■ “Casi siempre está presente, pero no le prestamos interés porque la usamos de fondo”
Busca Rodrigo Sigal restablecer el vínculo entre la música y el escucha
■ Las piezas de su disco B-Blind, C-Ciego demandan atención minuciosa “para que funcionen”
Aunque la música está presente en gran parte de nuestras actividades cotidianas, la relación que la mayoría de las personas mantiene con ella tiende a ser distante y a veces hasta ajena, al asignarle una función de mero fondo de acompañamiento o distracción.
Frente a esa realidad, el compositor Rodrigo Sigal (ciudad de México, 1971) ha enfocado parte considerable de su quehacer en tratar de restablecer o recuperar la relación entre la expresión sonora y la persona, mediante la creación de obras que exigen una atención detallada y cierto grado de concentración.
“Hemos perdido la capacidad de vincularnos con la música y, por consiguiente, de disfrutarla de manera directa y plena. Sin importar el tipo o género, está presente con nosotros casi todo el tiempo, pero no le prestamos la suficiente atención, porque casi siempre hacemos otra cosa mientras la escuchamos”, señala en entrevista.
“La música requiere igual grado de atención que cualquier otra actividad. Uno no se pone a leer mientras maneja o no besa mientras nada o corre; pero todo mundo hace de todo mientras escucha música; no hay programa de televisión o película que no la tenga de fondo. Todo eso no la ha desvirtuado, pero sí la ha dejado sola.”
En su más reciente disco compacto, B-Blind, C-Ciego, el creador recopila siete obras mixtas –para diferentes instrumentos o ensambles y música electroacústica– que precisamente demandan del escucha ese elemento de atención minuciosa “para que funcionen”.
Escritas entre 2004 y 2007, las piezas fueron comisionadas por diferentes intérpretes y grupos –entre ellos el flaustista Alejandro Escuer, el tubista Jesús Jara y el Quinteto de Alientos de la Ciudad de México–; en ellas el autor refrenda la que ha sido su principal bandera artística: la investigación y el empleo de medios alternativos, específicamente electrónicos y cibernéticos, en la creación e interpretación musical.
Sin embargo, otro elemento distintivo de esas obras es que fueron concebidas a partir del interés de Sigal por remarcar el plano estrictamente sonoro de la música, al tratar de separarla de todo aquel elemento visual con el que pueda ser asociada.
A decir del también director del Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS), vivimos en la época de la imagen, en la hegemonía de lo visual, en la que el resto de los sentidos tiene menor jerarquía e incluso expresiones como la música, en todos sus géneros y variantes, están determinadas por la vista.
“Mediante la televisión, los videos, los conciertos, estamos muy vinculados con que la música es un evento visual al mismo tiempo que sonoro; precisamente, (ante ello) parte de mi búsqueda ha sido trabajar sólo en el medio del sonido, tratar de liberarlo de ese nexo visual, romper esa relación en el que se escucha algo y de inmediato se relaciona o asocia con alguna imagen”, señala.
“No estoy en contra de la sociedad de lo visual; es más, la disfruto y la aprovecho en mi trabajo. Pero una de mis principales intereses como compositor es provocar una reflexión de cómo hemos perdido la capacidad de vincularnos directamente con el aspecto sonoro de la música, y busco hacer una música que no pueda escucharse cuando se está haciendo otra cosa.”
Que sus obras requieran o exijan atención detenida y detallada no significa que se trate de expresiones más enfocadas al aspecto intelectual que al emotivo, aclara Rodrigo Sigal, quien agrega: “Necesitan de atención para funcionar; una manera de escucharlas es con los ojos cerrados.
“Se trata de vivir durante un momento o un instante en un mundo en el que la vista no es lo más importante y descubrir una experiencia (sensorial y emocional) distinta. De allí el título del disco, B-Blind, C-Ciego.”
Coproducido por el CIEM, el CMMAS y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el álbum forma parte de una serie del CMMAS y puede adquirirse en la página web del autor: www.rodrigosigal.com