Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La diversidad de males sociales en el siglo XXI
L

o malo no es tanto la información obtenida de los prisioneros de las diversas cárceles estadunidenses, sino para qué ha sido usada, y como uno de los casos más conocidos, ahora, baste citar el de Guantánamo durante la guerra de Irak, donde fueron recluidos no se sabe cuántos ni la procedencia de todos esos presos. Abu Ghraib habrá de simbolizar, con el tiempo, lo peor de este conflicto tan absurdo que armaron los otrora gobernantes de Estados Unidos George W. Bush, Tony Blair, de Gran Bretaña, y el español José María Aznar, argumentando que Saddam Hussein tenía ocultas grandes cantidades de armas de destrucción masiva, de las que nunca, por supuesto, fue encontrado el menor rasgo, ni siquiera en los momentos en que era enjuiciado Hussein para llevarlo a la horca.

Lo malo es que hasta la fecha el hoy presidente Barack Obama, a pesar de que criticó la guerra durante su campaña, como uno de los argumentos políticos importantes para ganar adeptos entre los demócratas, mismos que rechazaban esta forma de hacer la guerra, ya que para algunos de ellos aun en plena batalla existe un código de honor para tratar a los prisioneros, pero no solamente entre los partidarios de un cambio en estos inhumanos procedimientos, sino entre la más amplia población, incluidos los republicanos, sus adversarios políticos, que en su mayoría tampoco aprueban la tortura ni la información por medio de la CIA, la que, por cierto, no goza en Estados Unidos del mejor prestigio.

A pocos días de que Obama tomó el poder y de haber hecho el juramento de ley sobre la Biblia, se ha dado cuenta de que aun los ofrecimientos más formales hechos durante la campaña no pueden cumplirse por la oposición más cerrada que se aferra al estatus anterior, representado, en este caso, por George W. Bush, pero que tiene una tradición más larga en un país como Estados Unidos, que está demostrando que quiere cambiar a fondo costumbres y procedimientos que solamente le han generado problemas que se transmiten de administración en administración.

Una demostración de que hay ya una voluntad de cambio es la presencia de Hillary Clinton y de Obama en los dos cargos más importantes de la estructura del poder: la presidencia del país, nada menos, y la Secretaría de Estado, que la señora Clinton desempeña con acierto y suavidad.

Hasta ahora estas viejas resistencias al cambio que se han constituido en un diario problema para el presidente Obama son claro signo de que no será fácil el cambio para las nuevas generaciones de estadunidenses tanto dentro como fuera de esta gran potencia, sujeta también a la gran crisis universal que fustiga a todo el mundo, incluyendo México, como es inevitable, y que ya no quiere más Vietnams ni Iraks, países donde se han defendido ideales más imaginarios que reales, en los que han muerto algunas generaciones de jóvenes de muchos países, ellos o sus hijos y sus parientes más cercanos en un mundo, aquí sí, equipado con armamentos nucleares de una potencia destructiva inimaginable, suficiente para hacer volar en pedazos el planeta.

Ya no pueden hacerse guerras en territorios lejanos que no afecten al resto del mundo. Ni Europa es más el viejo y lejano continente, ni lo es tampoco el en un tiempo llamado propiamente lejano Oriente. Los medios de transporte y de comunicación de los que dispone cualquier país han acortado las distancias, y con ello también han hecho más cercanas y graves las dependencias de unos respecto a los otros –en la paz y no en la guerra. Un caso concreto de ello es el del petróleo y de la energía que se consume y se produce en todo el planeta, pero que no todos los países disponen de los energéticos fósiles ni de los medios naturales para generar la energía para sí mismos, ni mucho menos para los demás.

Medio Oriente no puede seguir indefinidamente en guerra, y en un estado de conflicto que pone a Europa y a Asia también en punto de conflicto, aun cuando esto sea para tomar partido con uno o con el otro para luego llevar a las Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad el problema en el que generalmente difieren unos de otros. México tendrá que tomar posición en algunos de estos conflictos prebélicos o donde ya se matan unos a otros exigiendo la disposición de armas cuyo alcance y poder destructivo son, como se ha dicho, inimaginables, y donde mueren todos los días hombres y mujeres de la población civil, junto con niños que no tienen nada que ver con los conflictos en los cuales se ven involucrados y mutilados o muertos.

Para terminar este preocupante recuento, hay que considerar que en la actualidad el mundo entero está azotado por una crisis económica y financiera que afecta más a quienes menos culpa tienen de lo que sucede. Cada día los especialistas explican a los ciudadanos de todo el mundo que ahora sí, que la crisis está declinando. Lo cierto es que el desempleo aumenta en las grandes industrias que proporcionaban plazas por miles, desde los empleados y los obreros más modestos, hasta los funcionarios directivos que manejan las funciones más complejas. Allí está la industria automotriz, que se ha quebrantado gravemente, y empresas gigantescas, como General Motors y Chrysler, que se han visto envueltas en graves dificultades y despiden diariamente a miles de empleados de todos los niveles y funciones: desde los jóvenes que tratan de forjarse un futuro, hasta los viejos que formaron esas empresas y que dependen completamente de su trabajo para mantener a su familia y para que sus hijos vayan a las mejores universidades para abrirse paso y mejorar la situación que heredaron de sus padres. Las crisis económicas son tan nocivas como las armas de alto poder y destrucción masiva. En suma, en el siglo XXI, que tantas esperanzas despertó en el mundo, las viejas y las nuevas generaciones no son las que se benefician con los conflictos bélicos, ni tampoco con los viajes a la Luna o a Marte, como decía Carl Sagan.