Cultura
Ver día anteriorJueves 18 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Presentaron en el Colmex la obra Una historia contemporánea de México

El país, pasmado; necesita un liderazgo, pero con legitimidad: Lorenzo Meyer

El investigador coincide con Ilán Bizberg en que se ha buscado uncirnos al proyecto de nación de Estados Unidos

Crisis de representatividad, porque las elecciones no son creíbles

Foto
Lorenzo Meyer antenoche, en El Colegio de México, durante la presentación de la obra en cuatro tomos coordinada por el historiador e Ilán BizbergFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de junio de 2009, p. 5

Desde los años 80 del siglo pasado en México se carece de un proyecto de nación, pero lo peor es que se ha buscado vincular al país con el proyecto de nación de Estados Unidos, el cual ahora atraviesa una severa crisis, plantean en entrevista los investigadores Lorenzo Meyer e Ilán Bizberg, coordinadores de la obra en cuatro tomos Una historia contemporánea de México.

Más grave aún, explican luego de la presentación este martes en El Colegio de México (Colmex), es que Estados Unidos ha entrado en un proceso de introspección, revisión y reconversión, mientras que México no parece salir del pasmo y con una clase dirigente que no sólo ha achicado algunos sectores económicos, sino las propias ambiciones como nación, al no generar tres o cuatro ideas de futuro.

Luego de que en 2004 presentaron una primera versión del tomo I, ahora la obra –que abarca de 1968 a 2006 y en la que participaron 34 académicos– ha sido concluida y fue presentada en la sala Alfonso Reyes por Meyer, Bizberg, Rogelio Carvajal, Gustavo Vega y Javier Garciadiego, director del Colmex.

Las elites, sin ideas viables

Meyer señala que con Carlos Salinas se vio con claridad que ya no predominaba la idea de marcar distancia frente a Estados Unidos, sino al contrario. Pero cuando él se viene abajo, en 94-95, no nos queda más que la idea de la democracia. Ya no es un gran proyecto económico, que el mercado haga lo que tiene que hacer, pero políticamente sí. Y ahora, pues ya ni eso.

Así, agrega, se observa que las elites ya no tienen las ideas adecuadas para que sus proyectos tengan sustento social, y más bien me da la impresión de que administran el tiempo más que plantear un proyecto de nación, que implicaría proponer dos, tres o cuatro grandes ideas que despierten la imaginación, que permitan ver un futuro brillante, aunque el presente esté muy opaco.

Según Bizberg, en los años 80 se adoptó un proyecto de vinculación a otro proyecto nacional, el estadunidense. Ello implica aceptar que somos parte de Norteamérica, que nosotros tenemos una parte de la división del trabajo internacional, entre México y Estados Unidos básicamente; que vamos a ser un país maquilador, con bajos salarios, que los empresarios que pudieran competir en este mercado internacional lo hicieran, pero que el gobierno no iba a apoyar. Y eso es lo que se aceptó.

–La crisis económica, política y social de los años recientes en México, que cada vez parece más grave, ¿significa que el país está en un callejón sin salida, en decadencia, que se está desmoronando?

–Si echamos un vistazo a la gran historia –responde Meyer–, vemos que sí hay países que se han desmoronado. Y los hay que dejaron de ser viables y fueron asumidos por otros, o simplemente vegetaron en una mediocridad lamentable. Ésa es una posibilidad, y supongo que el grueso de los mexicanos estaría en contra de ello. Pero no está mal tenerlo como punto de referencia. En cualquier caso, sí hay una decadencia.

“Veamos algunos indicadores que me asombran. La proporción que la industria tenía en la economía nacional es ahora menor de la que tenía hace 20 años. Estamos en un proceso de desindustrialización. Entonces, ¿qué es lo que nos proponemos? Estamos en una especie de achicamiento: de algunos sectores económicos y de la ambición. Como que ahora lo más que aceptamos es: con que sobrevivamos, con que no nos hundamos.

Y lo que decía Ilán: abdicamos de un proyecto nacional para unirnos a otro proyecto nacional, pero el otro proyecto nacional, en primer lugar, ahorita tiene problemas enormes. Y está cuestionándose a sí mismo: ¿qué es Estados Unidos, cuál es su papel? Están en un periodo de introspección: quieren salirse de Irak, ojalá quisieran salirse de Afganistán, no pueden, ya dejaron de ser el país que asumía el unilateralismo casi como derecho divino, como mandato de Dios. Ahora vuelven a la humildad, a ser multilaterales.

En la calle de la amargura

Bizberg plantea que esta situación puede ser una oportunidad, porque Estados Unidos, nuestro socio principal, está en crisis. India, Brasil y China, con la crisis internacional, ven hacia adentro. Invierten cantidades enormes en infraestructura e industria.

Meyer interviene: Ahí es un problema de elites, son las que deberían intervenir. Un ciudadano común, como nosotros, ¿qué hace? Las instituciones requieren de liderazgo. Brasil lo tiene, China e India. Nosotros andamos en la calle de la amargura.

Bizberg: En Estados Unidos algunos economistas dicen que ésta será una crisis corta, pero otros plantean que será muy larga y que es una reconversión del país que durará 20 años. Mientras, tenemos que pensar qué vamos a hacer nosotros, cómo vamos a salir de esta crisis, por nuestras propias fuerzas.

Meyer: “Ésa es nuestra crisis. No se puede una reconversión de la envergadura que requiere México sin liderazgo, y éste requiere legitimidad. Y la legitimidad se consigue básicamente por la vía de elecciones creíbles, que despierten un mínimo de entusiasmo. Ahora no son ni creíbles ni despiertan mucho entusiasmo porque hay una crisis de representatividad.

“Los partidos no representan al grueso de la sociedad mexicana, no han logrado cumplir con su papel, a pesar de que han absorbido una cantidad fantástica de recursos públicos. Es mucho dinero para tan pobre resultado. No nos dan el liderazgo que México necesita para una aventura de la envergadura que propone Ilán.

Un país distinto al nuestro se movería ahorita rápido, rápido, porque es cosa de supervivencia. Pero el liderazgo parece pasmado. Es más, no sabe ni qué hacer con el crimen organizado, menos con la organización del gran futuro de México.