stamos ante una emergencia sanitaria con características que, desde que recuerdo, nunca se había presentado en México. El secretario de Salud anunció la noche del jueves, desde la residencia presidencial de Los Pinos, medidas sorpresivas ante el desarrollo de una enfermedad. El mensaje incluyó la suspensión de las actividades escolares en el Distrito Federal y el estado de México, entre otras medidas preventivas. La causa de esta inusual presencia fue la preocupación causada por el curso que, en los 10 días anteriores, había tomado en nuestro país una patología viral: la influenza.
La preocupación estaba plenamente justificada. Los primeros casos se informaron desde el 13 de abril, y cinco días después había 120 personas internadas y habían ocurrido cinco fallecimientos. Para el viernes 24 de abril, ya eran más de mil las hospitalizaciones y se habían presentado 60 defunciones, lo que indica la velocidad con la que se propaga el mal.
Si bien el mayor número de casos documentados se presenta en el centro del país, abarca ya una vasta porción de nuestro territorio.
Los casos reportados incluyen hoy a los estados de Chihuahua, Sonora, Baja California, San Luis Potosí, Veracruz, Oaxaca e Hidalgo. Se trata de una epidemia que pone en alerta no sólo a las autoridades sanitarias de nuestro país, sino a todos los sistemas de salud del mundo.
Los criterios para enfrentar la epidemia han variado en pocos días. Primero se pensó que se trataba de la fase final de la influenza que se presenta en invierno, y se atribuyó al contagio con personas de otros países, como Estados Unidos. Entonces se consideró que bastaría con incrementar la vacunación que se realiza ya frente a la influenza estacional. Pero aparecieron datos que resultan claves: primero, que ocurrió un repunte de la enfermedad en una época imprevista, en plena primavera (abril), afectando a personas que no forman parte de los sectores vulnerables (niños y personas mayores), sino a grupos de edad que incluyen a los jóvenes y adultos jóvenes.
Para enfrentar una contingencia como ésta no se pueden dar palos de ciego. Lo primero que se necesita es identificar al agente causante de la enfermedad. Está plenamente confirmado que 20 de las personas que han muerto han adquirido un virus de la influenza de origen porcino. Se trata de una zoonosis. Cada vez es más frecuente la aparición de enfermedades virales que tienen su origen en otras especies, como el virus del VIH/sida, o la influenza aviar (que afortunadamente no ha tomado proporciones de pandemia), en la que hay una transmisión de animales a humanos. La influenza en los cerdos se conoce desde hace muchos años, y uno de los primeros casos de transmisión de humano a humano fue reportado por Wells en 1991, en el Journal of the American Medical Association.
La mutación del virus de la influenza porcina crea una nueva especie que favorece la transmisión entre humanos, y ésta parece ser la explicación de la actual epidemia en México. Hay alerta en los sistemas de salud en el mundo, que esperaban con temor la diseminación de la gripe aviar y ahora tienen que enfrentar, junto con nuestro país, esta nueva amenaza.
Esta epidemia muestra algunas de las debilidades de nuestro sistemas de salud. Pues si bien se ha actuado con prontitud, la confirmación del tipo de virus implicado ha dependido de la asistencia de sus homólogos en Canadá y Estados Unidos.
Es muy importante señalar que las vacunas empleadas frente a la influenza estacional (que se compran a empresas privadas) tienen escasa o nula efectividad frente a esta epidemia, por lo que estamos a merced del virus, pues la prevención sólo incluye medidas higiénicas generales, que son indispensables, pero más o menos absurdas, como no besarse o estornudar en la parte interna del codo, y se enfrentará mediante el uso de medicamentos antivirales, como el oseltamivir y el zanamivir (que también se compran a empresas farmacéuticas).
Lo más importante es actuar racionalmente. Enfrentamos una situación grave, pero no debe generarse pánico. Ha habido una disminución de los casos (según ha informado el doctor Córdova Villalobos). Hay que seguir las recomendaciones de la Secretaría de Salud, que ahora está coordinando las acciones para enfrentar la epidemia. Los datos que vayan surgiendo en las próximas horas serán indicativos de lo que hay que hacer en los días por venir.