■ En disputa, candidaturas por el DF, Zacatecas, estado de México y “tal vez” BCS
En la lucha por el “poder real”, desoye el PRD opiniones y va a elecciones internas
■ Fracasó intento de Ebrard para convencer a las corrientes de que aceptaran reparto de cuotas
Ampliar la imagen José Ángel Ávila, Armando Quintero y Alejandra Barrales durante la sesión del Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática Foto: José Antonio López
Contra su historia reciente, contra los consejos de los analistas cercanos y por encima de la opinión de muchos de sus cuadros destacados, el Partido de la Revolución Democrática va a elecciones internas de candidatos en el Distrito Federal, buena parte del estado de México, Zacatecas y quizá Baja California Sur. En otras palabras, en 50 de 300 distritos. No está mal un acuerdo que deja sólo una sexta parte en el pleito “a despensa limpia”, como se bromea en la sesión del Consejo Nacional.
La realidad política, la disputa por la mayor patente de la izquierda o la memoria flaca se imponen. Todos recuerdan la devastación que en la opinión pública provocó la elección de marzo de 2008. Pero a la hora de la “política real”, el riesgo de un nuevo cochinero pasa a segundo plano.
En el arranque del día, los integrantes de la Comisión Política Nacional se frotan las manos, satisfechos, al presentar el acuerdo que “reserva” la totalidad de las candidaturas plurinominales a diputados federales. Los aspirantes surgirán de un proceso de “consensos” entre los grupos del partido, y en esas listas habrá nombres que, quieren los perredistas, ayudarán a mostrar que su partido tiene influencia en sectores sociales de los que se había alejado.
Pero luego de la “reserva” de las pluris, se entre en un letargo, a la espera de los últimos amarres que permitan no ir a elecciones.
En el caso del Distrito Federal es casi imposible. En Zacatecas la idea de elecciones es de la mismísima gobernadora. En Baja California Sur, del gobernador. Y en el estado de México, contra la costumbre, el bloque chuchista exhibe sus contradicciones.
–¿El atorón es por diputaciones locales y alcaldías?
–Es por el poder real, sí –dice, risueño, el senador Héctor Bautista, jefe de la Alianza Democrática Nacional (ADN), siempre aliada de Nueva Izquierda (NI), menos ahora, en el momento de la lucha por “el poder real”, es decir, las presidencias municipales.
Bautista ubica los principales problemas en el gigante granero electoral de Ecatepec y en Tultitlán. NI, dice, se negó a aceptar “criterios”, principalmente la evaluación de los gobiernos municipales. “Si el gobierno es bien evaluado, el grupo que lo tiene debe repetir.
“Yo no voy a romper mi alianza con Cureño (José Luis Gutiérrez, alcalde de Ecatepec)”, les dijo Bautista a los chuchos y ahí se rompió la taza.
A las 6 de la tarde, los consejeros nacionales vuelven a reunirse. Pero en otro salón del mismo edificio sesiona el consejo del estado de México, en el último jalón en busca de acuerdos. Al final, deciden ir a elección en 22 distritos federales y un buen número de locales y alcaldías.
La madre de las batallas y la nieve de limón
En el Distrito Federal, el bastión emblemático del PRD, no se andan con medias tintas: van a elección en todas, salvo que un acuerdo de última hora cambie la decisión de los grupos capitalinos de medirse en las urnas.
“Izquierda Unida (IU) quiere tener la madre de todas sus batallas en el DF”, dice uno de los principales dirigentes de NI.
No es la única fuerza que anda en esos trotes.
“René Arce quiere la jefatura de Gobierno en 2012, y desde ahora busca asegurarla, como si los demás no contáramos”, replica un jefe de IU.
Héctor Bautista abona al panorama: “Izquierda Democrática Nacional (IDN, la corriente bejaranista), cree que puede ganar más de lo que tiene, y NI quiere reservar el mayor número posible de federales para tener una red de protección”.
Las negociaciones fallidas han sido arduas con un árbitro de lujo: el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, empeñado siempre en que no se llegara a comicios internos.
