las pirámides de Teotihuacán.
En esos monumentos uno siente que está dentro de una arquitectura, que la transita, que el paisaje se revela. Todas esas cosas son búsquedas formales que trato de resolver o ponerles atención en mi escultura, ver cómo mi experiencia corporal funciona dentro de un contexto. Y en este caso mi interés es específicamente con la obra de Goeritz y El Eco.
A los 15,16 años, Katya Gardea pintó murales en un plantel del Colegio de Ciencias y Humanidades.
Y aunque hoy día su obra es abstracta, su interés por las dimensiones de la arquitectura viene de alguna forma de mis primeras impresiones de una arquitectura de los años 70, una arquitectura también modernista, que puede ser la de Goeritz, del Camino Real, de las Torres de Satélite
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Katya Gardea estudió un año en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda; luego se trasladó a Estados Unidos, donde terminó sus estudios de escultura y pintura en la Escuela de Artes Visuales, en Nueva York.
Después realizó una maestría en la Universidad Yale y en la actualidad pasa la mitad del año en México y la otra en Berlín.
“A veces –explica la artista– siento que el hecho de ir y venir me permite tener diferentes perspectivas, tanto sobre mi propio trabajo como respecto de mi persona.
Mucho del trabajo que hago en estos momentos es de documentación. Uso mucho el registro fotográfico, entonces, la documentación acaba siendo parte de mis traslados y de mi biográfica visual. Estoy entre un contexto y otro, y en esos espacios es donde también se genera el trabajo.
(Sweet sugar: un ensayo entre el cuerpo y la arquitectura concluye el domingo 27.)