La galería Hilario Galguera, que el pasado 6 septiembre abrió una segunda sede en Leipzig, Alemania, fue invitado a montar un proyecto en el hall número 12 del conjunto Spinnerei para el último fin de semana de abril, encargo que cobrará forma mediante la exposición Imperio.

Imperio, explica Galguera, no será una exhibición común y corriente, sino un planteamiento mucho más puntual, donde se hará una muestra de la escena contemporánea en México. Por supuesto, aprovecharemos a los artistas que trabajan con la galería, aunque se enviarán piezas adicionales mediante la colaboración de otras instituciones.

Se trata de una especie de respuesta a toda la influencia que ha tenido Europa durante tantos siglos en este continente. Pensamos regresar un poco a esta idea, pero no la del imperio avasallador o expoliador, o con afán de conquista, sino demostrar que pues sí fuimos parte del impero, pero regresamos con uno de ideas, de imágenes, de sueños.

Galguera amplía: Como siempre he dicho: el panorama en México es amplísimo. También estoy convencido de que la galería ni abarca todo ni tiene las relaciones con todos los elementos de lo que sucede en México. La galería tiene su agenda muy particular; desde luego tratamos de ser lo más incluyentes posible. No pretendemos decir que en la galería se puede ver el panorama completo de la contemporaneidad mexicana, pero sí se pueden ver ciertos destellos en distintos medios. Trabajamos con pintores, fotógrafos, escultores y artistas conceptuales.

La actividad de la galería, que el 17 de enero abrió en Leipzig la muestra Dragée, de la griega Athina Ioannou, ocurre en plena recesión económica.

–¿Cómo afectará el mercado del arte la actual crisis financiera?

–No lo veo sólo como una recesión desde el punto de vista financiero. Sé que a corto o mediano plazos desaparecerán galerías, artistas, curadores. Habrá una depuración en la que los proyectos profesionales, en todos los sentidos, subsistirán.

–¿Sobrevivirá el más fuerte?

–Sí, porque las condiciones están dadas para eso. Es decir, ya no hay excedentes en el sentido de generar o apoyar cualquier proyecto, comprar cualquier cosa, de poder vivir de esto de manera relativamente cómoda.

“Por supuesto, los apoyos financieros, los insumos, estarán mucho más calculados. Ante una falta de recursos económicos, los que de alguna manera están encargados de distribuirlos, las fundaciones o los organismos estatales o los coleccionistas mediante su actividad dentro del mercado, van a medir con mucho más cuidado qué es lo que verdaderamente se tiene que apoyar, promover, incorporar a las colecciones.

Insisto: eso se hará tras pensarlo más de dos veces, por lo que aquellas propuestas, digamos así, oportunistas, van a desaparecer. No me refiero sólo al ámbito mexicano, eso es en todo el mundo. Creo que también se va a replantear el papel de las galerías como intérpretes, promotoras y distribuidoras, por qué no, del arte. Pero para eso se requiere de un conocimiento que va más allá de la simple oportunidad social. Habrá una limpia.

Galguera vislumbra el panorama como “un bosque sobrecogedor, donde es muy difícil ver cuáles son los caminos que te llevan a algo, insisto, por la gran diversidad de elementos, ideas, que están sucediendo, y que además no hay un sistema de clasificación o categorización que sea lo suficientemente riguroso, o que lo haya sido, como para definir aquello que sí estaba bien planeado y bien estructurado, y de alguna forma desechar lo que tenía fundamentos endebles.

Creo que sí acabamos de pasar por una etapa de gran confusión, pero al mismo tiempo de gran riqueza; pero ahora será distinto. La riqueza persistirá y será más fácil tener los indicadores de aquello que sí está bien hecho. No sólo me refiero a los artistas y sus propuestas, sino también a todos estos sistemas de interpretación y de traducción de los lenguajes plásticos por medio de los curadores y teóricos; las publicaciones que se hacen en revistas.