El Diario*
Travesura de consecuencias
or la octava calle de la Camelia, pasaba un carro repartidor de una casa comercial, el que era guiado por Manuel Barrera, joven de dieciséis años de edad, y por esa costumbre tan muy generalizada entre los chiquillos, el niño Francisco Aduna, que cuenta seis años de edad, se subió a los muelles traseros del vehículo, y perdiendo el equilibrio, cayó, siéndole la cabeza prensada entre los rayos de una de las ruedas y uno de los muelles del mencionado carro teniendo la buena fortuna de recibir tan sólo algunas lesiones que no parecen de gravedad. El chiquillo quedó en su domicilio para curarse y el conductor del carro fue enviado á la Escuela Correccional, para averiguar el grado de responsabilidad que le pueda resultar del accidente.
Les chillaron los cochinos
Hace algunos días les fueron robados al señor Gabriel Reyes Párraga, unos cerdos, sin que hubiera podido ni siquiera imaginar quién fuera el autor del robo; pero su buena fortuna lo hizo reconocer, por la calzada de San Antonio Abad, á sus animales, que eran arreados por Abraham Delgado y Vicente Labastida, los que fueron consignados á la cárcel, como presuntos ladrones de los mencionados cerdos, que fueron recogidos por su legítimo propietario.
Juego que acaba en riña
Es ya costumbre establecida, que varias familias del rumbo vayan á pasar las tardes de los domingos en los llanos de Peralvillo entregándose a diversos juegos, en los que unos toman parte activa, y otros se divierten con los jugadores. La tarde del domingo se hallaban entre los que se entregaban á los juegos, Alejo Castillo y Jesús Suárez, los que, con motivo de uno de sus entrenamientos, llegaron á disgustarse de manera tan seria que acabaron por reñir en toda forma, resultando de la pendencia que el primero de los mencionados fuera llevado en camilla al hospital, con varias heridas recibidas en la cara y en una pierna. Suárez fue remitido á la Cárcel General á disposición del juez en turno.
*Se publicó de 1906 a 1917