Usted está aquí: viernes 23 de enero de 2009 Capital La tragedia se pudo haber evitado, aseguran habitantes de Palmitas

■ Diversas autoridades delegacionales han actuado con negligencia y dolo, denuncian

La tragedia se pudo haber evitado, aseguran habitantes de Palmitas

■ La casa donde murieron sus dos residentes contrastaba con las de la zona por su precariedad

Alejandro Cruz Flores

Ampliar la imagen Una septuagenaria y su hijo de 40 años de edad murieron ayer al desgajarse parte de un cerro sobre su vivienda, ubicada en la colonia Palmitas, de la delegación Iztapalapa. Bomberos, socorristas y policias capitalinos tardaron más de dos horas en recuperar los cuerpos Una septuagenaria y su hijo de 40 años de edad murieron ayer al desgajarse parte de un cerro sobre su vivienda, ubicada en la colonia Palmitas, de la delegación Iztapalapa. Bomberos, socorristas y policias capitalinos tardaron más de dos horas en recuperar los cuerpos Foto: Alfredo Domínguez

La muerte de María Alcaraz Quintanilla y Enrique Pineda a causa del desgajamiento de un cerro, se hubiera podido haber evitado si las autoridades de anteriores administraciones de la delegación Iztapalapa, no hubieran actuado con “negligencia y dolo”, denunciaron vecinos de la colonia Palmitas, ubicada en la sierra de Santa Catarina.

Los residentes recordaron que la mujer de 72 años y su hijo de 40, vivían en un predio denominado 2 de Abril, ubicado en la parte baja de la colonia, pero que en 1996, Mariano López Ramos e Ismael Escamilla Lara, quienes en aquel tiempo decían laborar para la delegación, “la convencieron para que viviera aquí. Engañaron a la pobre señora”, diciéndole que tendría un lugar propio donde vivir.

“No tenía con que mantenerse, pero estaba bien ubicada en un terreno de abajo, donde no corría peligro”, pero debido a que en el lugar donde habitaba se construiría una unidad habitacional, “esos señores se aprovecharon de su necesidad y la trajeron aquí”, expresó Janet Romero, vecina de la zona.

Al tratarse de una persona de la tercera edad, precisaron, la señora María Alcaraz no pudo acceder a un crédito para hacerse de uno de los departamentos de la nueva unidad habitacional, y como no tenía recursos para adquirir una vivienda o un terreno, la convencieron para vivir en el predio marcado con el número 108-B de la calle Pistache, que quedó sepultada por tierra y rocas a causa del desmoronamiento.

“Ellos (López Ramos y Escamilla Lara) son en parte culpables de su muerte, porque sabían que la zona es de alto riesgo, y aún así se la trajeron para acá, aprovechándose de su necesidad de tener un lugar donde vivir, por lo que se les debe fincar la parte de culpa que les corresponde, porque no se vale”, coincidieron residentes del lugar.

La casa de la señora María Alcaraz, contrastaba con las demás de la zona, el techo era de lámina y aunque las paredes eran de ladrillo, la construcción no tenía castillos, a diferencia de las demás viviendas, cuyos propietarios incluso tuvieron acceso a un crédito del Instituto de Vivienda (INVI) del Distrito Federal.

“Estamos regularizados desde por lo menos hace nueve años, incluso entramos en un programa de mejoramiento de vivienda, por eso tenemos los créditos del INVI”, explicó Verónica Gudiño, cuya casa se ubica a un costado de la que fue aplastada por las rocas y que, según sus propias al palabras, al parecer no resulto dañada.

Explicó que en su momento “la Corett (Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra) sólo autorizó 32 lotes en la zona, en los cuales no estaba contemplada la señora Alcaraz, pero con base en corrupciones la reubicaron aquí y hasta la legalizaron”.

 
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