■ Este año se cumplen 4 siglos de la primera observación al cosmos con un telescopio
México, sin política de Estado para ciencia, dice experto de la UNAM
■ Denuncia José Franco escasez de recursos para desarrollar el estudio de la astronomía
Ampliar la imagen El director del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Franco, durante la entrevista con La Jornada Foto: Carlos Cisneros
Desde el principio de las civilizaciones, el conocimiento del cielo marcó el desarrollo de las sociedades. La navegación, los calendarios, el cultivo de la tierra e incluso el asentamiento de ciudades estaban estrechamente vinculados a esta ciencia, afirmó José Franco, director del Instituto de Astronomía de la UNAM, quien destacó que conocer el universo y sus fenómenos físico-químicos “nos ayuda a entender el surgimiento de la vida en el planeta.”
Este 2009 se cumplen 400 años de la primera observación astronómica con un telescopio, realizada por Galileo Galilei en 1609, por lo que éste será el Año Internacional de la Astronomía.
Franco comentó que uno de los principales objetivos de estas actividades es reiterar la contribución de la astronomía a la ciencia y la cultura.
Afirmó que ningún conocimiento científico “se genera en un solo espacio territorial, pues es un constante intercambio de saberes, por lo que podemos afirmar que en la época de Galileo Galilei el saber era global, pues él no fue el inventor del telescopio, pero debió estar al día respecto a los trabajos sobre óptica que realizaban en Holanda, donde al parecer surgió el primer telescopio”.
–¿Qué relación tiene México con la astronomía?
–Este saber existe desde las sociedades originarias de nuestro continente, quienes desarrollaron un conocimiento muy preciso. Conocieron los ciclos del Sol y de la Luna y alcanzaron una precisión sorprendente, pese a que la observación se hacía a simple vista, de los ciclos de Venus, Marte, Júpiter, y muy probablemente de Saturno, que son los planetas más brillantes. También creemos que podían predecir eclipses de Luna y, probablemente, de Sol. Para lograr estos conocimientos tuvieron que observar el cielo durante centurias, quizá hasta un milenio. Fue una apuesta de muy largo plazo de toda la sociedad. En la actualidad lo llamaríamos una política de Estado, y es triste darnos cuenta que hoy no tenemos proyectos a largo plazo ni una política de Estado para la ciencia, el conocimiento ni la tecnología.
Poco conocimiento
–¿Por qué aún es relevante el conocimiento astronómico?
–Existen preguntas básicas sobre cuál es el papel del hombre en el universo, pero también temas como el origen de la vida, porque el estudio de los procesos físico-químicos que se dan en el cosmos es fundamental para ayudarnos a entender cómo se forma la vida.
“Sin duda un tema importante es que la astronomía ha sido un motor fundamental en el desarrollo tecnológico del siglo XX, pues una vez que se desarrolló la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica inició el estudio de reacciones termonucleares realizadas por astrofísicos que buscaban la fuente de energía del Sol. La energía nuclear cambió nuestro sentido de sociedad y de economía, y tuvo impacto enorme en el desarrollo de la civilización”.
–¿México en qué áreas ha aportado un mayor conocimiento a la astronomía?
–Desde la década de los años 50 hemos tenido una presencia muy importante en la astronomía, especialmente en el estudio de las nebulosas gaseosas, galaxias azules, formación y evolución de estrellas y evolución química del universo, donde tenemos gente de primer nivel. Además, en épocas recientes, astrónomos mexicanos han aportado nuevos conocimientos a la cosmología, y hay un grupo de jóvenes que están haciendo cosas extraordinarias en astrofísica de altas energías, en materia oscura y agujeros negros.
–¿Qué sabemos del universo?
–Hay que ser humildes, sabemos muy poco. Es bastísimo y cuando analizamos una pequeña parte surge un nuevo descubrimiento y genera miles de preguntas. Sin embargo, en épocas recientes se ha descubierto que la materia dominante del universo es desconocida. No sabemos cómo es, pero se ha comprobado que existe porque vemos su influencia gravitacional en las galaxias, por eso se le llama materia oscura.
“Además está la energía dominante del universo, que también es desconocida. Hay evidencia de que se trata de algo diferente a lo que conocemos, y esto es fundamental, porque materia y energía son dos cosas que acaban siendo lo mismo, aunque en este caso no sabemos si la materia oscura y la energía oscura tengan que ver una con la otra, pero sí sabemos que son las formas dominantes de materia y energía de nuestro universo. Se trata de un capítulo abierto que tiene perplejos no sólo a los astrónomos, también a los físicos.
“Ante estas interrogantes, creemos que con un poco de inversión a nivel global podríamos generar cuadros e infraestructura para atender los nuevos retos, pero en México no hay una inversión en ciencia y tecnología ni existe un número suficiente de ingenieros y científicos que puedan hacer las cosas. Lo más grave es que no existe una vinculación entre las universidades y la iniciativa privada, porque no tenemos alta tecnología, lo cual traduce en una falta de visión del Estado para impulsar este vínculo. Hay un pozo profundo en la dirección del país que ha impedido consolidar una estrategia que se ha sido exitosa en otros países.
“Un ejemplo de lo que estamos perdiendo en competitividad es la sede del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, en Baja California, ubicado a escala mundial entre los cuatro mejores sitios para el estudio del universo. Tiene más de 80 por ciento de las noches del año despejadas, no hay cambios climáticos abruptos, pero no tenemos infraestructura suficiente y estamos perdiendo un patrimonio maravilloso de la naturaleza.
“Es importante que estemos conscientes de que en Baja California tenemos un tesoro, desarrollado desde la UNAM, pero con fuerzas limitadas, porque no alcanza para todo, y se requiere de la participación de los gobiernos federal y estatal para desarrollar su potencial”, concluyó.