■ El concierto de fin de año incluyó a Joan Sebastian y Manoella Torres, entre otros cantantes
Los Tigres del Norte despidieron 2008 en el Ángel ante 100 mil personas
■ Arcos colocados desde la Glorieta de la Palma hasta el monumento lanzaron al aire luces de bengala, que ambientaron la fiesta, producida por OCESA y organizada por el Gobierno del DF
Ampliar la imagen Los tigres Jorge y Hernán Hernández, en la primera presentación del grupo en ese espacio de Reforma Foto: Roberto Gacía Ortiz
Los jefes de jefes de la música norteña, Los Tigres del Norte, y el rey del jaripeo, Joan Sebastian encabezaron el jueves el concierto de fin de año, producido por Operadora de Centro de Espectáculos (OCESA), transmitido por Televisa e impulsado en su organización por el DIF y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, en el Ángel de la Independencia, ante unas 100 mil personas.
A lo lejos, desde diferentes puntos, en dos pantallas gigantes pudieron seguirse y entonarse una a una las interpretaciones sentimentales, corridos pesados, norteñas de rompe y rasga, cumbias o dolorosas que las estaciones de radio más perronas y salvajemente gruperas han hecho famosas desde hace décadas.
A las 12 de la noche, entre gritos de emoción, abrazos, besos y hasta lágrimas, mientras los 12 arcos colocados desde la Glorieta de la Palma soltaban al aire sus luces de bengala, 2008 pasaba a la historia.
Decenas de los 2 mil policías dispuestos para vigilar el magno concierto, presos de emoción contagiosa, de la inercia colectiva, también se abrazaron y se desearon, como todos los ahí presentes, salud, dinero y amor. “Si hay salud, todo lo demás sale sobrando”, se oía entre las frases recurrentes. Mamás y papás daban besos a sus hijos. Los amigos se volvieron hermanos.
Familias enteras, vástagos al hombro, se arroparon en un largo abrazo. En el fondo no había retenes ni revisiones. Hasta allá los brindis se sucedieron por la vida que se va, por los tiempos que vienen.
Un grupo de chavos, absolutamente borrachos, gritaba atemorizante: “¡Los vamos a talonear!” Los transeúntes apenas volteaban a verlos, y preferían ignorarlos.
También había rastros de amantes de lo ajeno
Los ornamentales e ingeniosos nacimientos con el Niño Dios dispuestos desde Insurgentes hasta Sevilla mostraban estragos del paso de los anhelantes de lo gregario. Varias figuras fueron movidas, tiradas, por acción de quienes se tomaron la foto del recuerdo. Una de las bancas artísticas estaba casi destruida.
Policías iban y venían. Desde Sevilla hasta la Glorieta del Ángel las vallas hacían impenetrable, imposible, llegar al espacio donde fueron dispuestos los camerinos.
El adiós a 2008 comenzó a eso de las cuatro de la tarde. El ambiente era de verbena y los niños corrían por los camellones de Paseo de la Reforma. Globos, algodones, gente en bicicleta, tacos, tortas y tostadas...
Muchos venían de la zona del Monumento a la Revolución, donde pudieron subirse a la rueda de la fortuna o endulzarse la boca con un plátano tatemado y cubierto con leche condensada.
Decenas de miles escucharon a Esto es México y silbaron la agradable presencia de Manoella Torres, la chatita que en una canción nada imperativa asegura: “Te voy a enseñar a querer...” Aplausos para la espigada y llamada por Armando Manzanero la mujer que nació para cantar, quien deleitó con Libre como gaviota y Si supieras, ésta de halo adolescente, cuando los papás de ellas les impiden tener novio y la emoción crece al ver al interfecto a escondidas. Manoella hizo gala de sus tablas en el escenario.
La asistencia iba creciendo y todo quedó listo para que el oriundo de Juliantla, Guerrero, Joan Sebastian, entrara entre gritos de admiración de sus fans. El autor de Maracas (que canta a dúo con Alberto Vázquez) adelantó su actuación. Se esperaba que recibiera al Año Nuevo, pero no fue así.
Eran casi las 10 de la noche. Joan quiso llevarse la gloria. Llegó en un auto negro espectacular. Algo salió mal. Las tarimas mostraron su fragilidad y el creador de Y las mariposas mejor bajó del vehículo y llegó caminando al escenario.
A cantar y cantar con Me gusta todo de ti. Se quejó de que enfrente de él estuvieran los periodistas. “El público es el que debería estar en este lugar y no los medios informativos.” Ofreció algo de lo mejor de su inspiración, como Tatuajes, Amorcito mío, Te amo, Juliantla, Lobo domesticado, Estos celos, Secreto de amor, Ámame y 25 rosas. Más de hora y media de éxitos.
A las 23:30 horas, de las bocinas colocadas a lo largo del Paseo de la Reforma, se escuchó el grito de batalla de los originarios de Mocorito: “¡Tigres, Tigres, Tigres, Tigres, Tigres...!” Es como un latido estruendoso. Los organizadores no podían dejar que la tocada se enfriara.
Los hermanos Jorge, Hernán, Eduardo y Luis, así como su primo Óscar, son maestros en lo suyo. Caminan sobre el escenario cual tigres de bengala. Los acordes de Rumbo al sur marcaron que los felinos iban por todo. Sólo les faltaba ese sitio, el Ángel, en pleno Reforma. “Me voy en ese tren que va con rumbo al sur...”
Siguieron con El jefe de jefes, que los define en la música norteña. Se arrancaron con la esencia del dolor por el amor mal correspondido: Golpes en el corazón. El ambiente era de troca con el estéreo a todo volumen, como suele verse en Monterrey, donde un regio no oculta su amor por los chuntatas, el ritmo de la redoba y el bajo sexto. La noche amarró con José Pérez León, En la mesa del rincón, La reina del sur, Pedro y Pablo, Camelia La Texana...
Fue el rugido del tigre en el otrora Paseo de la Emperatriz, a caballo entre dos años, el que se va y el que llega.
Televisa transmitió el concierto (con pésimo sonido), pero diferido. En los créditos finales se leyó que la producción estuvo a cargo de OCESA, lo cual fue corroborado por personal de esta empresa ayer por la tarde, vía telefónica. Del costo de este magno concierto los titulares del DIF y de la Secretaría de Cultura defeños, Jesús Valencia y Elena Cepeda, respetivamente, no dieron datos el 15 de diciembre, día de la conferencia de prensa en la que se anunció la tocada.