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Muestra de 28 cuadros de gran formato en los que ilustra vocablos de la lengua original

El diccionario náhuatl de Gritón ya cuelga en las salas del MCM

Las obras fueron concebidas para exponerse al aire libre, ante la crisis de público de galerías y museos, explicó el artista

Planea tener listos 50 lienzos para el Faro de Tláhuac y editar un libro

 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de junio de 2009, p. 2

Después de exhibirse durante el pasado festival de la Noche de Primavera, que organiza el gobierno del Distrito Federal en marzo de cada año, y posteriormente estar montada en el exterior del Faro de Oriente durante mes y medio, la muestra Breve diccionario visual del náhuatl, de Antonio Ortiz, Gritón, llegó a las salas del Museo de la Ciudad de México (MCM), donde permanecerá hasta mediados de agosto.

La exposición está integrada por 28 cuadros de gran formato, realizados en acrílico sobre telas de cortina de dos por tres metros, con diferentes estampados, en las que el artista ilustra con coloridas imágenes vocablos en lengua náhualt y su traducción al español.

Además, cada pieza está acompañada por una cédula en la que escribió un breve texto con sentido lúdico o humorístico con cada uno de los vocablos a los que alude de manera gráfica en sus lienzos.

Esa muestra forma parte de un proyecto de mayor envergadura, con una duración estimada de tres años, en el que Gritón se ha fijado ilustrar en esas enormes telas un total de 250 términos en náhuatl (lleva 33), con el propósito de fomentar el estudio de esa lengua.

Tal inquietud le surgió en el País Vasco, que en años recientes se ha convertido en su segundo hogar, donde le ha tocado vivir el binomio lingüístico euskera-español que de inmediato relacionó con el caso de México, donde se vive algo similar entre las lenguas indígenas y el castellano, aunque decidió enfocarse en el náhuatl, por ser el de mayor número de hablantes en la capital del país.

Evocación de sus inicios

Las imágenes plasmadas por Gritón en enormes lienzos representan la recuperación y la reinterpretación de aquella iconografía personal que desarrolló hace 20 años, en los albores de su carrera.

Al respecto, está convencido de que se trata de imágenes que bien pueden servir como nueva iconografía del náhuatl, pues ésta es una lengua que no ha dejado de evolucionar, como lo demuestra la integración que ha hecho de objetos y situaciones modernas a su léxico, con términos propios. Por ejemplo, para artículos electrodomésticos, como lavadora o licuadora; o para medios de transporte, como automóvil o avión.

La exposición, como la totalidad del proyecto, dan cuenta, por otra parte, de una de las principales preocupaciones que rigen la carrera de Antonio Ortiz, Gritón por hacer del arte un bien público, pues las obras están concebidas para su exhibición, principalmente, al aire libre, en sitios públicos.

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La obra pretende girar junto a la cotidianidad, dice Gritón. Afirma que está consciente de lo efímero de su proyecto, por los imponderables a los que se expone por exhibirse en espacios públicosFoto María Meléndrez Parada

La intención del artista es que la muestra haga escalas de manera frecuente por diferentes espacios de la ciudad de México, tanto abiertos como cerrados, aunque subraya su interés por los espacios al aire libre, porque piensa que para muchos artistas contemporáneos el reto a vencer es dominar las circunstancias que allí se presentan.

Me interesa llevar la interacción con la gente más allá de lo que son los espacios tradicionales. Es decir, explorar el espacio público como medio de exhibición y apreciación del arte. Esto, ante la crisis de público que reportan las galerías y los museos cuando menos desde hace 10 años.

En la lógica de lo cotidiano

Gritón se dice consciente de lo efímero que puede ser el tipo de obras que creó para este proyecto, ante los imponderables que deben enfrentar por estar concebidas para mostrarse a la intemperie. También de que su impacto es efímero, como todo lo que ocurre en la calle.

En este caso la obra pretende girar junto a la cotidianidad. Es decir, un día está y al otro no. Meterse a la lógica del espacio público, que sea un elemento más de éste, con lo que ello implica, como transformarse, ser agredida o desaparecer.

En su opinión, el gran reto del espacio público no es que la obra sea vista por miles de personas, sino cómo lograr decirles algo y moverles el tapete; es decir, cómo provocar una reflexión. Una cosa es que vean la obra y otra que se enteren que uno trata de decir algo en ella.

Para concluir, Gritón explica que cuando el proyecto esté concluido, la idea es integrar con esas 250 obras varias muestras, acaso 10, y presentarlas de manera simultánea en diversos lugares públicos de la capital del país. De igual manera, se editará un libro en el que se integrarán los elementos básicos de la gramática en náhuatl.

Antes, espera tener listas 50 de esas piezas para la exposición que se presentará en septiembre próximo en el Faro de Tláhuac, donde se colocarán en el exterior de ese recinto.