Usted está aquí: viernes 30 de enero de 2009 Ciencias El aumento de serotonina transforma a la langosta en gregaria y migratoria

■ Forma monstruosos enjambres que devastan cosechas en África y otras regiones

El aumento de serotonina transforma a la langosta en gregaria y migratoria

■ El hallazgo tiene un considerable potencial para combatir a esos insectos, según estudio

Afp

Ampliar la imagen En la imagen se muestran dos tipos de langostas. A la izquierda, en su etapa gregaria, en la cual una nube de ellas puede acabar con toda una cosecha, y a la derecha, en su fase solitaria cuando los insectos se evitan entre sí En la imagen se muestran dos tipos de langostas. A la izquierda, en su etapa gregaria, en la cual una nube de ellas puede acabar con toda una cosecha, y a la derecha, en su fase solitaria cuando los insectos se evitan entre sí Foto: Ap

Washington, 29 de enero. Un simple cambio químico en el cerebro de los inofensivos acrídidos los transforma en langostas gregarias y migratorias, que forman enjambres devastadores para las cosechas en África y otras regiones del mundo, según un estudio publicado en Estados Unidos.

El descubrimiento del papel que desempeña la serotonina (un neurotransmisor) en la formación de grandes enjambres de estos insectos abre potencialmente la vía para desarrollar técnicas eficaces de combate a este flagelo que afecta la subsistencia de uno de cada 10 habitantes del planeta.

Bastan 500 langostas del desierto o peregrinas (Schistocerca gregaria) adultas por hectárea para que se empiece a formar una fase gregaria. Para la langosta migratoria (Locusta migratoria) son necesarios 2 mil insectos por hectárea para que se desencadene el fenómeno, según expertos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Estos dos insectos cambian radicalmente cuando se agrupan. Su color, morfología, fisiología y comportamiento se transforman por completo.

Los investigadores hallaron que las langostas en enjambres tienen niveles de serotonina tres veces mayores que cuando están en su fase de comportamiento solitario.

Desarrolla grandes músculos

En su fase gregaria, la langosta verde se vuelve amarilla, desarrolla grandes músculos que le permiten volar por tiempos prolongados y busca activamente la compañía de otras. Así se pueden desarrollar enjambres de miles de millones de acrídidos que vuelan a 96 kilómetros por hora de cinco a ocho horas en busca de comida.

“La fase gregaria es una estrategia surgida de la desesperación y conducida por el hambre, y formar el enjambre es una respuesta para encontrar nueva pastura”, explicó Steve Roger, de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña, uno de los principales autores del estudio, publicado en la revista estadunidense Science con fecha 30 de enero.

Los investigadores descubrieron que el aumento de serotonina en el sistema nervioso causa cambios profundos en el comportamiento de estos insectos, lo que los conduce a formar enjambres.

En laboratorio, las langostas solitarias pueden ser transformadas en gregarias en sólo dos horas, simplemente cosquilleando sus patas traseras para simular el bullicio en el que viven cuando están en grupo. Según observaron los investigadores, en este periodo de estimulación aumenta la concentración de serotonina en el sistema nervioso de los insectos.

Para demostrar la función de este neurotransmisor en el cambio de comportamiento de las langostas, los científicos les inyectaron una sustancia que bloqueara la acción de la serotonina. Luego, al someterlos al mismo cosquilleo, no se agruparon.

Hasta el momento “nadie había podido identificar los cambios en el sistema nervioso central que transforman a las antisociales langostas en monstruosos enjambres”, dijo Michael Anstey, de la Universidad de Oxford y coautor del estudio. Esto había “desconcertado a los científicos durante casi 90 años”, agregó.

De hecho, las langostas solitarias eran tan diferentes fisiológicamente y en sus comportamientos de las gregarias que hasta 1921 los entomólogos pensaban que eran dos insectos diferentes.

No obstante, aunque el descubrimiento tiene “considerable potencial” para combatir a los dañinos insectos, probablemente no representa una solución a corto plazo, advirtió Paul Anthony Stevenson, de la Universidad de Leipzig, en Alemania.

Los actuales fármacos que contienen serotonina “no están diseñados para pasar a través de la cutícula de los insectos y acceder a su sistema nervioso, ni son selectivos, por lo que su uso sería ecológicamente injustificable”.

 
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