■ Dios de la abundancia que concede deseos
La embajada de Bolivia realizó la fiesta del Ekeko
Los deseos se materializan en miniaturas para luego convertirse en realidad. Es la fiesta del Ekeko o el culto a la abundancia, mito aymara que forma parte de la cultura popular boliviana y que se celebra cada 24 de enero, principalmente en La Paz.
Este 2009, tras 15 años de festejarse en el ámbito privado, el ritual se llevó a cabo en la embajada de Bolivia en México, adonde acudieron decenas de personas a pedir a este mítico personaje un deseo, el cual puede ser tan diverso o peculiar como lo permita la imaginación: buena salud, una casa, un coche, un viaje, dinero, una visa, ganar la lotería, un título universitario, novia o novio porque, según algunos testimonios, el Ekeko todo lo cumple.
A las 12 en punto del mediodía, como es la tradición en la Feria de Alesita en la ciudad de La Paz, los visitantes comenzaron a comprar en la embajada, a un precio voluntario, toda variedad de miniaturas: coches, casas, títulos profesionales, visas, pasaportes, dinero, maletas o números de lotería. Asimismo, con su compra, recibían bolsitas de frijoles, cereales, cacahuates, lentejas, arroz o maíz como símbolos de la abundancia. Estos objetos eran depositados cerca del Ekeko, figura masculina, sonriente, barrigona y con una gran boca para sostener un cigarro. Este personaje carga un sinfín de miniaturas que representan la abundancia para la persona que lo adquiera. Dicen que en la Feria de Alesita los objetos son mucho más variados, e incluyen computadoras, celulares y todo lo que ofertan las viejas y nuevas tecnologías. Asimismo, quien desea un novio o una novia, compra un gallito o una gallina, en este último caso, es recomendable que sea negra porque, como explicó el agregado cultural de la embajada, José Rodríguez Sánchez, “son más fértiles y ponedoras”.
Por la ausencia del embajador de Bolivia, Jorge Mansilla Torres, quien se encuentra en su país participando en la reunión de embajadores que convoca cada año el presidente Evo Morales, Rodríguez Sánchez explicó que esta tradición existe desde hace alrededor de 3 mil años, y que su imagen fue transformándose de una figura indígena a una mestiza para que este ritual no fuera abolido por los conquistadores, llegados en el siglo XVI.