México, a contracorriente del planteamiento de la OCDE sobre educación
Apartheid económico en Baja California Sur
n un mundo sacudido por la peor crisis en ochenta años, organismos internacionales como la OCDE –de la que nuestro país forma parte– destacan más que nunca la necesidad de invertir en capital humano
(en educación, pues), porque la adquisición de habilidades y competencias (conocimientos) relevantes será una condición esencial para la recuperación económica
. Es una necesidad más que obvia la citada, aunque existen gobiernos neofundamentalistas que se aferran a proceder exactamente en sentido contrario, como el caso del calderonista, el cual, lejos de aumentar y hacer más eficiente el gasto público en educación, procede a recortarlo.
Es así que entre los recientes anuncios de la Secretaría de Hacienda se cuenta el relativo al recorte (algo así como 8 mil millones de pesos) en el presupuesto educativo 2009, y para 2010 propone un tijeterazo superior a 16 mil millones. Todo, dicen los genios de esa dependencia, para superar
la crisis, por mucho que esté documentado el nocivo efecto de esta práctica aberrante. Menos recursos y menor eficiencia en el gasto; pasan los años y los estudiantes mexicanos no pueden con los exámenes (sólo hay que revisar los resultados de la prueba PISA), mientras los practicados a los maestros demuestran que el grueso de ellos carece de capacitación suficiente.
¿A dónde va un país sin recursos para la educación? ¿A dónde sin capacitación para los maestros, corrupción y clientelismo sindical? Las respuestas son obvias, pero mientras sigue el recorte al presupuesto sectorial, la OCDE divulgó algunos resultados en México (Panorama de la Educación 2009) y su comparativo con naciones integrantes de la organización. De la numeralia sobresale lo siguiente:
En conjunto, los países de la OCDE gastan 6.1 por ciento de su PIB colectivo en educación, todos los niveles combinados. Dinamarca, Islandia, Corea, Estados Unidos y el país asociado, Israel, están por encima de 7 por ciento. México registra 5.7 por ciento, con lo que se ubica en el escalón número 16 en el marco de la organización. Como una proporción del gasto público total, la media 2006 de la OCDE para la educación se situó en 13.3 por ciento, oscilando en menos de 10 en Alemania, Italia y Japón hasta la elevada cifra de 22 por ciento en México (primer escalón), pero con pocos resultados.
Expresado en función del gasto de los países de la OCDE por cada estudiante, en promedio, se destinan 93 mil 775 dólares durante los estudios básicos y medios, aunque fluctúa de menos de 40 mil en República Eslovaca, y los países asociados Brasil, Chile y la Federación Rusa, hasta 100 mil o más, en Austria, Dinamarca, Irlanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. En México apenas se canalizan 26 mil 29 dólares.
En el nivel superior, y excluyendo las actividades de investigación y desarrollo y los servicios complementarios, el gasto es, en promedio, de 8 mil 418 dólares anuales por estudiante, que va desde 5 mil dólares o menos en Hungría, Polonia, la República Eslovaca y Turquía, hasta más de 10 mil dólares en Austria, Canadá, Noruega, Suiza, Estados Unidos y el país asociado Brasil. En México es de 5 mil 393.
El gasto por estudiante en instituciones educativa, de nivel superior aumentó en 11 puntos porcentuales entre 2000 y 2006 en promedio en los países de la OCDE, después de haber permanecido estable entre 1995 y 2000. Cinco de los 11 países (República Checa, México, Polonia, la República Eslovaca y Suiza) en el que la matriculación de estudiantes en la educación superior aumentó en más de 20 puntos porcentuales entre 2000 y 2006, aumentó su gasto en instituciones de educación superior al menos en la misma proporción durante el periodo. México tuvo un aumento de 24 por ciento en el número de estudiantes y de 37 por ciento en el gasto.
En México, el costo salarial por alumno como porcentaje del PIB per cápita es muy inferior a la media de la OCDE (escalón 27 de 30 en total). El salario como porcentaje del PIB per cápita es muy superior a la media de la OCDE y uno de los más altos entre la organización y los países asociados (6 de 30). Este factor eleva el gasto y, en menor medida, el tiempo de enseñanza para los estudiantes. No obstante, las clases grandes en México tienen un mayor peso que estos factores en la elevación del gasto por debajo de la media. En el nivel de educación media, este efecto es aún más pronunciado. En este nivel de educación, México tiene la menor diferencia por debajo de la media de la OCDE después de la República Eslovaca. Aunque el salario como porcentaje del PIB per cápita y del tiempo de enseñanza elevaría el nivel de gastos muy por encima de la media de la OCDE, esto se compensa con grandes clases y con el tiempo de enseñanza.
Con el fin mejorar la eficacia y eficiencia de los sistemas educativos y de los actores involucrados, es necesario que existan mecanismos para evaluar el desempeño y que se proporcionen incentivos para la mejora continua. Varios países tienen estructuras de evaluación relativamente débiles: el 17 por ciento de las escuelas mexicanas no había recibido ninguna forma de evaluación escolar en los últimos cinco años. La mayoría de los maestros trabajan en escuelas donde no les ofrecen ninguna retribución o reconocimiento por sus esfuerzos; tres cuartas partes de los maestros que respondieron consideraron que no recibirían ninguna retribución o reconocimiento por mejorar la calidad de su trabajo.
Las rebanadas del pastel
Desde Baja California Sur: “envío un ejemplo (fotográfico) sobre la manifestación cotidiana del apartheid económico que padecemos en la península y que termina por confirmar que la México-estadunidense es una relación colonial y de servidumbre. La sucursal Bancomer-BBV de Palmilla, al condicionar su ‘preferred coustomer’s unit’ a residentes del desarrollo Palmilla (donde casi todos los propietarios son extranjeros) y visitantes con pasaporte foráneo (como lo especifica el aviso), excluye de facto a los mexicanos a la hora de proporcionar el servicio. Hubieran podido escribir en el aviso: ‘Unidad Preferencial. No se da servicio a mexicanos’, pero ya se habrían visto muy cínicos. Este tipo de discriminación debe contravenir alguna ley, porque de ser ‘conforme a normatividad vigente’, el problema sería aún más grave. No deja de ser significativo que la más rabiosa enajenación territorial y segregación social se estén dando bajo una administración supuestamente de izquierda (chucha), bajo la batuta del arribista Narciso Agundez” (Víctor Adrián Trujillo Muñoz, [email protected]).