En Emilio y el viaje sin tesoro la autora confronta dos realidades: la onírica y la cotidiana
Domingo 10 de mayo de 2009, p. 5
Para la escritora Carmen Leñero la soledad de niños y jóvenes no es algo necesariamente negativo, incluso podría ser positiva y necesaria. Además, plantea que los pequeños, y en general todo mundo, no sólo se mueven entre la realidad y la fantasía, la vida diaria y el sueño, sino entre el afuera
y el adentro
de uno.
Más aún, agrega Leñero en entrevista con motivo de su nueva novela, Emilio y el viaje sin tesoro, en los niños todos esos planos no sólo no están separados de manera tajante, sino que conviven entre sí.
Este libro de aventuras internas y externas está editado en la colección A la Orilla del Viento, del Fondo de Cultura Económica, con ilustraciones de Xan López Domínguez, que la autora considera hermosas y apropiadas para la historia, y al mismo tiempo creativas y propositivas
.
–¿Cómo surgió la idea de un viaje de aventuras a través del sueño, y combinar las dos realidades de Emilio: la cotidiana y la onírica?
–Creo que todos vivimos así, como en dos realidades: lo que imaginamos y lo que vemos, y lo confrontamos constantemente, especialmente los niños. No sólo dos realidades, sino varias. La idea inicial surgió de una costumbre que tenía de niña, de construir mi refugio imaginario para poder dormir. Y este personaje decide que además podría construir una embarcación y lanzarse a la aventura.
–Es interesante que se intercalen las dos realidades.
–Claro, y por otro lado, pareciera que aunque se trate de un sueño, Emilio puede más o menos modificarlo con voluntad. Y esto es lo que pasa con las realidades simbólicas y la fantasía, en la que uno puede generar inventos, pero éstos también tienen su propia lógica. En eso consiste un poco la aventura, en cómo la rea-lidad y la fantasía se mueven, intercalan y dialogan entre sí.
–En esa interrelación centró las peripecias, los retos a vencer, etcétera.
–Exacto, como que la aventura, aunque tiene su propia lógica, va respondiendo a lo que sucede durante el día o en la vigilia. Sí va siendo una respuesta metafórica, imaginaria, de lo que está pasando en el día, aunque sean aventuras, episodios y anécdotas muy distintos. Pero también hay una relación entre lo que pasa en la aventura del sueño y lo que le pasa a Emilio en su mundo cotidiano.
–Otro asunto en la vida del protagonista parece ser su soledad, algo común en niños y jóvenes de hoy.
–Si es hijo único, sobre todo, porque cuando hay hermanos, existe convivencia, aunque los papás trabajen. Sin embargo, creo que todos los niños tienen un espacio de soledad, pues viven su propio proceso de ser niños, diferente al de los adultos. El niño está viviendo y aprendiendo a vivir con su propio proceso, donde la imaginación juega un papel importante.
Sin soledad, vida emocional coja
–¿Entonces la soledad no sería algo negativo, sino un espacio necesario para el crecimiento emocional y humano de los niños?
–Claro, y también un espacio de aventura, diversión y exploración. Porque se explora con otros en el mundo, pero también, eso que conoces afuera lo tienes que llevar a tu espacio para interpretarlo y cambiarlo. Entonces, la soledad es una parte necesaria de la conciencia, y de la vida emocional, si no, dicha vida estaría coja.
–También es interesante la búsqueda de metas o tesoros tanto afuera
de uno, en la llamada realidad, como adentro
.
–Sí, no sólo son la fantasía y la realidad, sino también la búsqueda hacia afuera y hacia adentro, y tiene que ver una con otra. De repente, en una puedes encontrar cosas que sirven mejor en la otra. Y a veces, después que uno ha buscado adentro, es afuera adonde encuentra. Porque la aventura de Emilio es interna, pasa en su cabeza; sin embargo, tiene que ver con cómo vive las cosas, después le hace encontrar cosas afuera. Y al revés, las cosas de afuera modifican sus sueños, su búsqueda y sus preguntas, y sus perplejidades interiores, conscientes o inconscientes, o del sueño, o imaginarias, como se les quiera llamar, pero que ocurren en su cabeza.
“Podría pensarse que durante su aventura Emilio está sólo. Y no es cierto, es cuando está más acompañado, con toda la tripulación del barco, voces o personajes internos.
En esa aparente soledad hay también un modo de sociedad. Y afuera tiene a los padres, los amigos. Y una de sus relaciones más importantes es con el abuelo, ya muerto, pero Emilio recurre a los recuerdos de cuando estaba vivo. Entonces, ¿cuál es el espacio más solitario: el de la fantasía, el de la realidad, el de adentro, el de afuera? A veces uno y a veces otro, o se entremezclan.