■ Admite Sedeso insuficiencia de albergues; se agrava el hacinamiento
Se incrementa el número de niños jornaleros en campos de Sinaloa
■ Ofrecen a padres becas y despensas para desincentivar trabajo infantil
Ampliar la imagen Cada vez más hijos de jornaleros agrícolas llegan a Sinaloa, donde viven en condiciones insalubres, desnutridos, expuestos a enfermedades y sin acceso a guarderías y escuelas Foto: Irene Sánchez
Escuinapa, Sin., 1º de enero. Inés Cortés es originaria de Guerrero. Llegó en octubre pasado al ejido Isla del Bosque, municipio de Escuinapa, con sus dos hijos mayores y otras mujeres que decidieron salir de Tule del Río, donde no hay trabajo.
Sus muchachos se van a trabajar al corte de chile y ella se queda a cuidar a sus nietos de tres, cuatro y cinco años de edad, que hablan náhuatl y no van a la guardería ni a la escuela.
Toda la familia vive en un cuarto por el que paga 600 pesos de renta al mes. No hay camas, sólo unos cobertores extendidos en el escaso espacio de 3.5 por 3.5 metros, donde además caben una estufa portátil y un pequeño tanque de gas. “No hay de otra –dice Inés, de 56 años de edad–. Aquí nos tenemos que acomodar.”
Inés y sus parientes son algunos de los 200 mil jornaleros que laboran en Sinaloa, de los cuales unos 24 mil son niños. Ello se deba a que unas 110 mil familias (60 por ciento de los trabajadores) llegan con sus hijos, explica Xenén Aarón Xochihua Enciso, delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) en Sinaloa.
Isla del Bosque se encuentra a 15 kilómetros de la cabecera municipal de Escuinapa y a 89 de Mazatlán, frente al rancho Las Cabras –propiedad del ex gobernador Antonio Toledo Corro– y a 25 kilómetros de Teacapan, donde se construirá el Centro Integral Turístico, un megaproyecto que, según el gobierno federal, detonará la economía de la región.
Fundado en 1965, este ejido tiene 5 mil habitantes, cifra que ha aumentado cada año con la llegada de cientos de jornaleros, provenientes principalmente de Guerrero, Jalisco, Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Nayari y, Sonora para trabajar en la siembra del chile, tomate, papaya, mango y otros alimentos. “Algunos se van quedando”, señala el síndico Anastasio Cabanillas.
Como autoridad, Cabanillas está pendiente de que los jornaleros no provoquen problemas. Señala que algunos no tienen documentos, y cuando fallecen, como ha ocurrido un par de veces, tiene que conseguir dinero para sepultarlos, pues no hay domicilio registrado ni familiares a quienes avisar.
Xochihua Enciso, delegado de la Sedeso, informó que en Isla del Bosque sólo hay un albergue para 70 familias, donde se alojan 294 personas, pero la demanda rebasa la capacidad de la institución.
Explicó que la dependencia federal invirtió un millón 300 mil pesos para remozar el albergue Isla del Bosque e instalar un sistema de desague.
Son todas las obras que están programadas para este sitio. Sin embargo, el funcionario dice que está en contacto con las autoridades municipales para ayudar a la gente que no alcanza lugar en el albergue.
La Sedeso, dice Xochihua, trabaja en los 120 campos agrícolas de la entidad, desde Isla del Bosque, en Escuinapa, hasta el municipio de Ahome. Reconoce que la infraestructura de la dependencia es insuficiente para atender a los jornaleros, pero asegura que hay 60 guarderías para los hijos de los trabajadores.
Además del albergue de Isla del Bosque, la dependencia tiene dos en Guasave y uno en Navolato. El que construye en Elota estará listo en febrero y tendrá 60 cuartos con cocina y baño.
Señaló que, como parte del proyecto Monarca, en la última semana de diciembre se reinició la entrega de 5 mil becas a hijos de jornaleros, así como útiles escolares, zapatos, uniformes y una despensa mensual.
Liliana Osuna Jiménez, coordinadora del albergue de Isla del Bosque, explicó que la ventaja es que los hijos de los jornaleros van a la escuela o a la guardería y no se permite que los lleven a trabajar.
Para que los padres cumplan, se incorpora a los menores a un programa de apoyos que incluye la entrega de una despensa mientras permanecen en el albergue.
Debido a que en cada temporada crece la demanda de alojamiento, en Isla del Bosque hay cuatro cuarterías propiedad de particulares, quienes las rentan a las familias jornaleras.
Amelia Reza, también originaria de Guerrero, vive en una cuartería con Reynaldo, su hijo de nueve años, quien no estudia y va a los campos. Comparte un cuarto de 3.5 por 3.5 metros y una estancia de 2.5 por cinco metros con otras parejas, con quienes paga los 500 pesos del hospedaje, pero el casero ya les advirtió que les impondrá una tarifa por cada inquilino.
Desde hace tres días Amelia no ha podido trabajar debido a un resfriado. Un día después de Navidad fue a barrer el patio de la clínica IMSS Oportunidades, requisito para recibir atención médica, pero ese día no hubo servicio. Así, tendrá que trabajar enferma porque de lo contrario no tendrá para comer ni para la renta.
En ese cuarto vive María Carrillo, de 24 años, originaria de San Luis de Lozada, Nayarit, con su hijo Luis Ángel, de cinco años. Su última estancia fue en el albergue de Puga. Junto con su hijo, quien habla huichol, se va a trabajar a los campos.
José Velásquez tiene 13 años. Se queda en el cuarto para atender a sus hermanos menores Fabián y Alicia, y a otros niños que, como él, tampoco van a la escuela ni a las guarderías.