ociedad de Cine, el concepto es novedoso en México, aun cuando su origen directo sea el de las Film Societies estadunidenses, encargadas de promover y difundir el cine alternativo en un marco más amplio que el restringido circuito de los cine clubes. Un caso emblemático: la Film Society of Lincoln Center, en Nueva York, que anualmente congrega a más de 200 mil cinéfilos y trabajadores de esta industria en actividades interactivas muy diversas que incluyen conferencias, retrospectivas, happenings e inclusive conciertos.

Otras sociedades de cine se ubican en Auckland, San Francisco o Sarasota, y cuentan con miles de miembros suscriptores y donadores que mantienen vivo el interés por las propuestas del cine alternativo. Organizar algo parecido en México es una tarea ambiciosa, poco rentable, cuyo éxito depende primordialmente de lograr una gran capacidad de convocatoria participativa. Significa, entre otras cosas, crear un vínculo efectivo entre exhibición y ciudadanía, completando la labor de las instituciones culturales establecidas, pero ofreciendo también vías novedosas para allegarse al público cinéfilo que en otros tiempos solía frecuentar los cine clubes y las salas de repertorio (con su rescate de cintas clásicas, o de culto, o con su revisión de géneros y retrospectivas), en zonas urbanas hasta hoy consideradas poco atractivas para la difusión cultural.

Paula Astorga, ex directora del FICCO (Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México), enfrenta este reto y propone no sólo la primera Sociedad de Cine en México, sino también adoptar como sede permanente un espacio cultural al norte de la capital, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT). De este modo comienza a consolidarse un nuevo territorio de cinefilia apartado de la zona sur que tradicionalmente ha concentrado la frecuentación de públicos interesados en el cine de arte. Se trata naturalmente de un proyecto de largo alcance, imaginado como una implantación permanente, con el apoyo del CCUT que lo alberga, y que inició sus actividades el pasado jueves con el programa 40 años de la quincena de realizadores del festival de Cannes, con seis meses de duración, que deberá concluir el 19 de diciembre.

A lo largo de este primer periodo, se exhibirá una selección de 49 largometrajes, con curaduría de Michel Lipkes (estupendo programador del antiguo FICCO), que cubre los 40 años que tiene de existencia la sección llamada Quincena de Realizadores, del festival de Cannes, surgida poco después de mayo del 68 francés e inicialmente dueña de un fuerte impulso libertario.

El primer trabajo en esta selección es precisamente el documental 40 x 15, de Olivier Dahan, sobre la historia de dicha quincena, donde se refiere el papel que jugó la sección alternativa en el posicionamiento de cineastas como Jim Jarmusch, Claire Denis, Theo Angelopoulos, o los hermanos Dardenne. Una preocupación esencial de la actividad: dar a conocer la calidad y originalidad de un cine independiente sin trabas ideológicas, representativo del mundo entero (declararó en su momento Pierre Henri Deleau, su primer promotor), pero también sin acceso fácil a la sección competitiva del festival de Cannes.

La Sociedad de Cine Tlatelolco rescata algunas de estas cintas en copias subtituladas de 35 milímetros, y ocasionalmente en 16. Algunas son inéditas para el público mexicano, Dueto para caníbales (1969), de la escritora y cineasta Susan Sontag, o Calcutta, mismo año, documental de Louis Malle; otras, poco vistas en nuestro país, o exhibidas hace largo tiempo, Incluso los enanos empezaron pequeños (Herzog, 1970), o WR Los misterios del organismo (Makavejev, 1971). Hay cintas emblemáticas de Jacques Rozier, Chantal Akerman, Marguerite Duras, Terence Davies, Christian Mungiu, Raya Martin, Albert Serra, o Pen-ek-Ratanaruang, entre otros autores independientes, y una selección de cine mexicano presentado en la Quincena de Realizadores. Las funciones son de miércoles a sábados, y a partir de noviembre también los domingos. Mayores informes y horarios: www.tlatelolco.unam.mx