Entrevista a Antonio Jaimes Aguilar, ex secretario general del SNTE
El Panal no ha crecido, sigue tan enano como nació
El gremio ya no cumple funciones educativas, sino electorales
El profesor, quien descalifica la llamada Alianza por la Calidad de la Educación, afirma que Elba Esther Gordillo es cínica y que su ambición no tiene límites; quiere ser titular de la SEP o presidenta de la República, “a costa del fracaso en la educación, a la que tiene como rehén”
Ampliar la imagen Antonio Jaimes Aguilar, Carlos Jonguitud Barrios y Carlos Salinas de Gortari, el 20 de diciembre de 1988, tres semanas después de la asunción de éste a la Presidencia de la República Foto: Archivo La Jornada
Sonaba el nombre de Elba Esther Gordillo. Pero el único voto que valía en 1986 era el de Carlos Jonguitud Barrios, y ese voto fue para Antonio Jaimes Aguilar, quien recuerda y juzga: “Nosotros dábamos la cara a los gritos y los chiflidos. En cambio, Elba Esther ya no puede pararse en reuniones de maestros”.
Último secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) antes de la era gordillista –pues Refugio Araujo del Ángel apenas duró unas semanas en el cargo– Jaimes Aguilar considera que las protestas magisteriales contra la Alianza por la Calidad de la Educación son resultado de que se pactó sin consultar a los maestros: “Es una de tantas locuras que Gordillo se saca de la manga. La hicieron ella y sus cuates, sus incondicionales, se la llevaron a la secretaria Josefina Vázquez Mota y ella la aceptó, pero no es más que un estandarte para sacarle jugo electoral”.
–Pero la secretaria de Educación Pública también la usa como bandera.
–Vázquez Mota se quiso lucir, pero Elba Esther le comió el mandado.
Para Jaimes, con Gordillo el SNTE ha perdido autonomía, se ha desnaturalizado, pues ya no cumple funciones educativas ni sindicales, sino sólo de “mercancía electoral”. Pese a esa afirmación, considera que el gordillismo no conseguirá aportar ningún caudal importante de votos en los comicios de 2009. “El Partido Nueva Alianza no ha crecido, sigue tan enano como nació”.
Una y otra vez, a veces sin pregunta de por medio, el michoacano de Tierra Caliente insiste en juzgar a su sucesora en el cargo: “Elba Esther es una mujer cínica, de ambiciones sin límites. Quiere ser secretaria de Educación o hasta presidenta de la República, a costa del fracaso en la educación, a la que tiene como rehén”.
“Elba Esther no debía llegar”
Jaimes Aguilar llegó a la secretaría general del SNTE en 1986. Quizá lo favoreció su papel de experto apagafuegos. Había sido presidente de comisiones ejecutivas en todo el país en ocho ocasiones y resolvió, según narra él mismo, un conflicto entre Alfonso Martínez Domínguez y Jonguitud. Dos grupos se disputaban la sección 50, de Nuevo León, cada cual apoyado por uno de los zorrunos políticos priístas. Jaimes los reunió y se arreglaron, aunque Martínez Domínguez puso como condición que Jaimes continuara al frente de la Comisión Ejecutiva el resto de su mandato como gobernador.
Así llegó al relevo de 1986, cuando el congreso nacional del SNTE se realizó en La Paz, Baja California. Jaimes dice que su nombre ni se mencionaba. En cambio, la ahora lideresa vitalicia sí estaba en la lista.
–¿Por qué Jonguitud no la hizo nunca secretaria general?
–Porque nunca le tuvo confianza; ella no es leal a nadie.
–¿Es cierto que Jonguitud decía, en referencia a ella, que “a las mujeres ni todo el amor ni todo el poder”?
–Era uno de sus dichos, tenía muchos.
Después del Congreso de La Paz, Gordillo se “refugió en el PRI. Ella informaba a los dirigentes del partido de todo lo que sucedía en el sindicato”.
En febrero de 1989, mientras arreciaban las protestas magisteriales en gran parte del país, y por vez primera en mucho tiempo, en lugar de la capital se realizó el congreso en Chetumal, Quintana Roo.
Jonguitud consultó a Jaimes, aunque la decisión la tomaba sólo él: “Mi opinión fue que Elba Esther no debía llegar”.
La profesora Gordillo contaba con otros apoyos: “A mí me presionó Manuel Camacho Solís (entonces regente de la ciudad de México): faltando unos días para el congreso, todavía insistía en que Elba Esther debía quedar”.
