Aguda sequía devasta al sector agropecuario en Argentina
Tostado, Argentina, 17 de enero. El productor argentino Gustavo Giailevra vio morir de sed a 425 animales durante el año pasado, un cuarto de su hacienda, y ahora es testigo impotente del bramido de las vacas sobrevivientes, que claman por agua frente a los pozos secos de Santa Fe.
Argentina es de los mayores proveedores mundiales de alimentos, pero actualmente la producción de carne, trigo y maíz está siendo devastada por la terrible sequía que azota al país, la más severa desde 1961, que también afecta la actividad agropecuaria en Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil.
La crisis es aún peor por la desaceleración de la economía mundial, que provocó una reducción en la demanda de productos agrícolas y una caída de los recursos del Estado, justo en el momento en que los productores necesitan más ayuda oficial.
“La situación es terminal”, aseguró Giailevra mientras observaba los restos putrefactos de vacas esparcidos en su estancia de Tostado, un pueblo del norte de la provincia de Santa Fe. “Estamos en las manos de Dios. Nuestras reservas de agua se terminaron”, añadió.
La sequía ya mató 300 mil cabezas de ganado en Santa Fe, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y causó pérdidas por al menos 600 millones de dólares en la misma provincia, en el corazón agrícola del país.
Las autoridades buscan soluciones al problema, pero sus respuestas no son suficientes para los chacareros.
El desastre climático reflotó las tensiones entre el gobierno nacional y los productores, que se enfrentaron en 2008 por un proyecto para subir los impuestos a la exportación de granos, finalmente descartado por el Congreso.
El conflicto de cuatro meses, que incluyó huelgas comerciales, bloqueos de rutas y masivas manifestaciones, afectó las exportaciones del país sudamericano y llevó a una crisis al gobierno de Cristina Fernández.
El jueves, en una señal del creciente enojo del sector, un grupo de productores bloqueó una importante ruta en el sur de Santa Fe para protestar contra la política agropecuaria de Cristina Fernández, a la que acusan de perjudicar a la actividad con sus intervenciones en los mercados.
Como respuesta a la sequía y a la crisis económica global, el gobierno anunció recientemente que reducirá los impuestos a la exportación de trigo, maíz, vegetales y frutas.
Además, lanzó un plan de créditos subsidiados para la compra de maquinaria agraria y prometió contener los precios de fertilizantes y pesticidas.