ongámonos en los zapatos de la madre de una niña violada, sólo por un minuto:
“–Cuando vi cómo estaba mi hija, me desesperé y pensé que a ese hombre lo podría yo despedazar, hacerle lo peor. Encontré a Paulina con las piernas sucias de sangre: ‘Mamá, me violó ese hombre’. –¿Cómo? –le dije. –Sí –me dijo. Ora si que como es una niña la desgració. ¿Fue ese el hombre que entró a robar? –Sí, ese fue. Le preguntó que cuántos años tenía y ella respondió que diez. ‘Pues no pareces de diez pareces de más’. Le rogué: Agarra y llévate lo que quieras pero déjanos. ‘Cállate, puta, cállate, porque te voy a matar delante de tus hijos’. Mi niña se quedó quietecita, quietecita pero escuchó todo. El hombre rompió la sábana y me amarró los pies, me puso boca abajo, me jaló los brazos por detrás, los amarró y me tapó la boca. Ya le hizo ‘eso’ a mi hermana y empezó otra vez, se salía y entraba, se salía y entraba. Creí que ya se había ido, pero no, volvía a entrar y nos amenazaba […] A los quince días acompañé a Paulina con la doctora porque no le bajó su menstruación –recuerda María Elena–. ‘Su hija está embarazada’, anunció la doctora. A mí me dio rete harto coraje”. Bueno, yo puedo hacer el legrado, pero necesito la autorización del Ministerio Público
(Elena Poniatowska, La herida de Paulina, Planeta, 2007).
Lo que pido al lector al iniciar estas líneas es un acto imposible. Nadie experimenta en cabeza ajena. Y sin embargo, hay que actuar, ante los riesgos que corre cualquier persona, aunque no se hayan vivido en carne propia. Hace 10 años que a la joven Paulina, de Mexicali, le negaron el acceso a un aborto legal, al cual tenía derecho. La engañaron a ella y a su madre, a quienes doblegaron al inventar una alta probabilidad de muerte en caso de someterla al aborto. ¡Mintieron! Cualquier médico sabe que un aborto tiene menos riesgos que una apendicitis. El Estado la obligó a ser madre, y algo peor: a criar y sostener al hijo de su violador, a cargar con esa herencia para siempre.
El actual secretario de Salud, José Córdova Villalobos, y su abogado general, Bernardo Fernández del Castillo, quieren que todas las mexicanas gesten, den a luz, amamanten, críen y sostengan por toda la vida al hijo de quien las violó. Se trata de dos señores insensibles, de dos personas que aunque nunca han parido ni tienen chichis, bien podrían tener un poco de compasión hacia las mujeres mexicanas, o hacia sus hijas, cuando menos, si el interés colectivo no les mueve las entrañas.
Por eso Córdova Villalobos canceló, a última hora, su comparecencia ante las diputadas federales del pasado miércoles. Sabe lo que ellas le iban a reclamar: el intento de modificación de la Norma Oficial Mexicana sobre violencia familiar, sexual y contra las mujeres (NOM 046). Dicha norma fue actualizada, consultada públicamente y aprobada el 21 de julio de 2008, y se apega a las leyes mexicanas y a los compromisos internacionales de México: obliga a la Secretaría de Salud a ofrecer la anticoncepción de emergencia (AE) y la interrupción legal del embarazo (ILE) a las mujeres víctimas de violación. Ahora ellos quisieron sorprendernos con una nueva versión, en la que pretenden eliminar la obligación del Estado y del personal médico de ofrecer específicamente como opción la AE y la ILE a las víctimas de violencia sexual. No se trata solamente de machismo y misoginia, que son desde luego dos de sus pasiones, también es ignorancia y falta de ubicación política.
Solamente unos cuantos países niegan a las mujeres violadas el derecho a un aborto legal, y más bien la tendencia es para autorizarlo en todo el planeta. En nuestro país está despenalizado por esa causal desde hace más de 70 años en todas las entidades, lo que hacía falta era justamente que la norma obligara al Estado a ofrecer el servicio, a fin de garantizar un derecho que era letra muerta. Los funcionarios de salud desconocen que México se comprometió, ante las Naciones Unidas y desde el año de 1994, a garantizar el acceso al aborto seguro de acuerdo con las normas locales, y que actualmente México preside la Comisión de Población y Desarrollo para América Latina y el Caribe, en la cual se evalúan los avances de dichos compromisos internacionales. Tampoco se han enterado de que Barak Obama giró 180 grados la política anti-choice de George Bush y que el país vecino va a dejar de financiar las políticas internacionales que protegían a los fetos y atacaban el derecho a decidir de las mujeres.
Felipe Calderón dio anuencia al involucrar a la consejería jurídica de la Presidencia en los pretendidos retrocesos legales. Los funcionarios panistas nunca han mostrado interés por garantizar una vida libre de violencia para todas, ni para todos, poco les preocupa que seamos el peligroso país de la violencia
. Ojalá nunca los violen a ellos ni a sus hijas: sería una dura lección para entender de qué estamos hablando.