13 de enero de 2009     Número 16

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Con una experiencia en el fotoperiodismo de más de 30 años, Pedro Valtierra habla de cómo percibe la relación de la cámara con el medio rural. Sin despojarse de la emoción, pues él nació campesino, observa una insuficiente comprensión de parte de los fotógrafos de prensa a la vida rural. Valtierra es fundador y director de la agencia fotográfica Cuartoscuro –la cual cuenta con un bagaje de 300 mil fotos digitalizadas y medio millón de negativos, de los cuales, dice, un cinco por ciento es de temas rurales—. Entre múltiples premios y reconocimentos internacionales que ha recibido, figura el Premio Rey de España por la mejor imagen noticiosa internacional, que obtuvo en 1998 gracias a su foto titulada “Mujeres de Xoyep”, que captó en enero de ese año con una indígena chiapaneca que intenta frenar el paso a un robusto soldado. Esa foto, que en enero de ese año publicó en primera plana La Jornada , fue símbolo en marchas nacionales y extra fronteras de la situación indígena de Chiapas.

Testimonio de Pedro Valtierra

Captar con dignidad al campo, reto de la fotografía


FOTO: Tomada de Zacatecas
Fotografìas de Pedro Valtierra

Aunque digamos que el campo es muy importante, al indígena, al campesino siempre se le ve de arriba hacia abajo, con cierto desprecio; en foto en particular, se le ve como objeto, no como sujeto, como para expresar el folclore, lo curioso, la pobreza. Como fotógrafo puedo darme cuenta de eso, que está presente en muchos fotógrafos de periódicos –claro, no en todos— y que contrasta por ejemplo con la novela de Juan Rulfo (Pedro Páramo), que retrata con dignidad a sus personajes rurales; los mira con respeto, les da un honor; es una maravilla.

En el periodismo, los reporteros y los fotógrafos debemos dar un viraje. Hoy ya no hay crónica de campo, y los campesinos cuentan sólo como cifras: cuántos se van a Estados Unidos, cuántos son pobres, cuántos desnutridos; cuánto se produce, cuánto se importa.

En lo personal siempre he querido ver a los campesinos con dignidad. Me siento identificado con ellos, pues yo vengo de allí. Nací en un pueblo de Fresnillo, Zacatecas (en San Luis de Ábrego); allí en el rancho viví mis primeros 12 años, no conocía la televisión, ni la luz, ni nada; éramos pequeños propietarios y sembrábamos frijol, maíz, calabaza... Tuvimos una crisis, no llovió en 1966 y nos quedamos sin lana y el banco se quedó con el rancho. En 1969 llegamos a México, yo trabajé en muchas cosas y luego, a los 15 años de edad, fui bolero en Los Pinos, para después trabajar en el laboratorio de fotografía y ser fotógrafo de la Presidencia de la República. Ya en los medios, mucho de mi trabajo en El Sol de México, Unomásuno y La Jornada se enfocó al campo, a los temas rurales; creo que yo mismo lo busqué.

Un único habitante . Desde mi punto de vista, el testimonio que la fotografía periodística puede dar de lo que ocurre en el medio rural es lo que he visto en Fresnillo: la gente ha emigrado, hay pueblos fantasma, como en el que yo nací, donde antes habitaban 20 o 30 y ahora sólo queda una persona. El campo está totalmente abandonado, y lo veo también en Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Puebla... Y la perspectiva para el campo es triste; lo digo como observador, como fotógrafo. La televisión genera allí expectativas de un mundo distinto; no hay una educación real que muestre a los campesinos que hay opciones masivas para ellos, y mientras la televisión, con su publicidad, con las películas que dan, con las güeras que allí aparecen, promueve un deseo de la gente por ser urbanos.

