Autoridades brindan facilidades a las televisoras para transmitir en vivo los hechos
José Mar Flores, un religioso cristiano, exigía que la aeronave realizara siete sobrevuelos al aeropuerto de la ciudad de México y hablar con Calderón; estaba armado con dos latas de jugo
Jueves 10 de septiembre de 2009, p. 8
Todo el aparato de seguridad nacional disponible para contrarrestar amenazas terroristas fue activado ayer en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a partir de la información de que supuestos delincuentes harían estallar una bomba en el vuelo 576 de Aeroméxico procedente de Cancún si no se cumplían sus demandas de realizar siete sobrevuelos a la terminal aérea y tener una entrevista con el presidente Felipe Calderón para advertirle que México sufrirá un gran terremoto.
Al final se supo que el artefacto explosivo
consistía en dos latas de jugo vacías, arena y lets (focos pequeños). Inicialmente se habló que eran al menos tres los delincuentes que se habían apoderado de la nave. Tras la intervención de la policía fueron detenidos ocho hombres, aunque sólo José Mar Flores Pereyra, un pastor cristiano que no descendió entre el grupo de personas esposadas y fuertemente custodiadas, fue señalado horas después como el responsable de la amenaza.
Los pilotos del avión no atendieron las exigencias del predicador de origen boliviano. El vuelo cubrió su ruta en el término programado y durante todo el tiempo que duró el viaje, los 104 pasajeros no se enteraron de ningún supuesto peligro.
Sin embargo, desde el momento en que los pilotos dieron la voz de alerta, en el AICM se desplegaron cientos de policías federales, así como elementos del Ejército y la Armada, en un insólito y rápido operativo. Los secretarios de la Defensa y Seguridad Pública federal se presentaron en la terminal aérea. El general secretario Guillermo Galván llegó hasta la plataforma de emergencia y Genaro García Luna se trasladó a la torre de control para coordinar la operación
.
El avión matrícula EI-DRA aterrizó a las 13:38 horas. De inmediato fue enviado al punto más lejano de las calles de rodaje de la terminal. Decenas de vehículos y trabajadores del aeropuerto, militares, y sobre todo efectivos de la Policía Federal se apostaron en estado de alerta a unos metros de la nave.
Para entonces, el protocolo de seguridad nacional estaba en marcha, pero aún no se aplicaba. La actividad aeroportuaria sólo se detuvo durante un minuto y medio. Por orden presidencial, la Secretaría de Seguridad Pública Federal tomó el mando de las acciones. Contrario a lo que marca la normatividad para estos casos, García Luna no se reunió con todos los miembros del gabinete de seguridad nacional para operar y tomar decisiones.
De la misma manera, y también contra todas las normas de seguridad aeroportuarias, prácticamente desde que aterrizó el Boeing 737-800, conductores de noticieros de televisión ya disponían de lugares privilegiados para transmitir en vivo el hecho. Cuando la nave paró en la plataforma de emergencia, aquellos quedaron colocados bajo la cabina de la aeronave.
La Secretaría de Gobernación envió como negociador al subsecretario Gerónimo Gutiérrez, pero su intervención no fue necesaria: el supuesto secuestrador aceptó dialogar con el piloto del avión, Ricardo Ríos, quien 40 minutos después del aterrizaje se convirtió en el interlocutor de Flores Pereyra.
Como resultado de esa negociación, los primeros en descender de la aeronave fueron las mujeres y los niños. Para entonces, prácticamente todos los pasajeros sabían que el avión estaba supuestamente secuestrado.
Los reporteros y conductores televisivos aprovecharon la ubicación que las autoridades les facilitaron y así, entrevistaron a los pasajeros al momento en que descendían. La mayoría dijeron haberse enterado de los hechos ya en tierra y por llamadas telefónicas de sus familiares, puesto que en ningún momento se les prohibió activar y utilizar sus aparatos celulares.
Todos los pasajeros fueron llevados al hangar de la Policía Federal (PF) para ser sometidos a interrogatorios.
Para entonces, los policías federales esperaban el momento de abordar la aeronave, lo que ocurrió luego que el pastor Flores Pereyra hubo aceptado liberar a la mayoría de los pasajeros varones. Quedaron sólo 19 personas en el avión. De inmediato, los uniformados tomaron las escalerillas, arrojaron al piso a los pasajeros y empezaron a interrogarlos.
De esa acción no se salvó el diputado local de Quintana Roo, Hernán Villatoro, quien más tarde denunció públicamente que fue víctima de abusos por parte de los agentes policiacos, ante quienes, dijo, siempre se identificó como legislador.
Minutos después, ocho hombres descendían esposados y custodiados por policías. A la distancia se presumía que se trataba de los responsables de la amenaza. Pero entre ellos no iba el pastor Flores Pereyra.
Los detenidos fueron subidos a un camión blindado. Terminaba así un operativo que duró 80 minutos y durante el cual no se accionó una sola arma de fuego ni hubo necesidad de recurrir a una intervención violenta de los grupos especiales.
García Luna encabezó, a las 16:30 horas, una conferencia de prensa en el hangar de la PF, ubicado en el mismo perímetro del AICM y presentó como el único responsable del secuestro
a José Mar Flores Pereyra.
Conocido entre el círculo de pastores cristianos como Josemar, nació el 21 de mayo de 1965 en Santa Cruz, Bolivia. Llegó a la ciudad de México hace 17 años, y según las autoridades es adicto a las drogas y el alcohol. El funcionario informó además que estuvo recluido en el Penal de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, por el delito de asalto a mano armada
.
Llegó a Cancún procedente de la ciudad de México hace cinco días y aseguró que radica permanentemente en San Bartolo Coyotepec, Oaxaca.
García Luna omitió explicar en qué momento y cómo fue detenido Flores Pereyra. Sólo dijo que fue sometido luego que descendió del avión.
Posteriormente, el detenido fue presentado a los medios de comunicación. Dijo que recibió un mensaje celestial
que lo obligaba a advertir a los mexicanos sobre posibles calamidades y terremotos. Quiero informarles que oremos porque vienen cosas tremendas
, dijo sin dejar de sonreír.
Flores Pereyra aseguró que sus demandas se dieron precisamente en esta coincidencia de fechas (el día nueve, del noveno mes, del año 9, que al revés se lee 666
) porque debía transmitir su mensaje. Por eso es que en esta ocasión no escatimé ni mi vida ni mi libertad, con tal de anunciar que Cristo viene pronto, que nos unamos, que estamos viviendo lo último de lo último
.
Anoche declaraba en las instalaciones de Camarones de la PGR, como presunto responsable de los delitos de terrorismo, privación ilegal de la libertad y daños a las vías de comunicación.