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Algunos choferes usan drogas para soportar jornadas: estudio

Padecen problemas crónicos de salud 10% de transportistas

Diabetes, hipertensión y obesidad, los males principales: Cenfes

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Los choferes de transporte público afirman que ya no es tan fácil conseguir su licencia. de archivoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de septiembre de 2009, p. 36

Problemas de obesidad, diabetes, mala circulación e hipertensión presenta uno de cada 10 operadores del transporte público, algunos de los cuales reconocen que han consumido cocaína para soportar jornadas de trabajo hasta de 16 horas detrás del volante, lo cual hacen “para cubrir el pago de la cuenta –entre 200 y 450 pesos diarios– y sacar para el chivo”, según evaluaciones realizadas por el Centro para el Fomento de la Educación y la Salud de los Operarios del Transporte Público (Cenfes), en coordinación con la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi), a quienes han solicitado la renovación o expedición de su licencia-tarjetón.

La crisis económica, la carencia de estudios, alguna discapacidad física o la edad, son algunas de las causas que esgrimen quienes se han convertido en conductores de taxis, microbuses, camiones de carga, especializados o de valores, detallan operarios en esa evaluación.

Hasta hace un año –explican los conductores – era fácil ser chofer, pero hoy es muy difícil, pues existe la obligación de acudir a clases entre 8 y 14 horas para renovar la licencia-tarjetón o sacarla por primera vez, además de presentar exámenes de conocimientos, de pericia y médico integral.

Entre las opiniones vertidas en esas evaluaciones se mencionó que de no acreditar esas pruebas nos dejan en el camino, pues ya no es posible obtener la licencia tarjetón con un pago de 3 mil o 4 mil pesos. Hoy tenemos que estudiar y aplicarnos para lograrla, lo cual nos significa muchos sacrificios de dinero, tiempo y esfuerzo.

El reto del Cenfes, creado por las universidades Autónoma de la Ciudad de México y Autónoma Metropolitana, es fortalecer la formación de los operarios, tanto en el ámbito profesional como personal, mejorar sus condiciones de trabajo y de salud, dignificar su papel como servidor público y mejorar el servicio que prestan.

Se trata, explicó Rocío Mejía Flores, encargada de este proyecto, de certificar a los conductores para que cuenten con un reconocimiento oficial a la labor que realizan, así como regresar la confianza a los usuarios de 130 mil taxis y 28 mil microbuses de que llegarán con seguridad a su destino, pues cada uno de los conductores es evaluado a fondo, tanto en el aspecto médico como en el sicométrico, pues hemos detectado también problemas de personalidad y violencia, que hemos erradicado con tratamiento.

Los acuerdos firmados con escuelas particulares y laboratorios químicos, para examinar a los conductores tanto en el aspecto de conocimientos como en el toxicológico, quedaron atrás, ante los múltiples casos de corrupción que se detectaron, señala la experta. A casi un año de distancia la Secretaría de Transporte y Vialidad y el Cenfes han logrado la renovación licencia de 43 mil 529 operarios, casi una quinta parte de los 210 mil existentes, lo cual significa un cambio de actitud en la prestación del servicio, afirma Mejía Flores.

Los resultados de este mecanismo empiezan a verse, pero se generalizarán dentro de tres años, cuando todos los conductores renueven su licencia o soliciten su expedición, aunque hoy podemos decir que problemas como obesidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión, colesterol y triglicéridos altos aquejan a la mayoría de los choferes. En algunos casos la autorización para que manejen depende de que se sometan a un tratamiento médico.

La posibilidad de que sufran un infarto nos obliga a solicitarles las pruebas médicas en la Coordinación de Salud ubicada en el módulo de la Setravi de El Coyol, porque ponen en riesgo la seguridad de los pasajeros, y han cumplido, afirmó. A ello se suma la alerta de la dependencia para evitar la entrega de la licencia a quienes consumen alguna droga, como cocaína, mariguana, anfetaminas o mentafetaminas, de los cuales se han detectado 900 casos, es decir, 2 por ciento del universo de solicitantes, asegura.