e titula el libro que escribió Miguel Ángel Muñoz sobre ese fascinante personaje que fue Gutierre Tibón. Oriundo de Milán, Italia, llegó a México en 1940 y quedó subyugado por la riqueza, misterio y encanto de nuestra cultura. Dedicó gran parte de su vida a desentrañar sus mitos fundacionales y a intentar entender la atmósfera mágica que envuelve el país. Supo combinar la mente científica con el pensamiento mágico-religioso.
Hombre de vastos intereses, incursionó en la filología, la historia, la arqueología y la etnología, sin establecer de manera drástica las fronteras entre unas y otras...
, dice el historiador Álvaro Matute, autor del prólogo. Estas inquietudes se plasmaron en más de 40 libros sobre esas materias y en diversos diccionarios.
Quizás su obra más conocida es La historia del nombre y de la fundación de México, que es el primer libro de la historiografía mexicana que dedica una investigación exclusiva al nombre de un lugar. El libro de Muñoz es una antología que incluye una larga y sustanciosa entrevista que le hizo a Tibón en 1995, cuando contaba con 90 años y continuaba en plena lucidez.
El índice de la obra nos ilustra de la variedad y riqueza del pensamiento del italiano, que se volvió mexicano en lo más profundo del alma. El libro comienza con un acercamiento a los tres volúmenes que hablan de México: el ombligo de la luna
, al de su historia y fundación y a dos interesantes trabajos en los que combina ensayo, crónica y entrevista, mediante los cuales Tibón expresa y busca descifrar los modos de vida en Pinotepa Nacional, un antiguo pueblo mixteco que se niega a morir y un estudio antropológico sobre Olinalá, pequeño pueblo en las montañas de Guerrero.
Después vienen los ensayos y artículos acerca de los mitos. Particularmente subyugante es el del ajolote. El tercer capítulo está dedicado a los Divertimentos Lingüísticos
, que son crónicas de viajes y eventos, muy amenas e interesantes. El cuarto contiene las eruditas Indiscreciones etimológicas
y la entrevista. Cierra el volumen la bibliografía, los documentos y los premios y distinciones en los que sobresalen la condecoración del Águila Azteca, la Cruz al Mérito de la República Austriaca, y la presea Ciudad de México.
El libro se va a presentar hoy domingo 31, a las 12 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el contexto del homenaje que le ofrece la institución a 10 años de su fallecimiento. Los comentarios correrán a cargo de Hugo Gutiérrez Vega, José Francisco Conde Ortega, Álvaro Matute, Bernardo Ruiz y José Luis Trueba, lo que garantiza un acto de lujo.
Al finalizar la presentación simplemente hay que bajar la escalera e instalarnos en una de las mesas del luminoso restaurante, que abierto al vestíbulo, nos permite gozar a placer la impactante arquitectura art-decó. Su dueño, Luis Bello Marín, quien además es connotado chef y cronista, cambia quincenalmente la carta con productos de temporada y con platillos característicos de nuestras múltiples conmemoraciones. Pronto nos deleitará con sus chiles en nogada.
Nos enteramos de sus novedades por unas deliciosas crónicas que envía por correo electrónico, en donde además de describir los platillos, aborda diversos temas relacionados con la gastronomía y a veces algún sabroso chismillo, como la reseña del menú que se le sirvió al presidente Obama en el Museo de Antropología, del que él fue uno de los autores, platica lo que más le gustó al mandatario (la salsa de zapote negro) y lo agradable que se comportó.
Esta quincena nos ofrece unas croquetas de jamón serrano, que me parecen espléndidas para acompañar el aperitivo. Para entrar en materia, puede escoger entre una sopa de calabacitas y cilantro o una crema de chile poblano. De platos fuertes, el salmón al coco y salsa de jamaica, el pollo en vermuth, el filete a la pimienta negra o la auténtica receta del fettucine Alfredo, del que nos cuenta la historia.