Jaimes Aguilar fue a recibir al presidente de la República, Carlos Salinas, al aeropuerto de Chetumal. La comitiva de Salinas fue fría, quizá porque ya se calibraba el golpe contra el jonguitudismo. “El Presidente sabe llegar, usted no debe estar aquí, me dijeron”.
El desenlace es conocido. Fernando Gutiérrez Barrios, secretario de Gobernación, operó la salida de Jonguitud y Elba Esther Gordillo fue designada secretaria general en un consejo hecho a toda prisa, a fines de abril de 1989.
El fallido retorno de “el señor”
Jaimes Aguilar sigue proclamando su orgullosa pertenencia a Vanguardia Revolucionaria, el grupo que controló el sindicato magisterial durante 17 años, y cuyos herederos siguen al mando. En los últimos años ha participado incluso en actos de la disidencia a la que combatió tesoneramente.
Pero ya Vanguardia se había jugado su última carta tiempo atrás. En 1993, Carlos Jonguitud concedió entrevistas y participó en la creación de una nueva corriente sindical. Se realizaron reuniones en varios estados para culminar con una junta nacional. Unos mil ex vanguardistas se reunieron en el Salón Riviera de la ciudad de México el 13 de noviembre de 1993. Al día siguiente publicaron un desplegado: corrupta y autócrata, llamaron a Gordillo. La firma más destacada fue la de Jaimes Aguilar, “porque el maestro Jonguitud prefirió no firmar”.
El SNTE contratacó en la prensa: “Personajes, grupos y fracciones gubernamentales o partidarias... alientan la esperanza de la resurrección de los muertos”.
Gordillo contaba con todo el respaldo del gobierno. Las secretarías de Gobernación y de Educación Pública le regalaron un comunicado, ensalzando su “representatividad y legitimidad”.
Un día antes de la reunión, Jaimes Aguilar fue citado de urgencia por el secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido.
“Me pidió que no se celebrara la reunión y que publicara una carta desdiciéndome del desplegado.”
Ante su negativa, González Garrido le dijo: “maestro, no me deja otra alternativa”.
El ex secretario general del SNTE cuenta que lo subieron a una camioneta sin ventanas y al llegar a un hangar lo treparon, vendado, a un avión que luego supo era del Estado Mayor Presidencial. Se enteró de su destino sólo después de aterrizar en Houston, Texas, donde lo llevaron directo al hotel Sputnik. Allí lo tuvieron bajo custodia durante 10 días, tras los cuales se fugó gracias a que se hizo cuate de las camareras.
“Salí por el sótano y me les perdí. Pasé tres meses en Estados Unidos pero ya no secuestrado.”
El 26 de noviembre de 1993, Jonguitud solicitó licencia en el Senado, aduciendo “motivos de salud”, pese a que su miastenia gravis estaba bajo control.
Jaimes dice que el “profesor y licenciado” corrió su misma suerte. Que lo mandaron a San Antonio, Texas, y pasado un tiempo le permitieron volver a México siempre y cuando no saliera de un rancho ubicado en Veracruz.
“El señor”, como le decía Gordillo para no llamarlo por su nombre, nunca lo intentó de nuevo. Hace unos meses, dice Jaimes, fue sometido a cirugía de extracción del timo, debido a su viejo padecimiento, “y tiene que tomar cortisona de por vida”.
Parecida a Jonguitud
Jaimes ve venir “en cascada” a los gobernadores contra Elba Esther: “No están dispuestos a ir adonde ella los quiere llevar”. A votar por el Partido Acción Nacional, en resumen. Dice Jaimes que eso no sucederá, pues en el magisterio “las tendencias van del nacionalismo a la izquierda. Las tendencias panistas son una minoría formada por los egresados de normales de monjas”.
Jaimes Aguilar buscó a Gordillo a fines de los noventa. Se reunió con ella en su casa, para un almuerzo. Le fue a pedir que interviniera para que Tobías Treviño, ex dirigente de la sección 50 (Nuevo León) fuera reinstalado en su plaza. Treviño y su mujer, de nombre Esther, habían sido cesados luego de que él pisó la cárcel, acusado por el SNTE de malversar fondos del gremio. “Sólo le pedí eso, porque Tobías y su mujer no tenían otra fuente de ingresos más que sus empleos”.
En ese almuerzo, dice Jaimes, Elba Esther Gordillo sonrió antes de preguntarle: “¿Verdad que mi gestión se parece mucho a la del maestro Jonguitud?”
“Pues no”, dice Jaimes que fue su respuesta.
Antes de salir de la casa de la maestra, Jaimes vio que Gordillo daba indicaciones para que se cumpliera su petición.
“Pero hasta hoy”, dice resignado Jaimes, “no los han reinstalado”.