Valencia, 12 de mayo. Athletic de Bilbao apelará a su furia, a su tradición y al recuerdo de que hace 25 años no gana un título para tratar de superar este miércoles al Barcelona, en la final de la Copa del Rey, el primero de los tres trofeos que ansían los azulgranas.

Como lo hizo el Chelsea en las semifinales de la Liga de Campeones, Athletic de Bilbao, único equipo de la liga española sin extranjeros, planteará un partido físico ante el futbol de toque y combinación del Barça, que luego de casi celebrar el domingo el título de liga, desea levantar ya una corona.

Iremos al límite, advirtió el técnico del conjunto bilbaíno, Joaquín Caparrós, gran motivador de jugadores y uno de los artífices de que el Athletic luche por el título, un cuarto de siglo después.

Fue la copa de 1984 el último cetro de un equipo rojiblanco hegemónico entonces en España. Ganó la final 1-0 al Barcelona del argentino Diego Armando Maradona.

Mañana estará con el número 10 sobre la casaca azulgrana el que muchos consideran como su sucesor, su compatriota Lionel Messi, quien disputará la segunda final con el Barcelona, tras haber perdido la Supercopa de Europa contra el Sevilla en 2006.

Ante las ausencias por lesión de Andrés Iniesta, Rafael Márquez y Thierry Henry, Messi cargará con la responsabilidad del equipo, formando ataque junto a Samuel Eto’o y el joven Bojan Kric, quien ha aportado cuatro goles en el torneo.

Sabedor de su desventaja técnica, Athletic tratará de llevar el choque a lo emocional, a lo físico, consciente de su buen estado y de que el cuadro catalán no atraviesa por un buen momento dado el desgaste de los recientes partidos.

La final tiene también un afilado perfil político, ya que separatistas vascos y catalanes anunciaron protestas ruidosas en presencia del mismo monarca. Muchos temen lo que sucederá pocos minutos antes del inicio del partido, cuando el rey Juan Carlos I aparezca en el palco presidencial del estadio de Mestalla y después se escuche el himno español.