omo hasta el año 2000 se había hecho muy poco, y mal, en pro del ambiente y los recursos naturales del país, el primer gobierno del cambio
destacó la importancia que tenían los recursos hídricos y forestales del país. Para revertir la situación negativa imperante en esos dos campos, se anunció un amplio programa para cuidar y acrecentar un patrimonio considerado de seguridad nacional. Todo ello acompañado de manejo cristalino del dinero público y de evaluaciones oportunas para medir logros y fallas en el cumplimiento de los objetivos propuestos. Lo que fue un arranque espectacular, con amplio espacio en los medios, no llegó al primer año. Seguramente porque el señor Fox encargó a otros, o a otra, el changarro para el que fue electo, y se fue de gira.
La promesa de cambiar el panorama ambiental del país terminó con malos resultados, tantos que el sucesor de quien ahora despacha en su rancho anunció una nueva política de Estado para el agua, los bosques y selvas. Y, como a grandes retos, grandes promesas, nada mejor que dibujar metas jamás alcanzadas. Tan espectaculares que la resonancia llegó a los organismos internacionales relacionados con el medio ambiente, que no dudaron en otorgar al licenciado Calderón un premio por su magno programa forestal.
México y el planeta se enteraron de que en un día, en un año y en un sexenio, se sembrarían miles y millones de arbolitos para así contrarrestar la deforestación, que arrasa cada año con alrededor de medio millón de hectáreas. Ahora sí, un programa a la altura del segundo sexenio del cambio, del partido de la moral y las buenas costumbres: ProÁrbol se llama y de contar sus bondades se ocupó la publicidad oficial. Ahora sí, un presupuesto nunca visto para que campesinos y empresarios sembraran y cuidaran millones de plantitas, además de honradez en el manejo de los recursos, apoyo técnico, los mejores hombres al frente del programa, evaluaciones estrictas.
Aunque desde un principio organizaciones campesinas y ambientales pusieron en duda las cuentas alegres de los funcionarios encargados de ProÁrbol, la respuesta fue descalificar a los críticos y decir que todo marchaba sin novedad: más de 4 millones de personas beneficiadas en un millón de hectáreas y aplicación correcta del presupuesto. Sin embargo, según cálculos oficiales, más de la mitad de lo plantado fueron cactáceas y 90 por ciento de lo sembrado en 2007 ya no existe; apenas crecerá uno de cada 10 árboles. Además, se duda del destino final de los 2 mil 700 millones de pesos invertidos para la reforestación, mientras grupos campesinos de varias entidades, a los que debería beneficiar ProÁrbol, se quejan del favoritismo y de que se aplicaron criterios partidistas al otorgar los apoyos. El PRI pintado de azul. Además de que la improvisación, la falta de técnicas de siembra y cuidado privaron en las áreas seleccionadas para reforestar.
Estas y otras irregularidades también las encontró la Auditoría Superior de la Federación (ASF), lo que forzó la renuncia del director de la Comisión Nacional Forestal, José Cibrián Tovar. Al dar posesión como nuevo titular de la comisión a Carlos Rodríguez Conbeller, el secretario del Medio Ambiente consideró normal
la renuncia, minimizó las irregularidades que encontró la ASF y anunció ajustes a ProÁrbol para fijar sus acciones y las de las plantaciones forestales comerciales, muy criticadas por expertos en la materia. Todas las dudas serán aclaradas, prometió el funcionario. De lo que no parece haber duda es de la manipulación de resultados y manejo discrecional y político de los recursos públicos. Todo con el objetivo de sumar adeptos al partido en el gobierno y hacer creer a la gente y a los organismos internacionales que el segundo gobierno del cambio
había cumplido metas y objetivos nunca vistos.
Mientras, el más reciente informe de Naciones Unidas sobre los bosques del mundo señala que México ocupa el lugar nueve entre 225 países en pérdida de superficie forestal. El gobierno que prometía ser del empleo, la seguridad y la mejor distribución del ingreso, naufraga en su intento de poblar de árboles el país.