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Homenaje al museógrafo en su centenario

Fernando Gamboa lograba que la pieza hablara por sí misma
 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de julio de 2009, p. 6

El objetivo de todo museo es impresionar hondamente a sus visitantes, hacerlos pensar e imaginar, así como producir en ellos un cambio interno.

Ése fue uno de los principios que guió al museógrafo, diplomático y promotor cultural Fernando Gamboa (1909-1990), cuya obra fue analizada por diversos especialistas en el contexto del homenaje por su centenario que se le rindió el jueves y viernes en el Palacio de Bellas Artes.

En la conferencia impartida ayer, con el título El mundo de los museos, los académicos Ana Garduño, Miguel Fernández Félix, Ignacio Monterrubio y Héctor Rivero Borrell comentaron la influencia decisiva que tuvo el trabajo de Gamboa para la museografía mexicana, resumió en entrevista la moderadora de dicho encuentro, Carmen Gaitán.

Trabajé con don Fernando en el Museo de Arte Moderno (MAM) y en Fomento Cultural Banamex, y puedo decirte que era un hombre-orquesta que pensaba y ejecutaba todo, en tiempos en los que todavía no existían figuras especializadas, como los curadores, comentó.

Hombre de vanguardia

Conocido por ser un funcionario riguroso, de los que no delegaban muchas responsabilidades en los demás, Fernando Gamboa era un museógrafo efectista, a quien le gustaba asombrar a las personas que visitaban los recintos, de tal manera que en ellos quedara un impacto verdadero y perdurable.

Siendo él mismo un gran coleccionista de arte –llegó a adquirir más de 2 mil 500 objetos, que luego donó al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)–, a Gamboa le gustaba realizar montajes limpios y puros, donde la pieza luciera y hablara por sí misma, señaló Gaitán.

Su labor, no obstante, también generó polémica. Al ser un hombre de vanguardia, de los que sabían ostentar el poder, no permitió que muchos artistas expusieran en el MAM por considerar que no tenían la calidad suficiente.

Ese carácter impositivo, a final de cuentas, le impidió alcanzar un puesto mayor. Si no llegó a ser director del INBA fue porque era un hombre que había hecho tanto ruido, tantas exposiciones, que te opacaba, como la figura del sol. No lo dejaron llegar a la cúpula, aunque de por sí ya era el zar del arte, comentó la directora del Museo Mural Diego Rivera.

Mediante sus puestas en escena, Gamboa dejó toda una escuela que ahora le permite a la museografía mexicana ser reconocida en el mundo como de primer nivel.

Transmitió la idea de que los museos deben impactar pedagógica y artísticamente, aunque los presupuestos no siempre sean buenos.

El también diplomático y pintor tenía especial predilección por las piezas prehispánicas, a las que nunca dio trato de monolitos, sino de joyas de arte que deben ser adecuadamente valoradas. Esa concepción todavía ayuda a los museos a funcionar como un complemento de las escuelas, y a seguir vigentes como una herramienta pedagógica.

En el actual entorno de crisis económica, añadió Gaitán, los museos podrán ser espacios autosustentables en la medida en que sean capaces de conjuntar esfuerzos con la iniciativa privada, mediante esquemas como el patrocinio, las sociedades de amigos y los patronatos.