Me interesa mucho registrar esto. Veo que para los chavos del campo, ser cholos es la moda y así lo imponen: ya no usan sombrero, usan cachuchas o gorras, como pachuchos, y esto es muestra de que aspiran a ser urbanos. Veo los anaqueles de las tiendas y ya no hay productos locales: hay sardinas, refrescos, papitas, galletas, atunes, harina de maíz empacada... Esto deteriora la salud del pueblo, y es algo que me preocupa mucho, me asusta, ya hay una cultura del refresco. Siento que en unos diez años va a haber una crisis profunda en el campo, por el empobrecimiento y deterioro que sufre, con ríos y aguas contaminadas, con la ausencia de apoyos productivos, que veo por ejemplo en la leche. El Estado mexicano prefiere gastar millones en importar leche en polvo que en inyectar la lana para producir buena leche en México; es inadmisible, obligan a los lecheros al fracaso.


FOTO: Tomada de Zacatecas.
Fotografìas de Pedro Valtierra

El estereotipo. Pero los fotógrafos no han logrado registrar esto adecuadamente; por esta formación que tenemos en el país (no es un asunto sólo de los fotógrafos), donde los urbanos se sienten superiores a los campesinos –lo cual muestra una mentalidad reaccionaria, fascista y malinchista—y no hay una valoración justa del medio rural. Creo que la fotografía debe captar todo: marginación, olvido, fiestas, cultura... pero hacerlo con dignidad, no oprimir fotográficamente a los campesinos. Y debe también hacer a un lado los estereotipos. ¿Qué vemos por ejemplo con libros entre comillas de arte que editan Banamex, Maseca y otros? Están los indígenas en sus casas, en sus cocinas, estáticos y sin actuar en sociedad, en fiestas, en bailes. No se trata de que los fotógrafos inventen algo, no se trata tampoco de hacer una apología, como ocurrió en cierto momento con los campesinos rusos, sino de trabajar con los campesinos como seres humanos que son.

La aportación más importante que debe hacer la fotografía a favor del medio rural es empezar a tratar a sus pobladores con dignidad; y llevar exposiciones a los lugares campesinos, a las plazas, a las ferias. Yo rancheo mucho, me invitan a un pueblo y voy, llevo mis fotos. La gente tiene derecho a ver esas imágenes; cuando las ve, hay una reacción intensa, distinta a la de los ojos urbanos. La gente en el medio rural maneja el tiempo de forma particular: hacen una lectura detallada de la foto, se detienen, la examinan, se sorprenden, preguntan, lloran.

Fotos para campesinos. La fotografía tiene posibilidades como vehículo de comunicación y la gente va y la gente le cree; no hablemos de si es objetiva o no, la gente le cree. Y dado que hay una gran capacidad de socialización de la fotografía, por la facilidad de imprimirse en cualquier parte a bajo costo –no hablo aquí del valor de la foto—, precisamente en la Fototeca de Zacatecas, que dirijo desde que se inauguró en 2006, estamos trabajando en un proyecto para exponer fotos en pueblos, en plazas, en ferias, porque así como la gente va a la cantina, a la iglesia, a presentaciones de equis grupos, así puede ir a una exposición fotográfica. Lo estamos haciendo no como un plan populista, sino como una forma de comunicación, de dar acceso a diversos públicos al periodismo y en particular a la fotografía de campo. Cuando la gente ve estas fotos, se identifica y se da tiempo a la reflexión. En términos generales hemos privado al campo mexicano de muchas posibilidades, entre ellas de acceder a la fotografía publicada o como exposición.

Claro, ha habido oportunismo. Cuando surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1994, todo mundo se montó en Marcos y llevaron cosas y les dieron cámaras a los indígenas. Como ya ahora Marcos no le cae bien a nadie, ya se acabó el proyecto. En la fototeca el plan que tenemos es de largo plazo y en Cuartoscuro hemos identificado a dos o tres jóvenes que se vinculan al campo de manera distinta, les gusta y son buenos. Los apoyamos, pues la visión del mundo no debe ser sólo de los que vivimos en la ciudad. (Lourdes E. Rudiño)