Usted está aquí: sábado 14 de febrero de 2009 Espectáculos “¡Hasta un novio perdí por culpa de El Santo!”: Lorena Velázquez

■ Estudió ballet y teatro en Bellas Artes, pero es recordada como Zorina, la reina vampira

“¡Hasta un novio perdí por culpa de El Santo!”: Lorena Velázquez

■ En entrevista, la actriz comparte anécdotas y su versión del mítico héroe

■ “Cuando lo vi sin máscara me dio un shock; tenía sus pestañotas, su carita redonda”, recuerda

Juan Manuel Vázquez

Ampliar la imagen Trabajar con El Santo le empezó a dar "cosa, y decidí cobrarle más, ¡y me pagó!; así que dije: ‘que digan misa, yo estoy encantada’", contó la chica-Santo Trabajar con El Santo le empezó a dar “cosa, y decidí cobrarle más, ¡y me pagó!; así que dije: ‘que digan misa, yo estoy encantada’”, contó la chica-Santo Foto: Tomada del libro Cine mexicano de ciencia ficción. Coedición UNAM/ Landucci

Una señorita de buena familia, que estudia ballet y teatro en Bellas Artes, no puede terminar como la reina de las vampiras. A menos que esté dispuesta a arriesgar su prestigio artístico y social en producciones de cuestionada calidad, pero que a la larga han sido reivindicadas por nuevas generaciones de nostálgicos que las elevan a objetos de culto.

Lorena Velázquez, quien filmó cinco cintas con el legendario Enmascarado de Plata, tomó esa decisión y soportó burlas, comentarios malintencionados y la pesada carga de ser para siempre la chica-Santo por excelencia, que al final adquirió el estatus de icono inseparable del cine de luchadores y de ciencia ficción, por lo cual ha sido homenajeada en distintos contextos; el más reciente, en noviembre, en el festival El Futuro más acá, en Nueva York, y meses antes en el Festival de Cine Latino, de San Diego.

La actriz, que será recordada como Zorina, la reina vampira, en Santo contra las mujeres vampiro, de Alfonso Corona Blake, de 1962, comparte divertida su versión del mítico héroe, a 25 años de la muerte del luchador Rodolfo Guzmán Huerta.

“¡Hasta un novio perdí por El Santo!”, recuerda entre carcajadas la jovial reina vampira. “Me dijo: ‘¡Usted haciendo películas con El Santo, qué horror, qué espanto!’ No le hizo nada de gracia mi trabajo, y yo le echo la culpa de eso a El Santo”, dice y suelta tremenda carcajada.

Yo con Shakespeare, tú en Atacan las brujas

Nada fácil para una joven que se formó académicamente en técnica teatral con Fernando Wagner, historia del teatro con Francisco Monterde, actuación con Clementina Otero, además de su cercanía con Seki Sano, con quienes aprendió a trabajar los personajes con precisión de relojero, o con el interés de sicoanalista, como ella reconoce. “Yo quería hacer grandes cosas de arte, Shakespeare, y de repente… ¡me ponen a trabajar con El Santo!, y todo mundo se empezó a burlar de mí.

“Mi hermana Tere me hacía burla y me decía: ‘¡Caray!, yo en William Shakespeare y tú en Atacan las brujas, con El Santo’. Y pues sí, me empezó a dar un poco de cosa, y decidí cobrarle más a El Santo, ¡y me lo pagó! Porque quería que trabajara con él; así que dije: ‘que digan misa pero yo estoy encantada’.”

–¿Y cómo percibe ahora este entusiasmo de las nuevas generaciones aficionadas a El Santo?

–Con respeto y cariño; me dicen que debo estar orgullosa de lo que hice. Yo les he dicho la verdad: que estaba orgullosa de la cinta El rapto de las sabinas, basada en la pintura que está en el museo Louvre. Esa película pasó sin pena ni gloria. Pero las de mayor impacto, las de mayor trascendencia en mi carrera fueron las de ciencia ficción y, sobre todo, las de El Santo.

–¿La inmortalizó el cine de El Santo?

–Claro, además porque artistas e intelectuales de este país reivindicaron al personaje.

Para no estar en deuda, recuerda, ella le salvó la vida al luchador durante la filmación de una película. Pequeña anécdota que si se lee con la dosis suficiente de malicia adquiere alcances de episodio histórico:

Estaba un día El Santo a punto de arrancar su auto deportivo descapotado, cuando la capa del superhéroe se enredó en la llanta trasera.

–“¡Santo! ¡Deténte!”, le gritó asustada Lorena Velázquez, quien recordó parte de su educación privilegiada al asociar esa escena con el accidente fatal que sufrió la bailarina estadunidense Isadora Duncan.

El Santo, detuvo su auto, extrañado, con temor de que le acechara un peligro más en su misión por el bien. Entonces, Lorena corrió a él con gracia y le desenredó la capa, no fuera a pasarle lo mismo que a Isadora. Él sólo sonrió por el detalle, y siguió su escena, pero muchos en la producción empezaron a contar que Lorena Velázquez le había salvado al vida al Enmascarado de Plata. “¡Imagínate!”, dice sin poder evitar un nuevo arranque de risa, quien fue también señorita México en 1960.

“Lo sigo esperando...”

La relación con El Santo fue tan estrecha, confiesa la actriz, que incluso un día el luchador le preguntó extrañado por qué si todo mundo quería conocerlo sin máscara, ella no había mostrado la menor curiosidad.

–Usted nunca ha querido conocerme sin máscara. La invito a comer a mi camerino y me conoce sin la máscara, le dijo el héroe plateado a través de esos labios estrangulados por la cubierta de tela.

“Cuando lo vi sin máscara me provocó un shock, pero fue muy agradable porque así era El Santo. Tenía sus pestañotas grandotas, su carita redonda, de gente bonachona, muy limpio como su personaje, así era en la vida real. Muy mono y simpático.

“No era un galanazo, pero tenía mucho atractivo. El Santo era seductor por cómo hablaba, con la voz bajita, muy dulce.”

–¿Cuál era el encanto de El Santo?

–El personaje era casanova y elegante, seductor con las mujeres, pero nunca las besaba ni tenía novias; siempre preocupado por hacer su labor de bondad, de justicia, y se iba solo. Se quedaba sin pareja. Sólo se explotaba la posibilidad de que a la mejor regresaba, porque en Misión suicida al final le digo: ‘espérame un momento’, porque ahí podía coquetearle, y cuando regresó me dejó su máscara, y dijo: ‘Te quiero mucho, pero adiós’. Y todavía lo estoy esperando.

 
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