■ El automóvil del joven fue baleado a mansalva el 1º de enero por los agentes, recuerdan
Protestan 4 mil personas en Ocotlán por asesinato de roquero a manos de policías
■ Los vecinos piden desaparecer poderes en el municipio y que gobierne una comisión ejecutiva
Ampliar la imagen Pobladores de Ocotlán, Jalisco, durante la marcha en repudio al asesinato del joven Fernando López Alejandre, ocurrido el pasado primero de enero Foto: Arturo Campos Cedillo
Ocotlán, Jal., 9 de enero. Aproximadamente 4 mil habitantes de esta localidad salieron a las calles para manifestarse contra el asesinato de Fernando López Alejandre, bajista de 21 años de edad de la banda de rock pesado Arcadia Libre, ocurrido el primer día de 2009 a manos de policías municipales.
Hace dos días el alcalde de Ocotlán, el panista Absalón García Ochoa, destituyó de la dirección de la policía municipal a Filiberto Ortiz Amador, pero hoy no salió a dar la cara ante la multitud que estrelló huevos contra la presidencia municipal, cerrada y custodiada por uniformados.
Mediante un oficio entregado el 7 de enero en el Congreso local, ocotlenses solicitaron la desaparición de poderes en el municipio. A cambio piden el nombramiento de una Comisión Ejecutiva que gobierne el municipio.
Los jóvenes fueron los más inconformes, los que más vivieron las andanzas de Ortiz Amador: algunos empujaron el portón de metal con la intención de entrar. La Comisión Estatal de Derechos Humanos comenzó a enlistar las violaciones a las garantías individuales que los habitantes tenían que contar.
“¡Fuera Absalón!”, gritaban miles. El edil nunca apareció.
Los manifestantes vestían de blanco y portaban globos del mismo color. Al frente iba la familia de Fernando, con una imagen del joven roquero. “El Nako –como lo conocían– era noble”, dijo una de sus tías. “Pacífico”, expresó una prima. “Sensible…humilde…no le importaba el dinero, ni el lujo. Era cantante, tocaba el bajo y le gustaban Deep Purple y Black Sabbath”, comentaban sus familiares unos tras otros.
La policía “disparó a mansalva contra el vehículo que conducía López Alejandre”, oriundo de Jamay, quien iba acompañado de David Briseño Ceja, vecino de La Barca. Los agentes hirieron de muerte al primero y golpearon y amenazaron al otro “sin que hubiera de por medio una indicación oportuna para llamarles la atención por alguna infracción o delito”, fue la sinopsis escrita en un volante que se hizo circular entre los asistentes a la marcha silenciosa.
Los dolientes portaron cartulinas y mantas en las que se leía: “¡Puta policía!”, “Me quitaron la vida por la espalda” y “(gobernador) Francisco Ramírez Acuña, ya no protejas asesinos”.
Tanto el alcalde García Ochoa como el ex jefe policiaco Ortiz Amador son personas cercanas a Ramírez Acuña. El 28 de mayo de 2004, cuando la policía de Guadalajara y del estado reprimieron una manifestación que terminó en encarcelamiento y tortura para decenas de altermundistas, el ahora gobernador era alcalde de la capital tapatía, García Ochoa era subsecretario del interior y Ortiz Amador un alto jefe de la policía estatal.
Según algunos manifestantes, Ocotlán sirvió de laboratorio para la instauración de una policía secreta cuando Ramírez Acuña fue secretario de Gobernación de Vicente Fox. De ahí las razzias que hasta el miércoles pasado aplicaba la policía municipal encabezada por Ortiz Amador y cuyos métodos de seguridad pública instruidos a sus subordinados causaron la muerte de El Nako.
Era común que la policía irrumpiera en fiestas juveniles. Tácitamente había toque de queda. Después de las 22 horas los muchachos no podían juntarse en las esquinas porque eran levantados por los gendarmes, recuerda Leonarda, vecina de la colonia Cinco, que está a unas cuadras de la casa donde vivía el jefe policicaco Ortiz Amador, sobre las calles de Domingo Márquez y Reforma.
De esas anécdotas hay muchas: que por lo menos 10 desaparecidos, que varios asesinados, y que el tiro de gracia, característica en los cuerpos encontrados.
Hoy, miles salieron a las calles. No aguantaron más. El homicidio del muchacho unió a los ocotlenses como nunca en la plaza principal: “Ni siquiera el 15 de septiembre se llena así”, sintetizó un vendedor de frituras.