■ La escritora presentó recientemente un libro sobre la vida del compositor
Alberto Cortez, la figura musical más completa que ha dado Argentina: Etcheverry
Ampliar la imagen Alberto Cortez durante uno de sus conciertos Foto: Archivo
En sus canciones, Alberto Cortez habla de lo cotidiano, de lo que pasa frente a los ojos de todos, pero a lo que nadie presta atención: el perro de barrio, ése que es callejero por derecho propio; el árbol que ha envejecido con la vida del que lo sembró; el paisaje que cambia con la modernidad; la primera novia.
De eso escribe la argentina Laura Etcheverry en su libro Alberto Cortez, la vida (Ediciones y Publicaciones Autor), que fue presentado recientemente en el Centro Cultural Arteria. La autora se puso nerviosa al relatar sucesos, pasajes, anécdotas de Cortez, a quien quedó unida en el tiempo y en el espacio desde que su familia la llevó a un concierto del compositor de Mariana.
Riqueza artística
Cortez nació en la provincia de La Pampa el 11 de marzo de 1940, y para su ahora biógrafa, quien es profesora en letras y periodista, “Alberto es uno de los cantautores de habla hispana más importantes; la figura musical más completa que ha dado mi país, pero no todo el mundo conoce su riqueza artística en toda su dimensión, y ésta es la razón del libro.
“Conjuga una manera de hacer poesía y canciones, así como de interpretarlas, poco común de hallar; el todo supera la suma de las partes. Donde más se evidencia esto es en el escenario.”
Desde los 7 años, añadió, ha crecido con la música de Cortez, “con lo que él genera; cuando tuvo un problema de carótida, en 1996, me prometí que si se salvaba y salía de esa, yo le iba a contar, pero de manera muy personal, lo que él significaba para mí.
“Le hice un libro de poemas cuando superó esa situación. Le contaba que era mi... no quiero usar la palabra ídolo porque no me gusta; él es amigo de la gente que lo sigue. El libro de poemas que le hice se llama Un barco frágil de papel; se lo mandé a Madrid por correo. Me contestó por fax y así comenzamos una amistad que ha ido creciendo.”
La obra se la propuso en 2001. Estudiaba y el objetivo se le complicaba, por lo que realmente empezó en 2004. “Lo primero fue buscar fuentes y viajé a los sitios de Argentina donde él había tenido algo que ver, como su pueblo en La Pampa. Entrevisté a sus familiares y amigos, así como a sus vecinos.
“Después fui a la provincia de Mendoza, al liceo secundario donde vivió su adolescencia. Fui a Buenos Aires, donde él pretendía estudiar abogacía, pero su camino era la música. Hasta que se fue a Europa a los 20 años. Luego entrevisté gente de distintos países: músicos y cantautores, como Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Víctor Heredia... todos, porque yo traté de que mi opinión sobre Alberto también la tuvieran otros musicalmente autorizados.
“El broche de oro fue en 2006, cuando viajé y estuve en la casa de Alberto unos cuantos días; hablé con Renata, la esposa, quien es tan importante en su obra y en su vida. Es un sol de mujer.”
–¿Qué facetas no conocidas revela el libro?
–Más que secretos, anécdotas de amigos desde la infancia, la adolescencia y vida artística. En el capítulo de México, país para él especial y donde, me ha dicho, le gustaría radicar, que se llama Me llevaré conmigo, como su canción, relata una relación extraordinaria.
–¿Cómo es Alberto Cortez?
–Es increíble. Como artista ya todo el mundo lo sabe: es enorme. Como persona, es coherente con lo que canta. Es sorprendente en su humildad, en su capacidad de dar, con los amigos, con la familia. Es como un niño. Todos los días da evidencias de eso. También es muy visceral y espontáneo, pues dirá siempre lo que piensa, aunque lo perjudique.
Claro límite entre la política y el arte
–¿Cómo vivió Cortez la dictadura militar en Argentina?
–Eso se lo pregunté a Víctor Heredia, quien sí la vivió y tiene una hermana desaparecida. Alberto no estaba en su país, sino en España, por lo cual pudo ayudar a mucha gente. Estuvo afuera, pero no por falta de compromiso.
“Nunca dejó de cantar. Inclusive en Chile llegó a cantar Gracias a la vida, tema proscrito, por lo cual lo sacaban de ese país. En ese sentido era muy desafiante y valiente. Alberto ha hecho una separación, para mí muy saludable, entre el arte y la política. A la casa de su padre le rompieron los vidrios porque no era peronista. De niño siempre le quedó esa llaga en los asuntos políticos. A Alberto no le apasiona tener un color político definido, por eso su obra es universal”, definió Etcheverry.