En esa calidad, Ebrard intentó, durante semanas, convencer a los grupos de aceptar un reparto de cuotas que en esencia se reducía a respetar las delegaciones que cada uno ya gobierna y pedirles una reducción de sus diputaciones locales y federales.
Uno de los últimos ofrecimientos de Ebrard a NI fue de 12 diputaciones locales, ocho federales y tres delegaciones (incluyendo su bastión, Iztapalapa). NI, sobre todo por la negativa de Arce –quien maneja a su grupo con cierta independencia respecto de los chuchos grandes–, rechazó ese ofrecimiento. Para hacer más atractiva la oferta, cuenta un dirigente de NI, también les sugirieron, aunque no directamente Ebrard, que podrían tener “espacios” en la administración local, “aunque no han aterrizado nada”.
Ya en esta semana, NI planteó al gobernante capitalino la cuota con la cual aceptaría no ir a elecciones internas: 15 diputaciones locales, 10 federales y cuatro o cinco delegaciones.
“No recibimos ninguna respuesta”, dice un jefe local de NI.
“Sólo faltó que dijeran de qué querían su nieve de limón”, les replican en Izquierda Unida.
En el último jalón, cerrada ya la posibilidad del acuerdo, NI propuso que se reservaran “para candidatos externos” sólo cuatro distritos federales. IU rechazó la propuesta porque –argumentó– sólo se estaban entregando distritos donde ellos son mayoría.
Tener 17 diputados locales o más garantizaría a cualquier agrupamiento el control de la Asamblea Legislativa, tal como hace ahora NI. “Esa no es nuestra disputa, nosotros aceptamos de antemano que alguien propuesto por Ebrard sea el coordinador de la Asamblea”, dice Jesús Zambrano, coordinador nacional de NI.
Cerrada la vía del acuerdo, los grupos del DF afilan sus lanzas para la batalla. Los dos agrupamientos mayores, NI e IDN, se dicen seguros de ganar de todas, todas.
En IU confían en que irán en bloque, con Marcelo Ebrard, para avasallar a Nueva Izquierda. Los chuchos piensan que los subestiman. Y más. “Vamos a enfrentar a Izquierda Desunida; ya muchos grupos locales se nos han acercado, en firme, en caso de que haya elección, para decirnos que irían con nosotros”.
La fuerza de los gobernadores
En Zacatecas, Amalia García está decidida a “hacer valer su fuerza” en los comicios internos. Los chuchos buscaron convencerla hasta el último momento, sobre todo porque atribuyen a una estrategia similar los malos resultados del PRD en la última elección local.
En Baja California Sur, el pleito es entre el actual mandatario, Narciso Agúndez, y el ex gobernador Leonel Cota. El ex presidente nacional perredista calculó que podrían dejarlo fuera de la “franja de seguridad” y optó por buscar la elección interna. “Es un procedimiento equivocado (la reserva). ¿Hacerlo sólo porque la experiencia nacional es amarga? Allá las internas nos han salido muy bien”.
A la hora de la votación, sólo Cota levanta su gafete, abatido en su asiento. Sin embargo, el presidente del consejo, Camilo Valenzuela, declara cuatro abstenciones “y ni un voto en contra”. “Es que no se ve”, justifica después.
Con todo, Cota insistirá en buscar un sitio en las plurinominales. “Si no cierro filas con el PRD puedo abrirle las puertas al peor partido de México, al de Elba Esther Gordillo”.
Se cierra el consejo. Siguen atentos el fin de la sesión los encargados de prensa de NI. Igual que los de ADN. Y quizá el equipo que IDN está armando. Esto debe ser, hay que suponerlo, el partido –frente que proponían hace tiempo los chuchos. Por algo, en el enorme Centro de Negocios cada corriente tiene salón para sus propias reuniones. Como si fueran varios partidos en uno.
Es el resultado de muchos años de batallar contra los “caudillos” y los “poderes fácticos”. El PRD al fin en manos de los “coroneles”. Cada quien su piso, su sala, sus canicas, sus candidaturas, sus territorios. Tantos años de querer “institucionalizar” el PRD y terminaron institucionalizando los Balcanes. No es un mérito menor.