Recuento del (d)año 2008
Aunque Carlos Paul ya hizo un conciso y exacto recuento de lo que fue para el teatro el año que acaba de finalizar, me gustaría extenderme en un par de cuestiones. Las artes escénicas perdieron a algunos de sus dramaturgos más significativos, como Emilio Carballido, a quien se deben un gran número de los textos que pueden ser considerados relevantes de nuestra dramaturgia. También perdimos a Víctor Hugo Rascón Banda, fiel espejo de nuestra realidad social como lo demuestran muchas de sus obras y en este momento, dado el escándalo de las relaciones de miss Sinaloa con el narco, no podemos menos que recordar a Jacinta, una de las entrañables mujeres de Contrabando. A pesar de que llevaba varios años fuera del país, causó gran pesar el deceso de Alejandro Aura y el teatro internacional llora al gran Harold Pinter, uno de los mayores talentos del siglo XX.
Como bien apunta Carlos Paul, uno de los sucesos más importantes y controvertidos del año que terminó fue la renovación de la Compañía Nacional de Teatro bajo la dirección de Luis de Tavira, que volvió a ser estable, como en sus inicios la conformada por José Solé (quien por cierto obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes, el sexto que obtiene un teatrista sin contar los de los dramaturgos que se dan en el rubro de Literatura) aunque con grandes diferencias. La primera, que a los actores y actrices participantes se les ha dado cabida en tres categorías según edad y currícula y que en el primero se reconoce a dos actrices (Ana Ofelia Murguía y Angelina Peláez) y a dos actores (Claudio Obregón y Ricardo Blume) como eméritos, lo que les otorga la beca de por vida. En las otras dos categorías los actores y actrices tendrán la beca por tres años renovables y, aunque fueron seleccionados por varios jurados, en el gremio se piensa que no están todos los que son y en algunos pocos casos que no son todos los que están, pero con el tiempo se irá asentando cualquier posible error de selección.
El diseño de la nueva CNT permite que se puedan ensayar varias obras al mismo tiempo bajo la dirección de diversos teatristas y todos los miembros han tenido diversas actividades desde que fueron elegidos en la casona que para tal efecto les ha sido otorgada, aunque por diversas razones la primera obra escogida para ser dirigida por Mario Espinosa no se pudo llevar a efecto y fue sustituida por un texto de Flavio González Mello mientras Héctor Mendoza prepara una obra de Strindberg desconocida en español traducida por él. He de añadir que la pasión teatral de Luis de Tavira se ha contagiado a los actores y actrices de la compañía y que aquellos con los que he podido hablar constatan su entusiasmo y agradecen nuevos aprendizajes, tengan la trayectoria que tengan.
Un hecho a destacar en 2008 es que por fin se reconoce por el Fonca al trabajo actoral como creativo y no de mera interpretación, victoria de los teatristas que no han quitado su dedo del renglón. Pero, por otra parte, algunos programas, como México en escena, tardaron casi todo el año en publicar las respectivas convocatorias, lo que dio lugar a muchas y poco sanas especulaciones de que el excelente y necesario programa ya no se llevaría a cabo, lo que esperamos que no ocurra en mucho tiempo.
Por lo que respecta al Centro Cultural Helénico, tras la esperanza inculcada por Sergio Vela de que no se pagaría renta a una institución privada, como es el menos que mediocre Instituto Helénico a quien López Portillo, entonces presidente, donó un predio propiedad de la nación, y el escándalo subsiguiente, todo quedó en una agua de borrajas en las que se cocinó un aumento de treinta por ciento en la renta a pagar al Instituto que viola el acuerdo de la donación, puesto que no procura elementos culturales al país que le paga esa renta. Lo bueno es que el buen administrador y teatrista que es Antonio Crestani quedó al frente tras la renuncia de Luis Mario Moncada.
Si el teatro ganó un lugar para escenificaciones de calidad como es el nuevo Teatro El Milagro, la renuncia de Mario Espinosa a la coordinación de los teatros de la Ciudad de México –para dirigir el Centro Universitario de Teatro– hace que se pierdan proyectos de produción. En cambio, fue muy bienvenida la llegada de Enrique Singer a la dirección del Teatro Universitario.