■ El 31 de enero la escuela festejará sus 45 años con una cena baile
Formar personas felices, pilar del colegio Manuel Bartolomé Cossío
Ampliar la imagen El principio básico de la metodología que se aplica desde hace 45 años en la escuela Manuel Bartolomé Cossío es el respeto por la personalidad de cada niño, así como el fomento a su humanismo, sin descuidar los requisitos académicos oficiales, expresa su fundadora, la profesora Graciela Tapia, en la imagen Foto: Cristina Rodríguez
En los programas oficiales de educación básica existe muy poca apertura a la parte creativa de los niños, y muchas escuelas siguen esas normas de enseñanza repetitiva, básicamente porque no existe el deseo de pensar de otra manera, deplora la profesora Graciela Tapia, pionera en México de un tipo de enseñanza que se basa en el respeto y el desarrollo de la parte humanista de los alumnos.
Hace 45 años, la mentora fundó junto con su esposo, José de Tapia Bujalance (1896-1989), la escuela Manuel Bartolomé Cossío, con el espíritu de formar, básicamente, personas felices, además, claro, de prepararlas muy bien en el aspecto académico.
La pareja se inspiró en el pensamiento del pedagogo y maestro rural francés Célestin Freinet para reconocer que “el niño no se expresa sólo mediante el conocimiento intelectual, con ideas e información ya establecidas, sino también, y en gran medida, por medio del arte; por eso nos propusimos dar mucha importancia al desarrollo emocional de los pequeños, para que se vayan de aquí muy cargados de afectos, deseos e intereses propios”, explica Tapia.
Lejos de estándares burocráticos
Con una metodología más abierta y menos estática, agrega la maestra, en la escuela Manuel Bartolomé Cossío “la espontaneidad tiene un valor muy especial. Construimos las clases a partir de lo que los niños nos piden, y eso cambia el panorama, porque no se puede encasillar el trabajo de la escuela en los estándares de la burocracia.
“Aquí lo fundamental es ser creativo. Los programas oficiales siempre se cumplen, y en exceso, por los niños, pero además hacemos que en ellos aflore el deseo de saber. Hay un respeto fundamental a la personalidad de los niños, más que a lo que dice el programa.
“Contra una escuela repetitiva, donde los alumnos se aburren o esperan con ansiedad las vacaciones, aquí los niños nos preguntan: ‘¿cuándo van a abrir, porque ya quiero ir?’”, señala con orgullo la maestra Chela, como la llaman con cariño quienes la conocen.
Son ya varias generaciones de estudiantes que han pasado por las aulas de esa pequeña escuela, ubicada en la colonia Toriello Guerra, en Tlalpan, la cual se ha negado a crecer, “porque no queremos convertirnos en un negocio sin control, sin proyecto, sin entrega ni cariño”, explica con firmeza la profesora Tapia, quien empezó sus labores docentes en 1950.
En las paredes del colegio luce un mural de cerámica, y en cada rincón un dibujo, una acuarela, una obra de arte que la mentora atesora con celo: “estos cuadros son de unos alumnos que tuve hace 25 años; me gusta guardarlos para recordar su paso por aquí. Algunos son artistas, pero también hay científicos; algunos están en el gobierno y hacen cosas interesantes, o son catedráticos o investigadores universitarios; personas con vidas muy fructíferas. Verlos así es una satisfacción que no se paga con nada”.
Falta entrega de los maestros
Graciela Tapia considera que muchos maestros de escuelas oficiales tienen el deseo de enfocar su enseñanza hacia ese humanismo del que habla, “pero no saben cómo. En los planes de estudio de la Secretaría de Educación Pública ya se plantea esta apertura: la participación del niño, el respeto a sus impulsos, a su creatividad, pero no se sabe cómo aplicarlo.
“Quienes deberían impulsar las metodologías, es decir, los funcionarios medios, como directores e inspectores, se lo imaginan sólo en teoría. Por eso es difícil para un profesor cambiar su forma de enfrentarse a sus alumnos. Hace falta entrega y responsabilidad; por ejemplo, los maestros deben dar parte de su tiempo a su trabajo, en función de las necesidades de sus niños”, concluye Tapia.
La celebración por los 45 años de la escuela Manuel Bartolomé Cossío se realizará con una cena baile el 31 de enero en el Casino Militar de Campo Marte. El último día para reservar sitio es el martes 27 de enero. Informes en Coapa 90, colonia Toriello Guerra, Tlalpan, teléfono 5606-3774.