Abiertas, todas las vías diplomáticas para revertir la asonada
Martes 30 de junio de 2009, p. 19
Fuera de Honduras, ayer se abrieron todas las vías diplomáticas para revertir el golpe de Estado que impuso en la presidencia a Roberto Micheletti, político que ocupó un escaño en el Congreso hondureño durante los últimos 27 años y pasó sus primeras 24 horas en el poder sin que lo reconociera una sola nación. Dentro del país centroamericano, sin embargo, se vivió una jornada volátil y peligrosa.
Aquí amanecimos con nuestras esperanzas puestas en la reunión del Sistema de Integración Centroamericano y en la determinación de la comunidad internacional para impedir que se consolide esta ruptura de la institucionalidad democrática
, comentó en entrevista telefónica desde temprano la ministra de Trabajo, Mayra Mejía.
Ella, como los demás miembros del gabinete zelayista, pasó el domingo a una situación de semiclandestinidad, después del arresto y la expulsión del país de la canciller Patricia Rodas (que arribó temprano a México) y las amenazas de muerte contra la ministra de Energía, Rixi Moncada.
Por su parte, la dirigente del Comité Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, Berta Cáceres, se dio tiempo para explicar algunas cosas muy poco conocidas y comprendidas de la historia de Honduras, rica en procesos de resistencia de sus indígenas, sus negros, sus barrios y sus campesinos
.
La líder atendía la llamada de La Jornada mientras se resguardaba en algún céntrico local, momentos después de que el ejército dispersó a balazos la protesta frente al palacio nacional, en Tegucigalpa.
Ese pasado, agregó, “hoy nos permite tener un movimiento social muy diverso, una red de organizaciones –el Bloque Popular, la Coordinadora de Resistencia Popular, la Asamblea de Pueblos Indios y muchas más– que recibió con entusiasmo la iniciativa de la cuarta urna –que abre la puerta a una nueva Constitución– y hoy está en pie de lucha por restituir la democracia interrumpida”.
Explicó que cuando se superaron los conflictos armados en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, a principios de los años noventa, Honduras también se benefició de esa distensión en Centroamérica. “Podemos decir que hoy estamos conociendo la madurez popular, que se logró construir en estas dos décadas.
En un momento tan grave vemos cómo los hondureños organizados y los no organizados hacen su aporte para revertir el golpe. Y, más importante, nos damos cuenta, aun en medio del cerco informativo, que Honduras no es una isla. Sentimos minuto a minuto cómo estamos conectados con las dinámicas latinoamericanas.
Decía lo anterior mientras el aire en las calles a su alrededor estaba impregnado de gases lacrimógenos y ululaban las ambulancias, ya que hacía apenas unas horas habían caído las primeras víctimas de esta resistencia.
A salto de mata
Tengo que cortar, me estoy moviendo a otro lado, nos llamamos luego.
Así fueron los enlaces por telefonía celular todo el día. Durante la mañana se reportaron movimientos de protesta en todo el país, principalmente en San Pedro Sula y Progreso, ciudad industrial aledaña, así como en Santa Bárbara, Lempira e Intibucá. Las centrales obreras llamaron a sus agremiados a mantenerse en alerta máxima.
Por la tarde la represión recrudeció. A pesar de todo, lograron trascender datos que la prensa local acalló. Se supo de la desaparición de otro periodista, Alan Mc Donald, quien fue secuestrado junto con su pequeña hija, y de la muerte de tres trabajadores de una empresa de telecomunicaciones, caídos al tratar de impedir la entrada de los soldados. Organizaciones como Los Necios y el Centro de Estudios de la Mujer reportaban varios desaparecidos.