Cultura
Ver día anteriorLunes 15 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Integran la exposición obras virreinales de Miguel Cabrera

Reseña el Franz Mayer ocho siglos de la orden franciscana

Libros corales y un facsímil del Códice Florentino del siglo XVI, entre las piezas que destacan

Permanecerá hasta el 9 de agosto

Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 15 de junio de 2009, p. 7

Cholula, Pue., 14 de junio. Cuando en 1209 el joven Francisco de Asís acudió a Roma junto con 11 seguidores para que el papa Inocencio III aprobara su forma de vida, quizá nunca imaginó que 800 años después del surgimiento de su orden, la franciscana, ésta se hubiera extendido por todo el mundo.

Ese joven –que renunció a una vida disipada como hijo de mercader, y adquirió la conciencia de vivir con humildad y de ayudar a los más necesitados– tampoco imaginó que en el siglo XXI la orden franciscana pudiera organizar exposiciones en un continente aún desconocido en su época, para mostrar el acervo artístico y documental reunido a la largo de ocho siglos.

Es el caso de la exposición El camino de la belleza: 800 años de la orden franciscana, que se inauguró el miércoles pasado en el Museo Franz Mayer, y por la que se organizó un recorrido maratónico y revelador por tres conventos franciscanos del estado de Puebla, acompañados, entre otros, por los jóvenes frailes Guillermo Avendaño y Otto Cruz.

La primera parada se hizo en el convento de Huejotzingo, del siglo XVI.

La investigadora María Sánchez, del Franz Mayer, además de fray Efrén Balleño, fray Antonio Huerta y los otros dos frailes mencionados, mostraron el amplísimo atrio y sus cuatro capillas posas, también decoradas; la construcción medieval con elementos góticos, tipo fortaleza, y la fachada renacentista, austeras en comparación con las fachadas de estilo barroco.

En la parte frontal del convento de Huejotzingo destacan elementos como el cordón y el escudo de la orden– ambos presentes en cualquier edificio franciscano–, el cual muestra de manera simbólica las cinco llagas de Jesucristo.

Explican que otros estilos fueron agregados en etapas históricas posteriores, y recuerdan que los atrios eran muy grandes, porque a los pobladores no les gustaba entrar debido a la oscuridad, ya que sus religiones antiguas se practicaban en espacios abiertos.

En el interior del templo conventual destaca el techo de influencia gótica, es decir, de una sola bóveda de cañón. Las cúpulas se pusieron de moda hasta el siglo XVII.

Destaca además el retablo, uno de los pocos que se conservan del siglo XVI, y en el que están representados diversos personajes, como el patrono San Miguel y Jesucristo, quien siempre aparece en la parte superior. Otra constante en todos los edificios de esa orden es la presencia de esculturas y pinturas de San Francisco de Asís.

Mientras comentan sobre algunas de las pinturas del retablo, de influencia renacentista, y acerca de los restos de murales que aún se pueden ver en las paredes del viejo convento, recuerdan también lo mucho que se ha saqueado y deteriorado el arte sacro de México.

Las pinturas son del artista flamenco Simón Pereyns y el retablo fue construido por Pedro Requena. Comentan que la mayor parte del arte franciscano del país se encuentra disperso en museos, colecciones privadas y en el extranjero.

A la salida del templo conventual mpostraron a la comitiva el anexo del portal de peregrinos, donde los viajeros religiosos pasaban la noche, también decorados en sus columnas, murales y piedra labrada.

Foto
Volúmenes que forman parte de la exposiciónFoto cortesía del Museo Franz Mayer
Foto
El camino de la belleza: 800 años de la orden franciscana es el nombre de la muestra que se inauguró el miércoles pasadoFoto cortesía del Museo Franz Mayer

Todos los conventos tienen los mismos elementos: atrio con barda, fachada decorada del templo, retablos, murales, portal de peregrinos y capillas posas (en ellas se posaba la custodia con el Santísimo Sacramento). Lo que los diferencia, dice María Sánchez, son los elementos decorativos.

Esa rica vertiente ornamental también se puede ver en las capillas posas. Por ejemplo, muestran varios de los motivos de la orden franciscana indigenizados por artistas locales.

A unos 10 kilómetros se encuentra el convento franciscano de Calpan, más pequeño que el de Huejotzingo, pero con mayor actividad.

Un joven novicio, fray Marco Solano mostró los espacios exteriores e interiores y destacó cómo los distintos elementos decorativos tienen mayor influencia de los artistas y el arte del México antiguo.

Ello derivó en una recreación muy singular, única en el mundo, de la amplia simbología de la tradición religiosa cristiana y católica, en este caso franciscana.

Luego de un breve recorrido por un nuevo convento de Calpan, a unas cuadras del antiguo, en el que se preparan los jóvenes frailes franciscanos, la caravana parte hacia el convento de San Gabriel, en Cholula.

Ahí, la comida y la bebida son generosas, y el trato de los frailes que ahí viven es cálido. Son encabezados por fray Miguel Berrocal, quien habló sobre la vocación de los franciscanos de servicio al prójimo y de los proyectos educativos de la orden.

El recorrido se inició en una muestra de pintura religiosa de los siglos XVII al XIX. La iglesia conventual se muestra esplendorosa en su combinación de blancos y dorados, con el estilo neoclásico de su retablo.

Otras pinturas, objetos y libros antiguos se pueden disfrutar en la galería de Arte Sacro. A un lado se encuentra la Biblioteca Franciscana, con unos 24 mil 500 libros restaurados y otros 4 mil en bodegas. El más antiguo es de 1504, y el más reciente, de 1821.

Entre los muchos tesoros se puede mencionar la traducción de la Biblia del Oso, del hebreo y griego al castellano, por Casiodoro de la Reina. En el mundo sólo hay una docena de ejemplares, dicen los bibliotecarios Rocío Cázares y Francisco Mejía.

El retorno a la ciudad de México confirma las cualidades fraternales de esos personajes siempre amables, de hábitos austeros, orgullosos de ser herederos del hermano Francisco, quien en el siglo XIII pasó de manera sorprendente de una vida disipada y de derroche a una existencia de humildad, de servicio a los más necesitados y creador de una visión singular del cristianismo.

Una pequeña parte de todo eso se podrá disfrutar en el museo Franz Mayer hasta el 9 de agosto, con obras virreinales de Miguel Cabrera, libros corales, miniaturas del catecismo y un facsímil del Códice Florentino del siglo XVI, entre otros.