■ Chocan en el encuentro las visiones de los académicos y la de los enviados de la IP

Utilizan el foro anticrisis para repartir culpas y hacer pronósticos políticos

■ El ITAM demanda a legisladores construir el “capitalismo democrático” o el país se desestabilizará

Rosa Elvira Vargas

Dos visiones equidistantes de la crisis, dos universos paralelos sin posibilidades de acercamiento para encontrar la salida: desde la esfera de la educación superior pública se afirma que el fenómeno ha sido provocado por la avaricia, la especulación y la imprudencia, así como por la mala regulación monetaria y financiera, y reclama no diseñar soluciones sujetas a mecanismos de ensayo y error, porque los costos sociales a pagar serían altísimos. Pero en el ámbito del capital, de la empresa privada, todo estriba en ver sólo la paja en el ojo ajeno.

Para decirlo claro: según los banqueros, en México no son altos los intereses de las tarjetas de crédito, lo que hay apenas es una simple confusión en “los clientes y la opinión pública” entre lo que cobran los bancos y los “cálculos teóricos” del costo anual total (CAT). Y, de acuerdo con los empresarios, el problema nacional consiste en que “la distribución del ingreso se ha deteriorado (sic)”; en el “bajo y alarmante” nivel de educación; en que el gobierno es insaciable en el gasto corriente, no planifica adecuadamente, invierte con criterios populistas, vende caros los bienes y servicios que administra, no es transparente, hay corrupción, no rinde cuentas con claridad y se viola el estado de derecho.

Las primeras expresiones fueron vertidas por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, y el director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), José Enrique Villa Rivera. Las segundas, cortesía de Enrique Castillo Sánchez Mejorada, presidente de la Asociación de Bancos de México, y Armando Paredes Arroyo, líder del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Por cierto, este último asistió al foro legislativo México ante la crisis para decir todo lo que piensa del gobierno federal que calló el pasado día 7, cuando intervino ante el presidente Felipe Calderón y su gabinete, en Palacio Nacional, durante la firma del pacto anticrisis.

Ellos participaron, con otros titulares de instituciones académicas, públicas, sindicales y productivas (salvo el Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, que envió representante) en la segunda sesión del foro México ante la crisis: ¿qué hacer para crecer?, organizado por el Congreso de la Unión. Y en medio, los legisladores, atrapados en un formato rígido y unilateral que ellos mismos diseñaron y del que, pese a intenciones opuestas, no pudieron salirse, pues quien los criticó y llamó a expedir reglas y leyes que se respeten se tomó más del doble del tiempo asignado a cada orador. Así nomás.

Aguantaron entonces y aun aplaudieron –sin posibilidad de réplica o de responder “alusiones personales”– la retórica de quienes deciden en México en muchos ámbitos, sin importar que, como ocurrió con el ITAM –a través de su enviada, Denise Dresser–, les espetaran que muchos de ellos son “empleados de intereses atrincherados”.

Era claro que a San Lázaro vinieron ayer instituciones, y éstas representadas por sus titulares. Si los problemas de agenda o el desdén impidieron venir al doctor Arturo Fernández Pérez –rector del ITAM desde 1992– es de suponerse que la académica a quien él designó en su lugar habló en nombre de ese instituto.

Esa escuela privada, en la que se han formado tantos de los actuales dirigentes políticos y empresariales, opina, por tanto, que México es un país que vive en la mediocridad económica y donde quienes gobiernan realmente son, entre otros, los empresarios Ricardo Salinas Pliego, Carlos Slim y los líderes sindicales Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y, por supuesto, Televisa. ¿Mandan “ustedes (los legisladores), o una serie de intereses que no logran contener?”, les preguntó el ITAM a diputados y senadores.

Pero además esa institución traía una advertencia (“quizá por aquello de que ahí viene 2010”, comentó alguien del público): si la clase política no construye los cimientos del “capitalismo democrático”, México será “terreno fértil” para los movimientos “contra las instituciones”.

En las paradojas eternas de los políticos, fueron justamente los legisladores los primeros en brincar de sus asientos para aplaudir efusivos el discurso del ITAM, y, entre los primeros, el líder de los senadores panistas, Gustavo Madero, y el de los diputados del PRD, Javier González Garza. Y los de Convergencia ni se diga. Por eso resultó tan notorio que otros, como el priísta Manlio Fabio Beltrones y el perredista Carlos Navarrete, así como los hermanos Francisco y Carlos Rojas, permanecieran anclados en sus asientos.

Después de escuchar los 25 minutos del discurso del ITAM y la reacción que suscitó entre algunos, ágil, un académico de la UNAM presente en la sesión concluyó: “Ya entendí. Lo que quieren decir es que para llegar al Palacio de Invierno, primero hay que pasar por el Palacio de Hierro”.

Para rematar, un grupo de inefables “jóvenes larouchistas” se encaramó en el estrado, al final de la segunda sesión, a vociferar en favor de un llamado Plan Hidráulico del Noroeste. Hubo desconcierto momentáneo, alguna atención de los periodistas y luego el desalojo, por personal de la Cámara, de Carlos Jonás Velasco, con todo y su manta.