■ El cuadernillo incluye un cedé con 270 partituras originales
El eco de un violín rescata el aporte musical de Juan Rodríguez Vega
Compuso más de 200 obras musicales, fue contemporáneo de figuras como Julián Carrillo y Manuel M. Ponce; tomó veneno a la manera de Manuel Acuña, pero salió vivo de ese intento de suicidio; proveniente de La Piedad, Michoacán, formó una orquesta en la ciudad de México; su música fue transmitida por la XEB a finales de los años 20, a instancias del gobierno alemán.
Esas son sólo algunos de los aspectos que conforman la vida y la obra del músico y compositor Juan Rodríguez Vega (1888-1935), una de las muchas figuras de la cultura mexicana poco conocidas pero que ahora comienza a salir del anonimato gracias a la reciente publicación del bello cuadernillo El eco de un violín.
La edición incluye además un cedé que contiene las 270 partituras originales de valses, fox trots, tangos, pasodobles y jazz –género en el que fue uno de los precursores en México– compiladas hasta el momento por el escritor y director de teatro Gustavo Zamora Rodríguez (1949), quien es autor de esa investigación y nieto del músico michoacano.
La historia incluye también episodios de injusticia, como el del músico Elías Breskin, quien le pidió “prestadas” a Rodríguez Vega varias piezas musicales y, tras agregarle un ritmo cíngaro para hacerlas más ligeras, las tocó por todo el mundo.
Parte del tiraje, a donación
El eco de un violín, dice Zamora Rodríguez en entrevista con La Jornada, es un trabajo biográfico y musical entre cuyos valores destaca el documental, por lo cual el autor hará llegar parte del tiraje de mil ejemplares a bibliotecas, casas de cultura y centros de educación e investigación musical, como el Conservatorio de Morelia. Además donará a esa institución las partituras originales.
Cuenta Zamora Rodríguez que su abuelo, a quien no conoció, vivió la mayor parte de su vida en La Piedad, pero pasó una temporada en la capital del país para crear una orquesta por encargo de la entonces Secretaría de Guerra y Marina.
Posteriormente, “cuando todas las flechas apuntaban hacia Europa”, Rodríguez Vega decidió regresar a su tierra, y después, por necesidades médicas debido a las secuelas de su fallido suicidio, se trasladó a la ciudad de Ayo El Chico, Jalisco, donde murió, aunque sus restos descansan en La Piedad.
Entre otros claroscuros de Rodríguez Vega, Zamora menciona la generosidad del compositor, pues su madre –Ermila, hija del músico– le mostró varias partituras con dedicatorias que solía regalar a sus amigos y seguidores.
Los interesados en conseguir un ejemplar a fin de abundar en la singular vida y obra de este músico y compositor michoacano pueden comunicarse al teléfono (01-55) 2611-9259.