■ Terminó coloquio por el centenario de Juan Carlos Onetti en el Colmex
Desmenuzaron lecturas e influencias de las que surge “lo onettiano singular”
■ Sus personajes se definen a partir de la conciencia, dijo Jaime Concha
■ El autor de El astillero “está de moda porque repudia la facilidad del consenso”, rubricó Juan Villoro
Ampliar la imagen Dorotea Muhr, viuda de Juan Carlos Onetti, y José Emilio Pacheco, el martes, durante la jornada inaugural del encuentro efectuado en El Colegio de México Foto: Luis Humberto González
Así como era, así como concebía la literatura, ¿qué diría Juan Carlos Onetti de todo lo que los especialistas descubren en su obra, de las interpretaciones que hacen? ¿Cómo tomaría afirmaciones y descripciones como las hechas en el coloquio organizado por El Colegio de México (Colmex) para conmemorar el centenario del escritor uruguayo?
Por ejemplo, ayer en la sesión de clausura el investigador chileno Jaime Concha (catedrático de la Universidad de California). detalló cómo se perfilan los personajes de Tiempo de abrazar, libro de juventud de Onetti, el primero que escribió aunque no el primero que publicó: “desde el protagonista de su texto inicial hasta las figuras de sus obras mayores, los personajes de Onetti se definen constantemente a partir de la conciencia.
“El protagonista de Tiempo de abrazar compone recuerdos para hacerlos revivir como si se tratara de una composición pictórica; también con pinceladas, como el pintor ante su modelo, hay muchas escenas en que podemos ver al narrador o a un personaje tomando conciencia, de manera progresiva, de otro personaje.”
Concha hizo una relación de las lecturas e influencias de las que surge “lo onettiano singular”. Para ello tomó un cuento de juventud de Onetti, el primero que escribió; los personajes se consolidan ante nuestros ojos y esto es muy notable en el caso de El astillero”.
Construcción de lo masculino
Teresa Porzecanski, escritora y académica de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay), se refirió a los “dilemas de la identidad y construcción de lo masculino” en el cuento El posible Baldi, donde Onetti aborda la problemática del hombre urbano, del hombre gris, el tema de la ciudad y el hombre alienado en ella, el antihéroe “subsumido en actividades por las que no siente apego”.
Baldi se apellida ese hombre gris, inmerso en rituales cotidianos vacíos de sentido, de originalidad y sorpresa, que conoce a una mujer que lo cree diferente a los demás y lo admira.
A partir de esto, él empieza a elaborar otro Baldi, a inventarse una vida que mantenga la admiración de la mujer y al mismo tiempo lo reivindique ante sí mismo. Una vida en la que resaltan los atributos de lo masculino socialmente aceptado.
Necropsia de un personaje
Rose Corral, coordinadora del coloquio e investigadora del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colmex, se refirió al “rito misterioso de la muerte” en la obra de Onetti, especialmente la de Larsen, personaje de El astillero.
Es una muerte física que resulta del progresivo vaciamiento de los sueños o proyectos de Larsen, y que Corral fue desmenuzando y explicando en una suerte de autopsia literaria para revelar las razones por las que Onetti hizo morir a su personaje, cómo y por qué tomó esa decisión.
Juan Villoro dictó la conferencia de clausura, Adivine, equivóquese: los cuentos de Onetti. En breve entrevista previa afirmó que el uruguayo “es un autor que demanda mucha atención, que es muy literario, que no está de moda y nunca va estar de moda porque es único y se opone a la frivolidad de nuestra época, a la rapidez de la certezas.”
“Es un autor muy personal, pero no creo que sea complicado, es un prejuicio que se tiene ante los autores importantes; ciertamente sus textos demandan atención, como todas las cosas importantes.”
Villoro, autor de la introducción para el primer tomo de las obras completas de Onetti, subrayó: “Onetti no está de moda porque repudia la facilidad del consenso, pero nunca va a salir del repertorio y siempre va a hacer falta en los momentos en que necesitemos encontrarnos con esa hondura de las emociones, con esa capacidad para hacer que las emociones más sencillas ganen una fuerza inolvidable”.
¿Qué diría Juan Carlos Onetti?