■ En la política está manifiesta la corrupción, denuncia ante el Celam
“Avanza la descomposición social” en el país, advierte la Iglesia católica
México vive una descomposición social, producto de la pobreza y la desigualdad, a las que se suman la violencia, el narcotráfico y un desprecio creciente hacia la vida, señala la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Para la Iglesia católica, en la política hay ausencia de ética y la corrupción está presente en todos los ámbitos de la vida nacional, además de que existe falta de respeto a la ley y las instituciones y se carece de un modelo educativo que propicie la transformación social y el crecimiento económico.
En un amplio informe sobre la realidad del país, entregado hace unos días al Consejo del Episcopado Latinoamericano (Celam), la jerarquía católica del país reconoce también una seria incapacidad no sólo en entablar un diálogo sistemático dentro de la Iglesia, entre los obispos, religiosos y laicos, sino de éstos hacia el conjunto de la sociedad.
Respecto de la relaciones con el Estado, la Iglesia reporta al Celam la condición laica, en la que el gobierno no privilegia y tampoco discrimina ni a la religión ni a la Iglesia, y se garantiza el derecho de las personas a ejercer su libertad de culto. No obstante, señala que la Iglesia actualmente “promueve el cambio” de la legislación para que el gobierno reconozca plenamente la libertad religiosa y no sólo la libertad de culto.
El documento de la CEM, que se suma al del resto de las iglesias de la región para conformar el Mapa Socio-Pastoral de América Latina y el Caribe, da cuenta de los principales desafíos y prioridades que tiene el país, los cuales fueron analizados en noviembre pasado durante la asamblea plenaria, a la que también asistió un centenar de laicos.
Producto de ese análisis –que abarcaron los campos de la cultura, la economía, la política y de los medios de comunicación–, los obispos lamentaron la pérdida paulatina del valor de la vida y de la identidad del matrimonio y de la familia.
En el mundo del trabajo, los obispos identifican como un reto el desempleo, la economía informal, el trabajo mal retribuido y los salarios injustos. Además, tampoco se cuenta con una pastoral de líderes empresariales, en la línea de la divulgación y conocimiento de la doctrina social de la Iglesia, que lleve a las industrias y sus propietarios a priorizar la dignidad del trabajador por encima de la rentabilidad y el dinero.
De manera especial, el Episcopado Mexicano se refiere a la incoherencia entre fe y vida de los servidores públicos, la mayoría de ellos con fe católica, pero que no tienen una formación cristiana como correspondería a la fe que profesan. En la política está manifiesta la corrupción, la partidocracia y la búsqueda del poder, casi por encima de todo. Ha habido, reconoce, incapacidad, especialmente de la jerarquía, para acompañar a los servidores públicos desde la doctrina social de la Iglesia.
Por si esto fuera poco, son muchas las evidencias de falta de respeto a la ley y a las instituciones; hay indiferencia cívico-política, y avanza la descomposición social, concluye.