Penultimátum
■ El clero y la familia
Por lo menos 200 obispos, 30 cardenales y 10 mil peregrinos católicos participarán la próxima semana en el sexto encuentro de las familias. Como aquí advertimos oportunamente, el gran ausente será Benedicto XVI, por razones no explicadas habida cuenta la importancia de la reunión. Pero no hace falta su presencia para saber en qué dirección irán los asistentes.
En efecto, la Iglesia fijó ya las pautas a seguir en torno a la familia: debe ser una, la cristiana, centro de la sociedad. Reiteró que el único matrimonio válido es el que conforman un hombre y una mujer. No reconoce, por tanto, ningún otro tipo de familia. Y a partir de esta definición, condena el matrimonio entre personas del mismo sexo, las sociedades de convivencia, el divorcio exprés, el cambio de sexo, la despenalización del aborto y la promoción del condón. Rechaza lo que considera la “cultura del relativismo egoísta y de la muerte”. Esto último en referencia al aborto.
Se alzarán voces exigiendo más libertad religiosa en México, para que, entre otras cosas, en el sistema educativo nacional se imparta la materia de religión. Pero de la única y verdadera, la católica, como proclaman obispos y dirigentes de asociaciones patrocinadas por el clero.
También tendrá eco la más reciente proclama papal de que el mundo necesita “una ecología” que “salve a las personas normales de la amenaza de los homosexuales, de la misma forma que se necesitan políticas que protejan las selvas y bosques”. Es bueno recordar que el Vaticano se opuso recientemente en Naciones Unidas a una propuesta de resolución por la cual se despenaliza la homosexualidad en todo el mundo, que fue avalada por México. La homosexualidad todavía se castiga con cárcel en 85 países integrantes de la ONU. En algunos islámicos hasta con la pena de muerte.
Aunque parte de los organizadores del encuentro han insistido en que la política estará alejada de las deliberaciones, no descarte la condena a los gobiernos y a los políticos que han aprobado uniones distintas a la formada por un hombre y una mujer, la despenalización del aborto, la promoción del condón y el sexo seguro. Pero en cambio se ignorará la proliferación del aborto por embarazos no deseados, y la discrecionalidad de la Iglesia para desunir lo que Dios unió (ver caso Vicente-Marta).
Don Jorge Serrano Limón no repartirá tangas entre los asistentes, porque todavía Luis Pazos no le aprueba el siguiente regalo de 30 millones; ni dirá que la homosexualidad es un peligro para México. Se ocupa ahora en sumar apoyos a su solicitud de que el extinto Carlos Abascal sea declarado Santo Súbito, de su devoción y de la nuestra, milagro que no alcanzó en su momento Juan Pablo II.
En fin, los obispos hablarán del matrimonio, cuando detestan casarse y formar una familia.