■ Las posturas de Televisa y TvAzteca, por el abrupti fin del negocio
La millonaria publicidad electoral fue desplazada por 23.5 millones de espots
Las posturas asumidas por Televisa y TvAzteca ante el inicio de las precampañas, con el consecuente incremento sustancial de los espots del Instituto Federal Electoral (IFE) y los partidos políticos, es la respuesta al abrupto final del negocio que les significaban las elecciones. La tendencia creciente de inversiones partidistas en materia de publicidad, que rondó los 2 mil millones de pesos en 2006, se cambió por la difusión en tiempos oficiales de 23.5 millones de promocionales en estaciones de radio y televisión.
En 2006, la asignación que los partidos hicieron para la compra de mensajes en radio y televisión fue cercana a 60 por ciento: tan sólo el PAN gastó 620 millones de pesos, lo que equivaldría al total de recursos que todos los partidos gastaron en ese rubro nueve años antes; la Alianza por México –PRI-PVEM– entregó a los medios electrónicos 642.1 millones y la coalición Por el Bien de Todos, 575.2 millones de pesos, según el reporte del IFE.
Sin embargo, en el mismo se hace la acotación que el gasto no incluía los 281 mil espots no reportados por los partidos en aquellos comicios. El monitoreo que entonces hizo Ibope arrojó que los partidos políticos contrataron alrededor de 750 mil promocionales en radio y televisión, cifra que, aun cuando fueron elecciones generales –Presidencia, Senado y Cámara de Diputados–, contrasta con los casi 10 millones de espots que los partidos políticos tendrán en el actual proceso electoral.
Con la paulatina apertura democrática que registró el país a partir de 1988, los consorcios mediáticos pasaron de silenciar a los partidos de oposición, en los tiempos en que sus propietarios se asumían como “soldados del Partido Revolucionario Institucional”, a encontrar en la pluralidad partidista una diversificación de sus fuentes de ingresos, iniciando desde 1994 la era de las elecciones como negocio.
Un análisis comparativo de la evolución del gasto de los partidos políticos y los rubros en que se ejerció entre 1994 y 2006, destaca que en los comicios presidenciales de 1994, cuando la victoria del priísta Ernesto Zedillo, se hizo un escandaloso gasto electoral, con la consecuente desigualdad en la contienda Y da cuenta de que, en promedio, los partidos gastaron entonces solamente 25 por ciento de sus prerrogativas en la compra de promocionales.
En aquellos comicios, el eje del gasto se centraba en el pago de los operativos de campaña, mientras que para el financiamiento de la propaganda partidista –no incluida en gasto en medios– se ejerció 35 por ciento.
La reforma electoral de 1997 representó un salto sustancial de las prerrogativas de los partidos, como conscuencia de la desigualdad denunciada por la oposición en 1994, y el reconocimiento del PRI sobre el impacto que habría tenido en la contienda.
En 1997, sólo para renovar la Cámara de Diputados y parcialmente el Senado, los partidos recibieron mil 43 millones de pesos como gasto de campaña, lo cual ya representaba un cambio sustancial en el monto para garantizarles la independencia respecto del dinero privado y el acceso a los medios masivos de comunicación.
Para ese año, los organismos políticos modificaron radicalmente la asignación de sus gastos: 22 por ciento para propaganda genérica, 23 para la operación de la campaña y 55 por ciento para propaganda en radio y televisión. Esto significaba una inversión cercana a los 600 millones de pesos para la elección intermedia de 1997.
La tendencia del gasto mantuvo una distribución similar, por lo que las elecciones presidenciales de 2000 implicaron la preservación del negocio de las televisoras, sólo que entonces, aún alineadas al PRI, se aplicaron tarifas diferenciadas a los partidos, en beneficio del tricolor.
En ese año, el gasto electoral de los partidos políticos superó los mil 500 millones de pesos, de los cuales, conforme al análisis del IFE, al gasto en medios electrónicos se destinaron poco más de 800 millones de pesos, según los reportes enviados al instituto.
Para 2003, la asignación del gasto de campaña fue de 2 mil 421 millones de pesos, con la salvedad de que los recursos que les correspondían por ley, contradecían otro capítulo de la misma legislación electoral, el tope de campaña, motivo por el cual los partidos que recibieron mayores prerrogativas, PAN y PRI, no pudieron ejercer la totalidad de sus recursos.
En ese año, el gasto en medios electrónicos osciló en 55 por ciento.