Astillero
■ Nueva (y muy oportuna) ética
■ Mesías Tropical (de color)
■ Taquetero de Teotihuacán
Ampliar la imagen Los legisladores Alejandro Chanona, Jorge Castro, Carlos Navarrete, Manlio Fabio Beltrones, César Duarte y Gustavo E. Madero, previo a los trabajos del foro México ante la crisis..., efectuado en un auditorio de la Cámara de Diputados Foto: Francisco Olvera
Mientras cinco presidentes sudamericanos enjuiciaban severamente en Belem, Brasil, el modelo capitalista, la globalización y la responsabilidad de Estados Unidos en la crisis mundial, el enviado especial de la mexicana revista sexenal de frivolidades denominada Los Pinos se asumía en el decadente Davos como exitoso jinete de tormentas económicas y levantador de polvos mortales en casa porque, a su decir, la está limpiando de criminales y no porque haya derrumbes institucionales. Nostalgia roquera oportunista en Suiza al utilizar el título de una de las más conocidas canciones de The Doors para hablar de las tempestades mexicanas que con discursos y viajes pretende controlar un jockey fallido, mientras en tierra de Lula los aires insurrectos juveniles se volvían avejentado recuerdo interpretativo de la rola icónica del Comandante Che Guevara.
El confesionario público de los Alpes permitió también escuchar las flagelaciones extemporáneas de quienes ahora reconocen que fue malo lo que todavía semanas atrás no se atrevían a criticar y que durante años mantuvieron como dogma universal en cuanto a las presuntas bondades del libre mercado y sus capacidades de autocorrección. Por ejemplo, el ex primer ministro británicoTony Blair pide “una globalización basada en valores” y advierte que “el capitalismo no puede funcionar si no se basa en valores compartidos y justicia”. Un jefe pepsicolo, Indra Nooyi, se acogió a la fórmula simplona de que las instituciones sí sirven pero son las personas las que fallan, pues planteó que el capitalismo “es bueno”, pero “la noción de ganancias fuertes” se impuso a “la moralidad y la ética”. Un directivo del HSBC, Stephen Green, por su parte, dijo que la bronca no es imponer “ninguna serie de reglas”, pues eso por sí mismo no “podrá imponer el buen comportamiento”, es decir, “sin valores en las compañías, la regulación no hará el trabajo por nosotros” (¡Oh, por mi culpa, por mi culpa...!).
El cilicio colectivo ha sido alentado en México impensadamente por el mismísimo Doctor Z, el creador del monstruo llamado Fobaproa que en un abrir y cerrar de ojos se engulló el veinte por ciento del producto interno bruto para beneplácito de una punta de mal llamados empresarios que primero saquearon y quebraron sus propios negocios, luego recibieron gratuito rescate con fondos gubernamentales, más delante recobraron los bienes “saneados” y años después los revendieron o liquidaron sin mayor sufrimiento que poner en práctica el tráfico de influencias, el pago de diezmos a sus protectores y el revoloteo burocrático, más bien propio de tahúres, con el que pretendieron dar por sepultado y olvidado el nefasto episodio histórico de la conversión de las deudas privadas de millonarios en sacrificio y pérdida pública de millones de personas. Triste sino el de la Heroica República de los Aguantadores en Extremo, pues ahora hasta el gobierno del vecino país imperialista parece ser de izquierda ante el pasmo derechista local. El comandante Barack criticó la “ética de la codicia” y dijo que si el gobierno gringo podía darle la mano a los bancos en Wall Street también podría dársela a los estadunidenses “que la están pasando mal”. Casi socialista por contraste (urticaria provoca en quienes mantienen una furia fanática contra López Obrador el mencionar que algunas de las medidas del presidente estadunidense fueron puestas en práctica o promovidas por el tabasqueño), el Mesías Tropical de Color (nació en Hawai) rebajó sueldos, acentuó el tema de la ayuda a los menos favorecidos por el sistema y ha hecho saber a empresarios beneficiados por el rescate que no son bien vistos los derroches que en realidad estarían cargándose a las cuentas populares.
Los gringos amenazan con ganar nuevamente a México en futbol (la selección estadunidense supera a la tricolor en juego de conjunto y actitud mental, escribió ayer un comentarista deportivo en The New York Slim) y van adelante en cuanto a propuestas y talante de su gobernante, pero también se atreven a tomar medidas que en la realidad mexicana serían una hecatombe política, como el caso del gobernador de Illinois que fue destituido por el senado estatal debido a las evidencias de que quería vender el derecho a ocupar el escaño que Barack Obama había dejado libre. Además, el mandatario Blagojevich practicaba el pan nuestro de cada día de sus colegas de México y buena parte del mundo, al autorizar proyectos o dar concesiones a cambio de dinero supuestamente destinado a campañas electorales y seguramente encaminado también a bolsillos empoderados. De seguir aquí el ejemplo gringo, la mexicana sería una república descabezada en sus niveles ejecutivos.
Astillas
El taquetero de Teotihuacán, Enrique Peña Nieto, tiene el infinito resplandor de alegar que la policía bajo su mando actuó en estricto ejercicio legítimo de la fuerza cuando arremetió brutalmente contra miembros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y ciudadanos en general de San Salvador Atenco y Texcoco en mayo de 2006. Quique Gaviotón y sus subordinados inmediatos, Humberto Benítez Treviño y Abel Villicaña, quienes ocupaban la secretaría general de Gobierno y la procuraduría de justicia, han sido señalados tibia pero inequívocamente por un dictamen de la comisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como funcionarios que permitieron y “alentaron” la terrible represión que sigue sin castigo. Otros señalados por el estudio que los ministros de la Corte votarán en fechas próximas son Eduardo Medina Mora, entonces secretario de Seguridad Pública federal y ahora procurador calderonista de Justicia y el ahijado político de Elba Esther Gordillo; Miguel Ángel Yunes, que se refacciona en el ISSSTE para buscar la gubernatura de Veracruz...
Y, mientras el juguetón IFE pone reglas, firma acuerdos y emite consideraciones como si de verdad le fueran a hacer caso, ¡feliz fin de semana, con ansiosos precandidatos por doquier!