La forma y el fondo
as evidencias indican que el presidente Barack Obama está dispuesto a continuar con su propuesta de cambio en el gobierno de Estados Unidos. Por lo menos dos de sus más recientes decisiones van en ese camino.
Ante los primeros mandatarios de América Latina y el Caribe, en Trinidad y Tobago, anunció la necesidad de revisar la política con Cuba, y el primer paso fue levantar las restricciones en los viajes a la isla. La decisión causó reacciones encontradas. A algunos, entre ellos no pocos comentaristas cuya cruzada en contra del régimen cubano proviene de sus relaciones con el poderoso lobby cubano en el exilio, les pareció una aberración. Para otros fue un gesto simbólico, pues lo pertinente hubiera sido levantar el bloqueo de una vez por todas. La discusión tiene antecedentes históricos que se remontan al origen de la revolución cubana. Lo prudente es preguntar a las familias cubanas que tendrán posibilidad de reunirse por primera vez desde hace varias décadas si, aun con las limitaciones, sienten simpatía por ese primer gesto. En una encuesta reciente de PEW, poco más de 50 por ciento de los cubanos residentes en Estados Unidos estuvieron de acuerdo. Entre los jóvenes fue más de 70 por ciento.
Su decisión de dar a conocer la memoranda de inteligencia en torno al trato (tortura física y sicológica) a los prisioneros de guerra
durante el gobierno de Bush puede ser más complicada para él. Ha dividido a los miembros de su partido y a los de su administración, según dio cuenta un programa de la cadena PBS. Era de esperarse que la mayoría de los republicanos la desaprobara, pues hay indicios de que el gobierno de Bush violó la Constitución y convenciones internacionales suscritas por Estados Unidos que condenan la tortura. Es más, en los años 50 el gobierno estadunidense juzgó y condenó a soldados japoneses que aplicaron métodos similares durante la Segunda Guerra Mundial y a sus propios soldados por el mismo hecho en Vietnam. El problema para el gobierno de Obama es qué hacer con esa información, más si se comprueba que altos funcionarios del gobierno anterior estuvieron involucrados en las órdenes de torturar.
Obama está demostrando que tiene intenciones de cambiar la sustancia del quehacer político. Ahora bien, que con ello intente cambiar el régimen dominante, eso ya es otro cantar. Son apenas 100 días de gobierno para llegar a tamaña conclusión.