■ El programa permite saber el nivel de preocupación de un paciente sin interrogarlo
Diseñan en la UNAM software para medir niveles de ansiedad
■ Consiste en identificar el color en que están escritas ciertas palabras, cuyo contenido temático revela el grado de agitación
■ Especialistas del mundo reconocen la exactitud del sistema
En México los trastornos de ansiedad ocupan el segundo lugar entre las perturbaciones mentales, sólo después de la depresión; entre dos y siete millones de personas pueden padecer en el país.
Estudios realizados en el orbe estiman que más de 20 por ciento de la población mundial sufre algún trastorno de ansiedad sin saberlo. Ante ello, académicos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), diseñaron un software para medir con precisión los niveles de ese padecimiento en respuesta a ciertos temas, o relacionados con el consumo de drogas, la violencia familiar o problemas de salud crónico degenerativo.
Este software permite medir, mediante el paradigma emocional de Stroop (prueba discriminativa mediante computadora personal, que se realiza sin que se dé cuenta el sujeto), qué tan preocupado está el paciente por determinadas cuestiones, señaló la académica de la FES María del Rocío Hernández Pozo.
Se han realizado estudios en hospitales de tercer nivel en personas con padecimientos oncológicos, a quienes se han aplicado pruebas específicas para saber qué tanto se inquietan por su enfermedad. Para ello se utilizan palabras asociadas con carga positiva, negativa o neutra, explicó.
Mediante los vocablos es posible detectar –por el tiempos de reacción y el número de errores que cometen– qué tanto se deteriora su desempeño por estar inquietos, puntualizó la encargada del laboratorio de conducta humana compleja, adscrito al proyecto de investigación sobre aprendizaje humano.
Prueba de ocho minutos
El sicólogo clínico puede descubrir mediante una entrevista el problema de una persona que fue secuestrada y que presenta un síndrome de estrés postraumático. No obstante, con los instrumentos desarrollados por los universitarios se pueden obtener los mismos resultados sin interrogar al afectado.
Sólo se requiere una prueba discriminativa que toma aproximadamente ocho minutos, en la cual se le pide identificar el color en que están escritas ciertas palabras. Por el contenido temático se puede definir qué tanto se agita ante determinados tópicos, explicó Hernández Pozo.
Por tanto, se puede identificar, en situaciones como secuestro, violencia urbana y asaltos, entre otras, si fue víctima directa o indirecta, y el nivel de ansiedad, de respuesta emocional adversa y nociva para la salud, derivada en gran medida del historial de exposición a contextos negativos.
Es tal el grado de exactitud, que ya existen estudios publicados, tanto por quienes colaboran en el proyecto como por especialistas en Estados Unidos y de otras latitudes, destacó.
Estas pruebas se utilizan con dos tipos más de mediciones: el autorreporte, especie de cuestionario, y la de reactividad fisiológica, con la que se toma la presión y el pulso, antes y después del examen.
Existe un comportamiento ordenado en estos indicadores que permite generar un diagnóstico completo, no sólo de lo que dice la persona, sino de su reacción.
La ansiedad, ¿buena o mala?
La ansiedad es una respuesta emocional que han analizado los sicólogos desde diversos puntos de vista y con diferentes orientaciones. Por lo general se estudia como factor de alta relación con problemas de salud. Por ejemplo, en padecimientos crónico degenerativos existe un componente de ansiedad crónica, comentó Hernández Pozo.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental, en Estados Unidos, la ansiedad suele ser una emoción útil, pues estimula al ser humano a actuar y lo anima a enfrentarse a determinadas situaciones; es una reacción normal al estrés, pero se convierte en trastorno cuando se vuelve excesiva, e irracional ante situaciones cotidianas.
A diferencia de la ansiedad leve y breve, las perturbaciones duran al menos seis meses y pueden empeorar si no son tratadas; ocurren comúnmente junto con otras enfermedades mentales o físicas, relacionadas con la estructura biológica y las experiencias de vida de cada individuo.
Por ejemplo, provoca que quien la padece se sienta angustiado casi todo el tiempo sin causa aparente, o que las sensaciones sean tan incómodas que para evitarlas se suspendan las actividades cotidianas.
Por ello, puntualizó la investigadora, frecuentemente –en sicología de la salud, y con una orientación en salud pública– se trata de generar programas de cambio de conducta o preventivos, orientados a modificar la probabilidad de ansiedad, asociada a problemas cardiovasculares.
No obstante, en otras áreas, como la educativa y la deportiva, ciertos niveles de ansiedad no se consideran negativos, sino deseables, pues para un buen desempeño se requiere que los participantes estén en su zona óptima de funcionamiento, concluyó la especialista.