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Antes de que llegaran los uniformados los asaltos eran comunes: colonos de la Doctores

Baja la criminalidad en cercanías del Centro Nacional de Arraigos: vecinos

Sin embargo, existe el temor de que un día se dé una balacera “por los narcos que llegan”

Foto
Aspecto de la vigilancia en el centro de arraigosFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de mayo de 2009, p. 27

Para vecinos de la colonia Doctores la presencia de elementos de la Secretaría de Marina y de las policías federales Preventiva y Ministerial que resguardan el Centro Nacional de Arraigos de la Procuraduría General de la República (PGR), ha permitido disminuir considerablemente los índices delictivos en la zona, aunque reconocieron que a veces se sienten intimidados por el fuerte dispositivo de seguridad.

El inmueble, ubicado en la calle de Doctor Albarrán y Eje Central, en los límites con la colonia Buenos Aires y asentado en lo que fuera un hotel de paso, se encuentra rodeado de talleres mecánicos y negocios de venta de autopartes –muchas de éstas robadas, según ha señalado la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal en diversas ocasiones–, que son ofrecidas en plena calle a los automovilistas ante la mirada impasible de los uniformados.

También conocido como Centro de Investigaciones Federales, el lugar parece una pequeña cárcel, por la que han pasado Iván Archibaldo Guzmán, hijo del Chapo Guzmán; Laura Elena Zúñiga Huízar, ex Nuestra Belleza México, relacionada con Ángel Orlando García Urquiza, uno de los líderes del cártel de Juárez, también arraigado ahí; además de sicarios de diversas organizaciones del crimen organizado como los cárteles de Tijuana y del Golfo; los internos más recientes son los 30 funcionarios del gobierno de Michoacán a quienes se les relaciona con la organización delictiva La Familia, de Michoacán.

Desde la ventana de mi casa puedo ver todo cuando traen a alguien, dijo Juan Barraza, quien vive en una unidad habitacional que se encuentra justo enfrente del centro de arraigos, pero la verdad es que ya no lo hago, porque cuando nos ven los policías nos gritan y nos hacen señas de que nos metamos, explica.

Barraza tiene 20 años de vivir en ese lugar y recuerda que antes de que empezara funcionar el centro, los asaltos eran más que comunes a cualquier hora del día a peatones y a automovilistas, pero desde que llegaron los marinos y los elementos policiacos, esto ha cambiado, la delincuencia ha bajado.

El problema es que cuando meten o sacan a alguien, cierran el Eje Central y las calles aledañas, las cuales se saturan de infinidad de patrullas de la Agencia Federal de Investigación (ahora Policía Ministerial Federal). Nada más asustan a la gente y nos tenemos que encerrar en nuestras casas, explicó Juan.

Los colonos aseguraron que en todo el tiempo que llevan en la zona nunca han tenido graves problemas con los marinos o los agentes de la PFP, no se meten con nadie, ni nosotros con ellos, aunque los de la AFI si son como más prepotentes.

Agregaron que nunca han visto o sabido de enfrentamientos por los arraigados. A veces se escuchan balazos, pero pueden ser de cualquier parte, porque en otras sí está más peligroso, pero los soldados únicamente se dedican a cuidar a los presos y no se meten con nadie, dijo Guadalupe Urbina, también vecina.

Aunque Juan Barraza recuerda que en alguna ocasión, tres internos intentaron fugarse, se saltaron la barda una madrugada, lo cual provocó una fuerte movilización policiaca, pero finalmente los atraparon. Razón por la cual, los vecinos tienen temor de que un día haya una balacera, porque “muchos de los que están adentro son narcos”.