l proceso de elección abierto por el PRD de candidaturas externas provenientes de los movimientos sociales podría desembocar en un ejercicio interesante de práctica democrática y madurez política si, al mismo tiempo, este proceso permite llevar la discusión de las agendas sociales del país más allá de las estructuras del partido. Una candidatura independiente debe servir para fortalecer los movimientos sociales, no para debilitarlos, dividirlos o cooptarlos. A los partidos de izquierda les conviene que existan liderazgos y movimientos sociales fuertes porque representan potenciales aliados políticos en una infinidad de causas.
Pero para que resulte creíble, la dirigencia del PRD está obligada a realizar un proceso transparente de elección de las candidaturas externas, al margen de las negociaciones y los estira y afloja de las corrientes internas. En primer lugar, está obligada a escuchar las propuestas verdaderamente independientes, no identificadas con las diversas corrientes del partido y sí apoyadas por sectores representativos de los movimientos sociales. De ello depende que el principal partido de la izquierda pueda establecer pactos y alianzas con los movimientos sociales.
Desde este punto de vista, lo que más conviene al movimiento de la diversidad sexual es una candidatura que fortalezca su autonomía e independencia y no una que sólo sirva para reclutar adeptos al partido o para promover carreras políticas personales. O peor, que se disfrace como externa una candidatura que en realidad está afianzada en una de las corrientes internas del partido.
La principal conquista política del movimiento de la diversidad sexual en lo que va del siglo es sin duda la Ley de Sociedad de Convivencia, producto de movilizaciones ciudadanas, discusiones públicas, polémicas en los medios e intensos cabildeos y debates legislativos. Pero, sobre todo, producto de la tenacidad y la habilidad política de Enoé Uranga, diputada lesbiana que la impulsó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Por primera vez en mucho tiempo, el movimiento de la diversidad sexual volvió a contar con un liderazgo firme y ampliamente reconocido. Un acierto de Uranga, a diferencia de las otras diputaciones gay y lésbicas, es que se apoyó y concertó en todo momento con los grupos y personas del movimiento de la diversidad sexual que conformaron una red de apoyo, siempre tomando en cuenta lo que más convenía al movimiento. La relación constante y la rendición de cuentas a los sectores que la respaldan es la única garantía que tienen las diputaciones independientes para preservar su autonomía.
De esa rica experiencia, que tomó siete años, sale la propuesta y el amplio respaldo a Enoé Uranga como candidata ciudadana independiente a una diputación federal por parte del PRD. No es gratuito que haya recibido el apoyo mayoritario de los grupos y personalidades de ese movimiento. En ella se conjugan trayectoria política, experiencia legislativa, capacidad gestora y amplia representatividad. La acompaña en la fórmula Claudia Hinojosa, pionera del movimiento lésbico-gay, fundadora de una de sus primeras organizaciones.
La relación del PRD con el movimiento de la diversidad sexual no ha sido del todo afortunada. La aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia en 2006 permitió finalmente recomponer en algo esa relación dañada. La elección de la fórmula Uranga-Hinojosa como candidatas externas a una diputación no sólo ayudaría a desbrozar el camino para un mejor entendimiento sino que significaría toda una definición de partido moderno de izquierda que abandona el clientelismo político y la visión coorporativa para optar por establecer relaciones de respeto y reconocimiento con los movimientos sociales.