Ensordecimientos
s posible ensordecerse oyendo música? Desde luego que sí. ¿Es posible ensordecer a la poesía leyendo poesía, o escribiéndola? La respuesta es más difícil, pero parece que también. Lo que suele denominarse mala poesía, sea esto lo que esto sea, ejemplifica el aserto. Pero un equivocado o equívoco análisis de un (buen o mal) poema no se queda atrás. Moneda corriente entre los enterados es que un segundo o secundario lenguaje literario (crítica, comentario, reseña, apreciación…) puede bien difundir engañosas valoraciones sobre el primero o primario (económicamente llamémosle obra): mostrarlo rozagante sin que en verdad lo esté o, bromeemos un poco, desahuciado cuando su enfermedad no es terminal.
¿Es posible ensordecer a la poesía aun dedicándose (y aquí intentamos rebasar lo escrito) a la poesía? Al golpear la piedra en espera del agua más de tres veces, Moisés ensordeció a su propia fe (lo que le costaría no arribar a la tierra prometida).
Conjeturar y demorarse en son expresiones que remiten a Borges. El libro hómonimo, los diarios que respecto a su mayor amigo, dejó Adolfo Bioy Casares, ofrece otra: ¡Qué bruto!, ciertamente oral. No dudamos que hablando del pasaje bíblico aludido el autor de El Aleph pudiera aplicarla al patriarca del pueblo hebreo.
El ensordecimiento, tanto en lo que hace a la poesía en general (música por supuesto incluida) como en lo particular a la poesía escrita, no es asunto sin consecuencias. Y sin embargo hay otro tipo de ensordecimiento, que en efecto no es tal, sino un ensordecimiento al ensordecimiento, una afinación del oído.
Borges mismo (o más exactamente su ¿exégeta?, ¿perseguidor?) da una muestra de ello al citar infielmente este verso de John Donne: Rob me, but bind me not, and let me go, que en nota al pie Daniel Marino traduce: Viólame, pero no me ates, y déjame partir (el diccionario que consulto para el verbo inicial únicamente propone Róbame, Asáltame y Atrácame; confiemos en el editor).
Seguramente por un lapsus para Bioy afortunado (no sé inglés; acríticamente me sumo a su percepción), Borges sustituye la primera palabra por Love, en beneficio ignoro si del poema (The indifferent) o nada más del verso.
Las formas de ensordecerse –de ponerse o volverse sordo– son muchas, tentado estoy a decir que infinitas; no sucederá lo mismo, conjeturo, con las de ensordecer al ensordecimiento, con las de voluntaria o involuntariamente afinarse, con las de por naturaleza o cultura mostrarse inclinado a la afinación (quién tuviera la suerte de que alguien, ensordeciendo al ensordecimiento, leyera afinada, atinadamente, nuestros errores, la poesía que detrás de nuestra mala redacción vital entre que habita, palpita, que está, ¿es?).