Ciudad Perdida
■ Pierden fuerza los chuchos chicos
■ Círigo, en la sección de fumadores
Los acuerdos a que llegó el PRD el fin de la semana pasada, y que cambian la correlación de fuerzas al interior de ese partido, en el Distrito Federal, la plaza política más importante y emblemática para la izquierda, han dejado a los chuchos chicos, es decir al grupo que comanda René Arce, sin muchas posibilidades de repetir la fuerza, que ahora se podrá ver con claridad, era prestada, y fruto no de la cantidad de seguidores en favor de su tribu, sino de acuerdos que han costado muy caro a la organización política.
Los apoyos, los compinches del senador se fueron. Desde el gobierno central, y la dirigencia perredista en el DF que encabeza Alejandra Barrales, se cultivó la milpita ADN, los vivienderos, para ponerlo claro, que pretendían una cuota de curules que Arce no quería soltar, y el cochupo se rompió.
Pero además, los chuchos chicos y su estrategia de entreguismo acumularon, día con día, un desprestigio tal que podría llevarles a perder todas, o casi todas, las posiciones que ahora tienen tanto en la Asamblea Legislativa, como en las delegaciones políticas y, desde luego, en el ámbito camaral federal.
Desde hace un buen rato, Marcelo Ebrard empezó a cultivar su relación con ADN, pese a que las acciones de la dirigencia viviendera contradijeran el más sencillo de los sentidos del manejo de oposición que plantea, hasta ahora, una buena parte del PRD y, claro, el movimiento que lidera López Obrador.
Desde otro frente, Alejandra Barrales iba midiendo el efecto que podría causar el acuerdo entre los militantes del organismo en la capital, y haciendo los amarres necesarios para que los daños colaterales no fueran demasiado grandes.
El viernes por la mañana Arce y su grupo suponían que tenían las riendas del asunto en sus manos, y que, cuando menos, lograrían que el mapa político del DF no se modificara, es decir, que cada una de las posiciones que lograron para la elección de 2006 se repitieran, y algo más: que cuando menos cuatro lugares se dieran a los llamados externos para impedir que cualquier otra tribu creciera.
La prepotencia del personaje le impidió darse una vuelta por la cocina del partido, donde los acuerdos estaban listos, y por la noche se le vino encima una realidad que no estaba en la agenda. Ebrard y Barrales les dieron la vuelta, y se perdió posiblemente hasta la secretaría de Gobierno que se había negociado para Jesús Zambrano.
Total, ahora los chuchos chicos tendrán que ir a elecciones en todo el DF, es decir a una competencia que rehuyeron de todas formas porque, aunque no lo crean, están más débiles que nunca, tanto así que Iztapalapa, su bastión, desde donde han saltado el propio Arce y su hermano Círigo a posiciones dentro del quehacer legislativo, está a punto de perderse para su tribu.
Aunque el sábado por la noche, en una reunión entre los dirigentes de las corrientes perredistas y Marcelo Ebrard por los rumbos de la Condesa, se aseguró que nadie se movería del lugar que hasta ahora se ha ganado, habrá que estar pendiente de la gente de ADN que, como siempre, sigue a la venta.
De pasadita
Cuidado, en el asunto que en conjunto han tratado de revivir el PAN y el grupo de Víctor Hugo Círigo en la Asamblea Legislativa, hay intereses vergonzosos entre quienes desde la tragedia están sacando raja. La tarea de los azules ha sido hacer creer a los padres de algunas de las víctimas de la tragedia de la discoteca News Divine que pueden convertirse en candidatos a las diputaciones locales, y según nos dicen han mareado a cuando menos un par de ellos. Eso se queda para una próxima entrega.
Y ver para creer. Hace algunos días, en un restaurante de las calles de Londres, en la Zona Rosa, el mismo Círigo se hallaba departiendo alegremente con una dama en la sección... de fumadores.