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Ver día anteriorDomingo 7 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Salvemos a los ricos

Desde otras ciudades
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Jean Sarkozy, hijo del presidente de Francia, y víctima del colectivo Salvemos a los ricosFoto Tomada de Internet
P

arís. El colectivo francés Salvemos a los ricos se hizo notar con un carro alegórico en la manifestación intersindical del 19 de marzo de 2009, en París.

Fundado en el contexto de la campaña Europa-Ecología sobre los principios de que los ricos son seres tristes, adictos a una forma de vida autodestructiva y sin voluntad para salvarse solos, incapaces de auto limitarse en ganancias y consumos indecentes, pero susceptibles de obtener una vida digna si se les somete a leyes que los contengan, como la de los salarios máximos (equivalente a 30 sueldos mínimos), ha emprendido hasta hoy tres acciones para llamar a los ricos a manifestarse con el eslogan: Soy rico, pero me estoy curando.

Durante la primera acción, los activistas regalaron públicamente un reloj Casio de siete euros al publicista multimillonario Jacques Seguela, autor de la frase Si a los 50 años no tienes un Rolex eres un fracasado, quien aceptó subir a la camilla de los achicharrados por el dinero, pagando la honorable multa de exhibir el reloj Casio y prometer que en adelante terminaría con los oropeles.

En la segunda acción, 40 activistas entraron en el lujoso Pabellón Dauphine cuando Jean Sarkozy, hijo del presidente de Francia, se preparaba para dar una conferencia a los Rotarios. Los activistas le preguntaron ¿Por qué hay desigualdades?: Si algunos son ricos es porque han trabajado mucho. Por lo que el colectivo lo premió con un diploma y el libro Sois stage et tais-toi (Sé practicante y cállate) con testimonios de jóvenes de su edad explotados por sus empleadores.

Durante la tercera acción, voluntarios citados en el exclusivo restaurante del hotel Bristol, ingresaron para sentarse entre los discretísimos hombres de negocios y políticos de alto nivel cuyos ingresos anuales van de dos a tres millones de euros. Los activistas pidieron agua y sacaron sus baguetas de pan y quesos para demostrar que es posible alimentarse sencillamente. Pero fueron sacados a la fuerza por personal de seguridad.

Yuriria Iturriaga, corresponsal