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Aún no aclaran las dudas sobre tu muerte, se lee en una carta

Todo sigue igual, o peor, a cuando estabas, dice activista en el cumpleaños 45 de Digna Ochoa
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de mayo de 2009, p. 14

El Centro Internacional de Intercambio Estudiantil Ecuménico de Hamburgo, Alemania (KIOS, por sus siglas en alemán), divulgó ayer una carta escrita por una de sus activistas en memoria de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa, asesinada el 19 de octubre de 2001 en el Distrito Federal. Así inicia la misiva:

Querida Digna, hoy 15 de mayo de 2009 cumplirías 45 años. Tenías apenas 37 cuando te mataron. Eras abogada, como habías decidido de niña cuando escuchaste a tu papá y sus compañeros desesperarse porque los abogados eran muy caros y los pobres no podían pagarlos para defender sus derechos.

La autora –que no da a conocer su nombre– recuerda el trazo biográfico de la penalista veracruzana y su paso por una congregación de religiosas, donde finalmente decidiría no ordenarse para seguir su vocación de litigar siempre en defensa de gente vulnerable. Ante la impunidad en que quedó el caso, que fue investigado por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, tus amigos a veces hemos sentido desesperación; como cuando las autoridades dictaminaron que te habías suicidado (...) para ser alguien importante.

Quienes seguimos exigiendo justicia en este caso –añade el texto– nos preguntamos: ¿por qué no tenías pólvora en las manos o en los guantes que nunca lograron ponerte bien los asesinos? Los señores de la justicia dijeron que porque la pistola no dejaba manchas de pólvora. ¿Por qué tenías un balazo en el muslo? Los señores de la justicia dijeron que te lo diste tú solita para que todo pareciera un verdadero asesinato. Pero, ¿cómo logró Digna darse un balazo desde atrás y por la izquierda si era diestra?... mmm... con un poco de empeño y paciencia se logran esas cosas. Los señores de la justicia dijeron: fue suicidio y punto.

En la misiva se recuerda que después de cerrado el caso se logró reabrirlo y demostrar, mediante dictámenes independientes, que la tesis del suicidio era imposible.

Finalmente, señala que el año pasado hubo un intento de secuestro del cacique de Petatlán, en la Costa Grande de Guerrero, quien presuntamente habría pagado a los sicarios que la ejecutaron. Se refiere a Rogaciano Alva, ligado posteriormente con el cártel de Sinaloa y actualmente prófugo.

Desde aquel homicidio han pasado ocho años y –dice la autora– “tu caso sigue estancado y casi todo igual –o peor– que cuando tú estabas por aquí”.